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» Diario Cordoba
Fecha: 08/12/2025 14:14
La Iglesia Católica cuenta desde este 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, con cinco nuevos diáconos que han sido ordenados en una ceremonia en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba. Son Jesús Romera Fernández, Blas Sánchez Villarejo, Angelo Bruno, Ángel González y José Agustín González García, ordenados por el obispo, Jesús Fernández, este lunes. Los tres primeros han estado en el Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater San Juan de Ávila y el cuarto, en el Seminario Conciliar San Pelagio. Los cuatro se han formado en el Instituto de estudios teológicos San Pelagio. Por último, el quinto nuevo diácono pertenece al Instituto del Verbo Encarnado (IVE), una congregación de origen argentino. El obispo de Córdoba, durante la misa de la Inmaculada. / Víctor Castro La palabra "diácono" proviene del griego diakonos, que significa servidor o ministro. Este término fue adoptado por el cristianismo primitivo para describir a aquellos que se dedicaban al servicio dentro de la iglesia. El diácono puede impartir la bendición, presidir una celebración del matrimonio, bautizar, predicar, celebrar exequias y liturgias de la Palabra, pero no puede ni celebrar la Misa ni confesar. Su función principal es el servicio a los pobres y a la comunidad. Hay dos tipos de diáconos, los seminaristas en la etapa final de sus estudios y que serán ordenados sacerdotes pronto; y los diáconos permanentes, que son ciudadanos, generalmente hombres casados, que han recibido la sagrada orden del Diaconado. Obediencia y compromiso La misa ha estado presidida por el obispo y ha contado con la participación de la Orquesta y Coro de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba. Fernández, en su homilía, ha recordado que la Diaconía "es servicio" y por tanto "a él os comprometéis ante el Señor y su Iglesia". Además, ese compromiso de los diáconos "toca también a la obediencia", puesto que "recibís una misión, ser imagen de Cristo servidor en medio de un mundo donde se lleva más ser servido que servir". Después el prelado ha mencionado el ejemplo de Jesucristo, que "se despojó de su grandeza" y que "en su condición de hombre se humilló a si mismo, haciéndose obediente hasta la muerte" en la Cruz. Los nuevos diáconos han prometido obediencia al obispo y a sus sucesores antes de postrarse ante el altar para escuchar la oración realizada por el obispo. Después, han recibido arrodillados la imposición de manos del prelado, se les han impuesto las vestiduras (la estola y la dalmática) y se les ha entregado un libro de los Evangelios de manos del obispo.
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