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» Misionesopina
Fecha: 08/12/2025 09:03
La zona comprendida entre las cuatro avenidas atraviesa un deterioro pocas veces visto. Según relevamiento, ya se superó la barrera de los 100 locales vacíos en el microcentro posadeño. La postal es conocida: persianas bajas, carteles de alquiler que no se mueven y un pulso comercial debilitado que ya no se parece a la dinámica vibrante de otros años. Pero detrás de ese panorama, hay un dato que obliga a matizar la lectura: según el corredor inmobiliario Sebastián Torres, referente del sector, “siete u ocho de cada diez locales que se cierran en el centro posadeño en realidad son mudanzas, no cierres definitivos”. Este reacomodamiento —señala— está marcado por comercios que buscan reducir costos en un año de consumo desplomado, y otros que migran a locales más grandes porque su actividad creció. “No todo cierre es quiebre. En la mayoría de los casos, es un cambio de ubicación”, explicó en diálogo con Radio República. Una tormenta perfecta La crisis del microcentro no responde a una sola causa. La caída del poder adquisitivo, los alquileres altos —que rondan los 600 mil pesos en la zona más caliente—, el freno del consumo y los efectos de la recesión nacional conforman una tormenta que afecta de lleno la sostenibilidad de los comercios. La desregulación del mercado y la pérdida de ingresos aceleraron un comportamiento que antes era excepcional: el atraso en el pago del alquiler. Consumidores que financian la canasta básica con tarjeta y familias que recortan todo gasto no esencial conforman un escenario adverso. “Es imposible generar ese monto solo para cubrir el alquiler. Muchos aguantaron hasta donde pudieron”, admiten referentes del sector. Sin embargo, Torres aporta una visión distinta respecto a la morosidad: “No hay crisis en los alquileres, ni de viviendas ni comerciales. Se paga dentro del mes: el 10, el 15 o el 20, pero se paga. Eso es buen inquilino”. Asegura además que no existen casos generalizados de deudas acumuladas: “No tengo diez comerciantes que me deban dos meses; eso no está ocurriendo”. El impacto del derrumbe del consumo La caída real de más del 30% en los ingresos y los salarios congelados modificaron hábitos de compra y asfixiaron al comercio. Cuando la gente deja de consumir, las ventas caen, y cuando las ventas caen, se vuelve cada vez más difícil sostener costos fijos. El presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Posadas, Manuel Amores, resumió el impacto: “Locales de mucha trayectoria se achicaron o cerraron. Si no existieran herramientas como los programas Ahora, el escenario sería aún más grave”. El flujo peatonal también retrocedió. Muchos trabajadores que solían alquilar en zonas cercanas al microcentro se mudaron a barrios más económicos o regresaron a viviendas familiares, afectando la circulación diaria en un área que depende del tránsito constante. Mudanzas, no desapariciones Aunque la imagen de locales vacíos es contundente, Torres insiste en que no se trata de un derrumbe sino de un reacomodamiento del mapa comercial. Menciona un caso emblemático: la media manzana entre Colón y Sarmiento, hoy completamente vacía. “Es una unidad de negocios que se movió. Ese comerciante posiblemente se fue a un lugar más económico o a un local más grande. No es que desapareció”, explicó. Su estimación es categórica: entre el 70% y 80% de los cierres visibles corresponden a mudanzas. También destacó que rubros como cadenas de farmacias y comercios de origen chino suelen tener más espalda financiera, aunque —aclara— “negocian como cualquiera”. En paralelo, señaló que existen locales muy pequeños en zonas históricamente fuertes, como San Lorenzo, Bolívar, Córdoba y Rioja, que llevan décadas funcionando y siguen pagando al día: “Quizás venden menos, ajustan márgenes, pero siguen estando. Esos inquilinos de veinte años hay que cuidarlos”. La esquina emblemática El cierre del histórico Electromisiones, en la esquina de Bolívar y Colón, fue un golpe simbólico. El local vacío, que durante décadas representó el movimiento del centro, se convirtió en el rostro más visible de un proceso que ya nadie puede negar. Sin un repunte del consumo, advierten comerciantes, el corazón comercial de la ciudad seguirá perdiendo actividad. El impacto trascenderá lo económico: un centro sin movimiento afecta la seguridad, el turismo, el valor inmobiliario y la identidad urbana. Un centro que cambia Detrás de cada persiana baja hay una historia distinta: comercios que se achican, otros que buscan costos más bajos, algunos que crecen y necesitan más espacio, y un puñado que no logró resistir el ajuste. Torres lo sintetizó con una frase que reconfigura la mirada sobre la crisis: “No todo lo que se cierra es cierre. En la mayoría de los casos, son mudanzas”. El microcentro atraviesa su etapa más crítica en décadas, pero también un proceso de reacomodamiento que aún no muestra su resultado final. El desenlace dependerá de un rebote económico que, por ahora, sigue sin aparecer.
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