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    Fecha: 07/12/2025 00:43

    sábado 06 de diciembre de 2025 | 6:00hs. Este fin de semana se lleva adelante la 56ª edición del Festival Nacional de la Música del Litoral y 18ª del Mercosur, una culturosa costumbre regional con más de seis décadas de trayectoria. Resulta que en noviembre de 1963 un grupo de trabajadores de cultura de la provincia de Misiones concretaron un hecho artístico sin precedentes en el medio, lo llamaron Festival de la Música Litoraleña, se realizó en el Anfiteatro Manuel Antonio Ramírez, de la ciudad de Posadas, durante ocho jornadas miles de personas pudieron acceder a un espectáculo de música y danza de primer nivel, a un simposio de música del litoral con exposiciones de reconocidos intelectuales y a una feria artesanal; artistas populares, consagrados y delegaciones provinciales enaltecieron una propuesta novedosa, recibida por un público ávido y exigente. Dado el éxito alcanzado, se repitió al año siguiente y así sucesivamente, el Festival se transformó en un ícono del quehacer cultural de esta parte del país; creció como otros nacidos en la misma década, todos exponentes de idiosincrasias arraigadas, de particularidades determinantes y buscando dar a conocer aspectos ignorados de una Argentina variopinta. En el transcurso de sus ediciones tuvo varias denominaciones, en la cuarta se lo tituló Festival de la Música del Litoral, en 1968 se lo nombró Festival Folklórico de Misiones, al año siguiente como Festival Folklórico del Litoral y un año después -en 1970- retomó la designación de Festival Folklórico de Misiones por dos ediciones consecutivas. En 1972 -por única vez- se lo bautizó Festival del Centenario de Posadas, dos ediciones más adelante se lo denominó Nuevo Festival Folklórico Municipal de la Ciudad de Posadas, un año más tarde Festival del Litoral y desde 1977 hasta 1980 se lo conoció como Festival de la Solidaridad. En esa década y media -años más, años menos- el Festival alcanzó su apogeo institucional, la importancia a nivel nacional se consolidó; sin embargo, a partir de los años 80 se inició una etapa de declive que se mantuvo hasta la década siguiente; si bien se realizaron ediciones consecutivas -salvo en 1981-, no se alcanzó el nivel que supo tener el evento hasta entonces y en cada una, la realidad imperante en el país se hizo sentir inexorablemente. En 1982 se logró el reconocimiento nacional y pasó a ser Festival Nacional de la Música del Litoral, aunque en 1984 se lo designó como Festival Folklórico Regional y III Muestra de Arte Misionero, al año siguiente retomó el nombre de Festival Nacional hasta 1989. En 1990 se le agregó a la denominación “en Navidad”; dos años después se llevó adelante la edición 27, “a la vieja usanza” de comisiones y subcomisiones, se entregó el premio Antorcha de Plata “al artista que más haya logrado el aplauso del público en su paso por los festivales desde 1963”, el reconocimiento fue para Horacio Guarany; para la siguiente vez se esperó tres años, además de las causas económicas del país en general, en enero de 1994 el edificio municipal de Posadas fue destruido por un incendio total, las pérdidas materiales afectaron seriamente el desempeño de la institución, el siniestro determinó urgencias, prioridades y necesidades para el proceso de reorganización y reconstrucción. En diciembre de 1995 una nueva gestión asumió la responsabilidad institucional local, meses más tarde el Intendente Municipal decidió la realización del Festival Nacional de la Música del Litoral, la vigésima octava edición estaba en marcha. La estructura cultural respetó la tradicional: se realizó la Selección de Nuevos Valores, la Feria Artesanal en la explanada del Anfiteatro, el Simposio y el Festival Artístico en el escenario Alcibíades Alarcón, durante cuatro noches (4 al 7 de diciembre); también se instauró un premio con la denominación Mensú de Oro con un requisito fundamental: “Ser otorgado al artista, persona o institución que hubiera colaborado, en el transcurso de los años, a la difusión, promoción, consolidación del Festival Nacional de la Música del Litoral”, considerando que se honrara a nivel nacional y a nivel regional alternadamente. El primero fue entregado a Ramón Ayala, consistió en una medalla de oro 24 kilates, con un grabado en el anverso, cuyo dibujo original fue obra de Hugo Viera, representaba a un mensú -peón yerbatero o maderero del siglo XIX y mitad siglo XX-. Este renacer fue dificultoso, mantuvo características fundacionales, a las ya descriptas se suman el uso de antorchas para agradecer actuaciones memorables, la apertura a cargo de las máximas autoridades, el papel preponderante de los presentadores, el mal tiempo; las innovaciones de aquellas noches renovaron el perfil de la “Fiesta Mayor de Posadas” como se la definió: la Peña de los Artistas, el Premio Revelación -entre los ganadores de los Pre Festivales-, la actuación de artistas de otros géneros -consagrados como Víctor Heredia- y varias “perlitas” renovaron el imaginario colectivo -por ejemplo, Horacio Guarany con custodia policial ante el fervor de los fans, Antonio Tarragó Ros (h) designado Padrino del Festival… por uno de los locutores, la primera actuación de Ángel Pato García en el escenario mayor del Anfiteatro-. Al dejar inaugurada esa edición, el Intendente Municipal dijo “es un compromiso fundamental con el folklore, que es la ciencia de los pueblos”, “un homenaje a todos los músicos, los que están presentes y los que ya se fueron y han puesto su sangre en este Festival que hoy renace con todo júbilo”. En lo sucesivo los responsables de la organización pujaron por emprolijar las interminables grillas, por acercar la brecha entre los artistas locales y los nacionales, por sumar calidad técnica al espectáculo, por “estar a la altura de los tiempos”; llegaron al escenario exponentes como Rubén Rada, Jairo, Leonardo Fabio, Hugo Varela, Mariano Mores, Juan Carlos Baglietto, Estela Raval, Salsa con Clase, Tango Ballet, Los Carabajal, Los Nocheros, León Gieco-; de los pre festivales se consagraron como Revelación Fausto Rizzani, Vanesa Avellaneda, Trío Gatomoro, Grupo Tacuapú, El Fogón, Los Caballeros del Taragüí, Kossa Nostra y varios más, el universo musical misionero continuaba evolucionando. Se reconoció el trabajo de bailarines, coreógrafos y estudiosos…el camino fue largo pero seguro. En el año 2000 frente a la situación imperante en el país se decidió realizar el festival de manera descentralizada durante tres jornadas, una noche en Miguel Lanús, otra en Villa Cabello y el cierre en el Anfiteatro; cuatro ediciones después se sumaron a los reconocimientos el Premio Consagración, una elección popular e “in situ” y desde 2008 lo disfrutamos como Festival Nacional de la Música del Litoral y del Mercosur, al año siguiente se incorporaron las pantallas gigantes y la escenografía artesanal pasó a ser recuerdo. Esta fiesta de Posadas y de Misiones está vigente porque el público la reconoce y los artistas la enaltecen, muchos aspectos cambiaron, se adaptaron, evolucionaron… hasta el viejo Paraná cambió, ahora está más cerca y más sabio. ¡Hasta la semana próxima!

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