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  • Y Extremadura, ¿qué?

    » Diario Cordoba

    Fecha: 08/12/2025 13:56

    Empieza la campaña para las elecciones extremeñas sin que se perciba el más mínimo cambio en el tono de los líderes estatales, que han trasladado a esa comunidad su campo de batalla. Aunque Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo acuden a Extremadura a apoyar a sus candidatos autonómicos, la realidad es que en sus mítines solo hablan de los mismos asuntos que copan a diario el debate político español. Los comicios territoriales deberían servir para que los distintos partidos expusieran cuáles son sus recetas para afrontar los problemas del territorio en cuestión y no para utilizarlo como un espacio más en su lucha por el poder global. Es evidente que la polarización política lo envuelve todo, pero los líderes de las principales fuerzas parlamentarias tendrían que mostrar un mayor respeto por las preocupaciones de la ciudadanía extremeña, que van mucho más allá de los procesos judiciales de Ábalos y Cerdán. Esas son cuestiones que también les interesan pero que no son su máxima preocupación. A los extremeños les inquieta lo que ocurre con su comunidad y quieren saber cuáles son las propuestas de los distintos partidos para avanzar en su desarrollo económico y para garantizar el futuro de su agricultura y ganadería y de su industria. Quieren conocer qué va a pasar con esas infraestructuras ferroviarias, que solo son noticia por las averías y los retrasos, o cuál va a ser el futuro inmediato de la central nuclear de Almaraz. También quieren escuchar soluciones a cuestiones que preocupan al conjunto de los españoles, como la vivienda o el alto coste de la vida. Obviamente, también les gustaría que los líderes políticos fueran sinceros sobre los pactos poselectorales que están dispuestos a hacer. Nada hace pensar, sin embargo, que Sánchez, Feijóo y Abascal vayan a bajar al debate de esas cuestiones concretas. Más bien parece que estas elecciones, las primeras de una cadena de convocatorias autonómicas, se van a utilizar para medir fuerzas a escala estatal. Es decir, para calibrar qué podría ocurrir en unos hipotéticos comicios generales. El estrépito político de los mítines, que muestra un menosprecio por esos problemas concretos de los extremeños, proviene también de la sensación de que los resultados electorales, salvo sorpresas, están prácticamente descontados. Los sondeos coinciden en que se rompe el empate entre PP y PSOE, a favor de la presidenta autonómica, María Guardiola, que ganaría, pero sin alcanzar la mayoría absoluta que le permitiría gobernar en solitario y esquivar situaciones como la doble negativa de PSOE y Vox a apoyar sus presupuestos que condujo al adelanto electoral. Un Vox que, con sus planteamientos ultramontanos, parece querer llevar a Extremadura a otros tiempos y apartarla del camino de la modernidad. El PSOE, con una polémica elección de candidato –Miguel Ángel Gallardo está procesado en el caso que afecta al hermano de Sánchez–, perderá algunos escaños, y Unidas por Extremadura podría mantener el voto, pero su posición no será relevante. Sea cual sea el resultado, quienes formen gobierno y quienes queden en la oposición no deben olvidar que lo que desean los extremeños, como el resto de los españoles, es progreso, infraestructuras y servicios adecuados y, en definitiva, calidad de vida.

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