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  • El Gobierno promueve que los sindicatos administren sus carteras de inversión

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    Fecha: 08/12/2025 08:49

    El Ejecutivo busca acelerar un cambio estructural: que los gremios integren y administren fondos de inversión vinculados al nuevo Fondo de Cese Laboral, reemplazo voluntario de la indemnización tradicional. La iniciativa, diseñada por el equipo de Sturzenegger, habilita a los sindicatos a decidir sobre colocaciones financieras y proyectos productivos. El Gobierno impulsa así una alianza inédita entre trabajadores, empresas y mercado de capitales en plena tensión con la CGT. Ahora sí. Llegó el momento. “El tiempo político”, como le gusta definir a uno de los ministros del gabinete de Javier Milei. El Gobierno quiere avanzar con una de las ideas más revolucionarias, y obviamente polémicas, del proyecto de reforma laboral y sindical. Una iniciativa que no es original (ni mucho menos), pero que, si se aplicara, cambiaría la manera de percibir la función de los gremios dentro del sistema financiero argentino. Javier Milei quiere “sindicatos capitalistas”, que “inviertan” en títulos públicos, acciones cotizantes en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, obligaciones negociables y otros productos del mercado de capitales criollo. Mano a mano, par y par, con los empresarios más importantes del país y, obviamente, los bancos participantes del sistema local. Y, por qué no, algún que otro fondo de inversión de alto grado internacional. La propuesta que el Gobierno quiere acelerar, y que estará dentro del proyecto final de reforma laboral que ingresará al Congreso, es convertir a los sindicatos en accionistas de los futuros fondos de inversión alimentados con dinero proveniente de los aportes voluntarios a los futuros regímenes vinculados al “Fondo de Cese Laboral” o, más popularmente, “Fondo de Despido”. La intención surge en momentos de muy mala relación entre el Gobierno nacional libertario y la conducción clásica y obligatoriamente “combativa” de la Confederación General del Trabajo (CGT); en tiempos donde se habla de avanzar con la “ultraactividad”, la “prelación” y todas las iniciativas que los gremios ven —con mucha razón, por cierto— como una amenaza a su imponente poder real. Sin embargo, la visión oficial es que, en el fondo, se trata de hombres (y alguna que otra mujer) que saben dónde se pueden hacer negocios. Como, por ejemplo, la creación de dinero y su administración bajo una sociedad que puede ser productiva para todas las partes, sumando también al mundo empresario. Y este es el caso. La idea parte de los laboratorios del Ministerio de Desregulación de Federico Sturzenegger y apunta a cambiar, de raíz, la relación entre el Gobierno, el mundo sindical y los trabajadores en relación de dependencia, desde la visión donde el Ejecutivo ve el punto de contacto entre las partes: el dinero. Y la manera en que puede solucionarse de raíz uno de los problemas más complejos a los que siempre apuntan los privados: cómo solventar un sistema de despidos extremadamente costoso, al punto de convertirse en una traba sustancial al momento de evaluar la contratación de nuevos empleados en relación de dependencia. Esto es, en blanco. En un país donde se estima que el 40% (o más) de los trabajadores tienen un vínculo laboral total o parcialmente informal con los privados —y también con el Estado en todas sus variantes—. Con este nuevo Fondo de Despido, consagrado originalmente en la Ley Bases II del 12 de junio de 2024 (pero con casi nulo uso en la vida real desde entonces), la intención es replicar una experiencia aparentemente exitosa traída de las huestes de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA) y la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco): el mecanismo que regula de manera flexible el momento en que un trabajador del gremio queda sin actividad por la finalización de una obra. Este “Fondo de Cese Laboral”, amparado por ley, reemplaza la indemnización por antigüedad y es financiado con aportes mensuales del empleador. El porcentaje es del 12% durante el primer año de la relación laboral y del 8% a partir del segundo. En caso de despido o