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» Diario Cordoba
Fecha: 08/12/2025 14:08
Pagar por hacer la ruta de las iglesias fernandinas está bien para completar el decálogo del buen turista; beber fino de Montilla-Moriles sin medida, disfrutar de las zambombas improvisadas y acabar echando la siestecita en el hotel son tres pasos asociados para hacer que tu fin de semana del puente de diciembre en Córdoba sea memorable. "Nosotros somos más de pasear que de entrar a los sitios: pasamos de pagar la audioguía", desvelaba una pareja de Ermua (Vizcaya) que utilizaba el mapa de la ciudad como sobremantel en una de las mesitas altas que ponen los bares cercanos al Ayuntamiento, dejando que la uva prendida les ayudara en el intento de "mimetización con lo auténtico". Córdoba, un poco más adusta que otras ciudades vecinas, pero mucho menos tematizada, aún ofrece capas de autenticidad extrema dentro de sus murallas. Palpar el olor de una taberna al adentrarse en Guzmán o tener la suerte de engancharse con los parroquianos de La Fuenseca son dos opciones aconsejables para vivir la experiencia completa. "Ahí no hace falta reservar, ¿no?". Ninguna aspiración, en el decálogo del mal turista, recoge la obligación de esperar colas para terminar comiendo tortilla de patatas rodeado de palomas o entrar en los patios, abiertos también por Navidad. "Tampoco nos gustan los free tour", resolvían antes de pedir una ración de salmorejo (en invierno): "somos malos turistas". Turismo nacional La jornada de este sábado, después de la niebla, ha sido propicia para caminar, y el flujo de visitantes se dirigía de manera natural hacia el entorno monumental. El reciente mirador abierto en la Puerta del Puente ampliaba aún más el abanico de posibilidades. Allí se sucedían los selfies, las panorámicas y los silencios admirados frente al Guadalquivir, que avanzaba lento, como si también él estuviera de paseo. Córdoba llena de viajeros en la segunda jornada del puente / A.J.González Hacia la Puerta de Almodóvar, una mujer italiana gesticulaba con una intensidad que hacía girarse a más de uno: "¡La Mezquita èimperdibile!", gritaba por teléfono, indignada ante la mera posibilidad de que alguien pudiera pasar por la ciudad sin visitarla. La escena, tan mediterránea, arrancaba sonrisas ante el propio dramatismo. Córdoba, que en estas fechas combina la calma de la temporada baja con el tirón de los puentes festivos, respiraba un ambiente de turismo relajado pero abundante. Entre las corrientes de viajeros que cruzaban el Puente Romano o merodeaban por la Judería, se repetía un patrón evidente: predominaba el turismo nacional, parejas y familias de acentos madrileños, andaluces y norteños. Las previsiones hoteleras, según los datos de Aehcor, apuntaban para este domingo a un 85% de ocupación en la capital. Un número que, sin llegar a los picos más altos, confirma la fortaleza de la ciudad como destino en cualquier época del año.
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