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  • Cuatro palabras

    » Diario Cordoba

    Fecha: 08/12/2025 13:53

    «Velad, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor», nos dice el evangelista Mateo como pórtico al tiempo litúrgico que este pasado domingo hemos estrenado. Se nos acercan inexorablemente las fiestas y con ellas las ofertas del Black Friday, el Cyber Monday, los calendarios de Adviento de supermercado o las desmadradas comidas de Navidad. Todo en un mes intenso que pasa factura a las nóminas y un poco también a la báscula. Cuatro son las palabras que ilustran este tiempo de la Iglesia. La primera, velad, es decir, esperar con paciencia la llegada de Alguien que te cambia la vida: Jesús de Nazaret, tan anunciado por los profetas como denostado por muchos de sus contemporáneos. Otro concepto propio del Adviento es la conversión. Al igual que el tiempo de Cuaresma el Adviento, con el que también comparte el morado litúrgico, nos prepara para recibir a Cristo. Primero lo hace como Niño Dios, a la espera de su nacimiento, mientras que el segundo nos muestra a un Dios que se entrega por la humanidad. Este recibimiento sin duda nos conmina a convertirnos en seres renovados. La tercera palabra es camino. «Preparad el camino al Señor», proclama en el desierto Juan el Bautista, avisando que el Mesías esperado estaba cerca. Un camino que se recorre con esperanza en un mañana mejor, en un tiempo propicio para todas las personas que buscan algo distinto. La cuarta palabra es la más bella: Emmanuel, Dios-con-nosotros. Una palabra que es a la vez frase, idea y concepto, y que encierra el anhelo de un pueblo, de la humanidad entera que ansía la llegada del Salvador. Velad, conversión, camino, Emmanuel, cuatro conceptos que encierran toda una vida de esperanza. La espera nos interpela y nos exige una conversión. El camino no se recorre solo, se hace con un Dios hecho hombre que camina a nuestro lado, y que también pateó los caminos polvorientos de Palestina. Llega la Navidad y quizá no reparemos en estas cuatro palabras tan sencillas, pero a la vez tan exigentes. Los púlpitos seguirán clamando que el Niño Jesús nace en nuestros corazones y seguiremos sin darle posada como ya ocurriera hace dos mil años en un mísero pueblo llamado Belén. Pidamos a la inteligencia artificial, nuevo oráculo de la modernidad, que al menos nos despierte la curiosidad de querer conocer al que ya viene a zarandearnos un adviento más y a recordarnos que podemos seguir soñando con una Navidad distinta. *Profesor

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