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» Misionesparatodos
Fecha: 08/12/2025 08:47
La designación de Alberto Arrúa al frente del bloque Innovación Federal y el nuevo tarifazo energéticos son dos señales que revelan lo mismo: Misiones afianza su autonomía política mientras la Nación insiste en decisiones centralistas que castigan al interior. Entre la construcción silenciosa del poder provincial y la torpeza del gobierno nacional para entender la realidad fuera del kilómetro cero, la distancia no deja de crecer. Misiones marca el rumbo; Buenos Aires, una vez más, marca el golpe. La política nacional suele ofrecer señales que, si se leen con atención, dicen más que los discursos. La designación del misionero Alberto Arrúa como presidente del bloque Innovación Federal en la Cámara de Diputados de la Nación es una de esas señales que conviene mirar con calma: no sólo ordena el mapa interno del espacio, sino que marca la postura de una provincia que no está dispuesta a dejar que otros decidan por ella. Arrúa, que ya acumula dos años de mandato, no es una figura improvisada. Fue mencionado incluso por Cristina Fernández de Kirchner, no para celebrarlo, sino para subrayar —con su estilo característico— el pecado imperdonable de haber acompañado proyectos del gobierno de Javier Milei. Irónicamente, esa marca que pretendía ser un estigma terminó convirtiéndose en un activo político. Convertirse, aun sin buscarlo, en enemigo de la presidentaedel PJ —la misma dirigencia que facilitó con torpezas sucesivas el ascenso del actual Presidente—terminó otorgándole a Arrúa un peso propio que hoy se traduce en conducción parlamentaria. El bloque que presidirá no es menor: misioneros del Frente Renovador Neo y legisladores de Salta, alineados con el gobernador Gustavo Sáenz, componen un espacio estratégico, capaz de inclinar la balanza en votaciones donde se discuten leyes que afectan directamente a todas las provincias. En una entrevista en Canal 4 Posadas, Arrúa lo sintetizó con claridad: Innovación Federal tendrá peso propio y acompañará únicamente los proyectos que beneficien realmente a Misiones. Sin estridencias y sin necesidad de pelear con nadie, marcó territorio. Pero la señal más fuerte está puertas adentro. Esta misma semana juró como diputado nacional Oscar Herrera Ahuad, cuyo currículum político habla por sí solo: ministro de Salud Pública, vicegobernador, gobernador, presidente de la Cámara de Representantes. Uno de los dirigentes más completos que tiene Misiones, con una imagen positiva cercana al 90%. Sin embargo, la presidencia del bloque quedó para Arrúa. Y lejos de ser un desplante, es un gesto político quirúrgico: Herrera Ahuad entiende de ubicación, de tiempos y, sobre todo, de humildad estratégica. Lo que construye el proyecto provincial no son las vanidades, sino la eficacia. La decisión, entonces, es más profunda que un reparto de cargos. Es una declaración de independencia: Misiones define sus vocerías, sus liderazgos y sus prioridades sin pedir permiso. En un Congreso donde el kirchnerismo intenta sostener lo que queda de su estructura y el oficialismo nacional acelera sin tablero, Innovación Federal aparece como un actor que sabe que su poder está en la coherencia y en la convicción de defender lo propio. Arrúa asume la presidencia del bloque en ese contexto. No sólo como dirigente, sino como mensaje. Y en la política argentina, los mensajes oportunos valen más que cualquier discurso prolongado. Misiones vuelve a mostrar que no necesita gritar para hacerse escuchar. Basta con decidir bien. Nuevo golpe El Gobierno Nacional volvió a revisar el esquema de subsidios energéticos y, como ya es costumbre, las provincias quedaron reducidas al papel de convidadas de piedra. Desde 2026, las boletas de luz llegarán más cargadas, pero no por decisión local: la arquitectura completa del nuevo modelo —topes, porcentajes, meses, criterios— lleva firma porteña. La responsabilidad es enteramente nacional, aunque la bronca, ya lo sabemos, siempre golpea primero a las ventanillas provinciales. El cambio derribó el esquema N1–N2–N3 y lo reemplazó por un régimen único de subsidios, más chico y más estrecho. Nación fijó un techo de 300 kWh para los meses fuertes y 150 kWh para los templados. A ese bloque se le aplicará un subsidio del 50%. Todo lo que quede por encima se pagará a tarifa plena, sin contemplaciones. El criterio de quién accede —ingresos, registros sociales, canastas básicas— también lo definió exclusivamente el Gobierno Nacional. Las provincias no movieron una coma. Y ahí aparece el costado más irritante para Misiones y el NEA: marzo quedó catalogado como mes templado, con apenas 150 kWh subsidiados, cuando para esta zona del país, es uno de los meses de mayor calor, mayor demanda y consumo récord. El año pasado, de hecho, el pico se registró exactamente en marzo. Pero el esquema fue diseñado con la climatología del centro del país, donde un ventilador es un accesorio y no una herramienta de supervivencia. El resultado de esa lógica centralista es sencillo: buena parte del consumo de los misioneros quedará fuera del subsidio y se pagará a precio pleno. No por derroche, no por abuso del aire acondicionado, sino porque Buenos Aires decidió ignorar que hay provincias con realidades climáticas distintas y mucho más exigentes. Conviene dejarlo claro: la suba de tarifas y la reducción de subsidios es una política nacional, diseñada, definida y ejecutada desde Nación. Las provincias, incluida Misiones, solo aparecen como la cara visible cuando llega la boleta y estalla la bronca, pero no definieron ni los topes, ni los meses, ni los porcentajes, ni los criterios. La discusión de fondo no es técnica, es política: cuando el país se mira únicamente desde el kilómetro cero, las consecuencias siempre caen sobre los que están lejos del Obelisco. Y después piden federalismo. Por Sergio Fernández
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