finalización de obra, el trabajador puede retirar el dinero acumulado. Para esto debe tener al menos ocho meses de trabajo con aportes en los últimos dos años. Con matices, es el esquema que se quiere implementar con el flamante Sistema de Cese Laboral, previsto en el Anexo II del Decreto 847/2024, como régimen “alternativo” a la indemnización por antigüedad. Según la norma, el sistema es voluntario (a través del aval de los gremios) y se establece desde el convenio colectivo correspondiente. Y aquí viene la novedad capitalista: se administra a través de Fondos Comunes de Inversión Abiertos (FCI) o Fideicomisos Financieros (FF), con participación directa en las decisiones por parte de los sindicatos que lo integren. Dicho de otra manera, los gremios podrán incorporar integrantes a la sociedad que tomará decisiones de inversión financiera o real para manejar el dinero que trabajadores y privados aportarán al fideicomiso, del cual saldrá la plata para pagar futuras indemnizaciones. Podrán decidir, por ejemplo, si esos fondos se colocan en obras de infraestructura, empresas con potencial de crecimiento y emprendimientos privados con futuro; o, en su defecto, en apuestas financieras como plazos fijos, acciones, bonos, obligaciones negociables, letras públicas o, por qué no, algún “carry trade”, si el momento financiero lo amerita. Todo vale en un fideicomiso avalado y fiscalizado por la CNV, más en tiempos libertarios. Y, en un país abierto, incluso con sindicatos tradicionales y “gordos” como accionistas. Y, por qué no, también de tendencia de izquierda. Desde la CNV se defiende la medida. El titular del organismo que controla el mercado de capitales argentino, Roberto E. Silva, presentó el plan afirmando que “hemos trabajado una vez más con el ministro Sturzenegger y el equipo del Gobierno nacional en esta propuesta que tiene la potencialidad de revolucionar la forma en que se implementan y acuerdan las indemnizaciones, a la vez que integra inversores institucionales de largo plazo en el mercado de capitales”. Aseguró, además, que “es una medida que promueve los valores de la libertad en Argentina e impulsa el desarrollo del mercado de capitales, al mismo tiempo”. Entre los principales ítems, el régimen propone que: Las cuotapartes o los valores fiduciarios podrán ser a nivel individual, empresa o sectorial. Las partes podrán establecer libremente el porcentaje de la remuneración o monto fijo que aportará el empleador y la periodicidad. El Fondo de Cese Laboral será inembargable. Los instrumentos solo podrán recibir aportes de empleadores y/o trabajadores. En caso de aporte del empleador, las cuotapartes estarán cedidas con condición suspensiva a favor del trabajador, empresa o sector. En el caso de los FCI, sus órganos podrán determinar libremente políticas y objetivos de inversión, dentro de las reglas de diversificación. El trabajador podrá disponer de las cuotapartes cuando pasen a su titularidad, pero no podrá realizar nuevas suscripciones. Respecto de los FF, la CNV señala que: No habrá obligación de publicar prospecto. Las políticas de inversión deberán ser consistentes con el objeto del régimen. Se admite incorporar fiduciantes. Se podrán emitir valores fiduciarios adicionales. Este Fondo de Cese Laboral o Fondo de Despido es de adhesión voluntaria desde el propio gremio, por lo que el Gobierno encarará ahora una política de persuasión hacia los popes de los sindicatos más importantes, dada la magnitud de sus afiliados. Por default, petroleros, aceiteros, mineros y algunos sectores en auge podrían ser los primeros en sumarse. En la mira están camioneros, comercio y la industria en general (incluida la UOM), donde las retribuciones pueden convertirse en una fuente de aportes inolvidable para los fondos. La idea es convertir a los popes sindicales —especialmente a los más gordos y de naturaleza capitalista— en administradores de fondos de inversión. Que desembarquen en el mundo trader y conozcan sus bondades. Especialmente la de multiplicar dinero desde el mercado de capitales. Y, mejor aún, estar por arriba de los bancos y profesionales de la administración de fondos, una tarea siempre rendidora. Pablo Temes Por Carlos Burgueño-Perfil

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