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Basavilbaso » Riel FM
Fecha: 08/12/2025 06:30
Cada 8 de diciembre, coincidiendo con la celebración de la Inmaculada Concepción, se da inicio a una de las costumbres más arraigadas de la temporada navideña: el armado del Árbol de Navidad. Esta práctica, extendida en gran parte del mundo, combina elementos de antiguos rituales paganos con el simbolismo cristiano. El origen se remonta a los pueblos celtas, que decoraban robles durante el solsticio de invierno como símbolo de fertilidad y renovación. Con el tiempo, esta costumbre fue adoptada y resignificada por el cristianismo. Aunque no existe un vínculo directo entre la Virgen María y el árbol, la Iglesia sugirió comenzar su armado el 8 de diciembre como forma de unir esta tradición con una fecha litúrgica relevante. La superstición popular también aportó lo suyo: se dice que armar el árbol ese día trae buena suerte. Hoy, la ceremonia es más práctica y decorativa: muchas familias compran un árbol artificial -pino o abeto- y lo adornan con luces, lazos, esferas y estrellas. La costumbre de colocar regalos debajo del árbol proviene también de los celtas, quienes al finalizar sus rituales encendían antorchas y compartían obsequios como símbolo de esperanza ante la llegada del verano. En el Norte de Europa, el mito del Árbol del Universo -Yggdrasil- influyó en los primeros cristianos, quienes reinterpretaron ese símbolo como representación del nacimiento de Jesús. Mientras el árbol pagano recibía sacrificios, el cristianismo lo transformó en un signo del sacrificio ya hecho por Cristo en la cruz. Durante la Reforma, Martín Lutero eligió el pino por sus hojas perennes, como emblema del amor eterno de Dios. En contraposición, los católicos adoptaron el abeto, cuya forma triangular remite a la Santísima Trinidad. También otras tradiciones, como el Árbol de la Vida en el judaísmo o la simbología del manzano del Paraíso, han nutrido el imaginario del árbol navideño. Incluso los colores y adornos que lo visten tienen significados diversos, que van desde la pasión y el arrepentimiento hasta la esperanza y la fe. Así, el Árbol de Navidad sigue siendo mucho más que una decoración: es un símbolo que condensa siglos de historia, creencias y espiritualidad, iluminando los hogares cada diciembre con un mensaje que trasciende religiones y culturas.
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