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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/12/2025 02:42
Este año el kirchnerismo se rompió y entró en crisis. La conducción está en pugna y las disputas de poder aumentarán con el correr del próximo año El kirchnerismo se rompió. Lo aceptan sus dirigentes. Tal vez eviten decirlo en público para no herir susceptibilidades. Pero lo asumen con la resignación que imprime la crueldad de la política. Nada es eterno. Nadie es eterno. Cambian las caras, los contextos, las necesidades, la llegada a las masas. El kirchnerismo ya no es la fuerza que supo ser en el comienzo del milenio. Hay un proceso político que terminó. Lo que hoy existe, según expresan quienes integran el mundo K, es una concentración de la ideología, el sentir y la forma de ejercer el poder que tuvo el kirchnerismo, en la figura de Cristina Kirchner y en la agrupación La Cámpora, que conduce Máximo Kirchner. Sangre pura. Familia. La identidad K. “¿Qué es el kirchnerismo hoy? Es La Cámpora por sobre todas las cosas. Porque CFK conduce a una parte del peronismo, que excede a los K”, analizó una senadora nacional de larga trayectoria en el peronismo. La organización ultra K ya no es solo la que ostenta la marca del cristinismo, sino también la que se adueñó, sin quererlo, de las estructuras que quedaron en pie de aquella fuerza que gobernó 12 años. Al kirchnerismo lo rompieron la condena, inhabilitación y detención de Cristina Kirchner; la decisión de Axel Kicillof de no apoyar el desembarco de CFK en la presidencia del PJ Nacional; la canción que el camporismo entonó contra el Gobernador en el Club Atenas de La Plata; el desdoblamiento electoral; y la desconfianza permanente, sistemática y profunda entre el kicillofismo y el cristinismo. El liderazgo de Cristina Kirchner está en declive y la disputa interna del peronismo bonaerense la mantiene en el centro de la escena (REUTERS/Alessia Maccioni) “Adentro está todo roto. Hay muchas tensiones, muchas divisiones. Axel y los intendentes, por un lado. Cristina y La Cámpora, por el otro. El kirchnerismo no existe más como unidad política”, graficó un importante dirigente camporista, que acepta la realidad lejos de las reivindicaciones obtusas y sordas que realizan los que están en el extremo de una organización que convive lejos del centro. El kirchnerismo quedó concentrado en un dispositivo político pensado y ejecutado durante el último año y medio. El PJ Nacional, La Cámpora y Primero la Patria. Tres sectores para contener al cristinismo y al peronismo K. A la dirigencia que sigue viendo en CFK una líder indiscutida y con una cabeza lúcida. Los tres armazones, jugando en sintonía en el mapa político, intentan dar una muestra de amplitud. La mesa chica del cristinismo pensó la edificación de esa estructura para correr los márgenes de un armado político que decreció en forma brusca el día que Kicillof le dio vida al Movimiento Derecho al Futuro (MDF) y logró alinear a cerca de 40 intendentes y representantes de distintos sindicales detrás de su potencial candidatura a presidente. En ese esquema creado para sostener al gobernador en el proceso de autonomía a Cristina Kirchner hay una resistencia muy grande a la dirigencia camporista, sus modales, sus formas de entender y manejar el poder. Son esos intendentes, encuadrados en una visión más clásica del peronismo, los que pasaron por el kirchnerismo y, una vez que el mandatario bonaerense pegó el portazo, se subieron a un colectivo que los aleje del mundo K. Axel Kicillof es el principal candidato a presidente que tiene el peronismo en el final del 2025 (REUTERS/Francisco Loureiro) “Se odian. No se pueden ni ver. Es imposible pensar en resolver estas diferencias con una interna partidaria o unas PASO. Porque, inevitablemente, va a terminar mal. Los principales dirigentes se tienen que reunir y buscar una forma de lograr un acuerdo para llegar al poder. El peronismo solo se ordena desde el poder”, fue la cruda reflexión que hizo una dirigente con mucho camino recorrido en el peronismo bonaerense. Con el kirchnerismo partido y concentrado en un ala cristinista, la discusión macro del peronismo es cómo generar un proyecto político y electoral que ofrezca al electorado una opción viable y sustentable que se diferencia de Milei. Pero para que ese proyecto tenga futuro, lo primordial es que el espacio político no vuele por los aires, no viva en una interna constante y no caiga en una etapa de fuego cruzado que los debilite a todos los que participen de esa guerra. Los que conocen bien los tiempos de la política sostienen que para mayo del año que viene, o más tardar junio, el peronismo debe tener definido el camino que quiere seguir y la forma en que lo va a recorrer. Si juntos o separados. Después vendrá el tiempo de los nombres, de las candidaturas, de las campañas. Pero antes, lo primordial para la fuerza política es saber cuál será el rol de CFK, Axel Kicillof, Sergio Massa y los gobernadores. Unidos o divididos. Lo tienen que definir cueste lo que cueste. La mayoría de los dirigentes peronistas sabe con claridad que la única forma real de que se ordenen las múltiples diferencias es que el espacio político vuelva a ocupar la Casa Rosada. “El peronismo solo se ordena desde el poder. Con audacia y decisión”, afirmó un legislador del interior. Es difícil, casi imposible, que se ordene en el llano. Sobre todo cuando el liderazgo de la dirigente más influyente de la oposición está en crisis y su sucesor natural es odiado y apuntado como un traidor por denominados “soldados de Cristina”. Máximo Kirchner quiere retener el control del PJ Bonaerense y el kicillofismo quiere ese lugar para los intendentes El peronismo que ya no es K quiere a Máximo Kirchner afuera del PJ Bonaerense el año que viene. “Qué haya internas. Hace mucho que no hay democracia interna en el PJ. Que todos participan y compitan. Todos adentro y a definir por los votos”, exclamó un intendente del conurbano cercano a Kicillof. Con elecciones o con una discusión de unidad, el kicillofismo quiere que se concrete el final de Kirchner en el partido. El hijo de CFK quiere seguir y está dispuesto a competir. Cuando pase la parte más álgida del verano, el peronismo bonaerense entrará en una temporada de rosca partidaria para resolver si el PJ tiene una conducción K o más identificada con el peronismo de la provincial. El kirchnerismo perdió la identidad con la que nació. Esa identidad que protegía a sectores que llegaban desde las universidades, los movimientos de derechos humanos, las organizaciones sociales y la militancia política, y confluían bajo un mismo techo. Una convergencia de sectores con base en la provincia de Buenos Aires que se entremezclaba con los gobernadores y el peronismo del interior, detrás del liderazgo del matrimonio Kirchner. Ese tiempo ya pasó. El kirchnerismo ya no está al mando del barco peronista, aunque su jefa sigue teniendo influencia en las cámaras legislativas y en sobre algunas intendencias. Cuando se abra la puerta del 2026 la discusión sobre el futuro del proyecto político se profundizará. Es el gran desafío que tiene el peronismo a partir del 1 de enero.
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