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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/12/2025 00:38
Elon Musk y cómo piensa colonizar Marte La idea de instalarse en Marte siempre fue un faro para la exploración espacial. Desde los pasos iniciales sobre la Luna, las agencias internacionales observaron al Planeta Rojo como la frontera lógica hacia un asentamiento humano permanente. Sin embargo, cada avance hacia ese destino expone un dilema central: cualquier misión que pretenda sostener vida en ese entorno hostil necesita estructuras resistentes y sistemas confiables que protejan a los astronautas. Y casi nada de lo necesario se encuentra a mano. Transportar toneladas de equipamiento desde la Tierra vuelve la misión ineficiente y extremadamente costosa. Esa limitación impulsó la búsqueda de soluciones innovadoras que permitan valerse del propio suelo marciano para crear lo indispensable. La colonización marciana podría reducir costos mediante el uso del regolito local combinado con procesos biológicos innovadores (Imagen ilustrativa Infobae) En los últimos años, distintas líneas de investigación tomaron fuerza dentro del enfoque conocido como utilización de recursos in situ, una estrategia que consiste en usar materiales nativos del lugar de destino para reducir la dependencia terrestre. Ahora, un trabajo reciente desarrollado en la Universidad Politécnica de Milán elevó ese concepto a una dimensión nueva al plantear una posibilidad sorprendente: fabricar materiales de construcción en Marte gracias a un sistema biológico basado en dos bacterias capaces de transformar el regolito en un bloque sólido y resistente. El trabajo fue publicado en la revista científica Frontiers y abrió un abanico de aplicaciones que excede la mera creación de muros. Este avance se apoya en un proceso natural presente en la Tierra desde edades remotas: la biomineralización. Así como los organismos primitivos ayudaron a moldear costas, arrecifes y formaciones minerales, los científicos creen que la misma lógica podría reproducirse en Marte. Expertos señalan que aprovechar materiales marcianos mediante biomineralización permite crear estructuras sólidas sin transportar equipos pesados desde la Tierra (NASA/JPL-Caltech/MSSS/LANL/PhotonSys) En el centro del hallazgo aparecen dos especies conocidas por su desempeño en ambientes extremos: Sporosarcina pasteurii y Chroococcidiopsis. La primera se destaca por su capacidad de producir carbonato de calcio a través de la ureólisis, lo que permite consolidar suelos sueltos. La segunda es una cianobacteria resistente a condiciones muy adversas, incluso similares a las del entorno marciano simulado en laboratorios terrestres. Según los investigadores, al combinar ambas especies en un cocultivo se obtiene una materia prima única. Sporosarcina pasteurii secreta polímeros naturales que estimulan la formación de minerales y fortalecen el regolito, mientras que Chroococcidiopsis aporta oxígeno y crea un microambiente que favorece el funcionamiento de su compañera. El estudio propone cultivar materiales en Marte con bacterias capaces de transformar suelo suelto en compuestos resistentes adecuados para la impresión 3D en condiciones extremas - NASA Esa alianza microbiana también ofrece una ventaja crucial: la sustancia polimérica producida por la cianobacteria protege a Sporosarcina pasteurii frente a la radiación UV, una amenaza constante en la superficie marciana. El equipo de Milán resumió su visión con una frase que condensa el potencial del método: “La esporosarcina secreta polímeros naturales que fomentan el crecimiento mineral y fortalecen el regolito, convirtiendo el suelo suelto en un material sólido similar al hormigón. Prevemos este cocultivo bacteriano mezclado con el regolito marciano como materia prima para la impresión 3D en Marte”. Los desafíos que impone el entorno marciano y la importancia de una construcción local Ingenieros de la NASA están trabajando para estabilizar una cubierta antipolvo en una de las cámaras del instrumento científico SHERLOC a bordo del rover Perseverance en Marte. (NASA/JPL-CALTECH/ASU/MSSS) Marte fue, hace miles de millones de años, un planeta con características mucho más amables para la vida. Su atmósfera era más densa y su superficie mostraba ríos y lagos que hoy solo sobreviven como huellas fósiles. Con el tiempo, la radiación solar erosionó su manto protector y dejó un mundo frío, desértico y expuesto. La presión atmosférica actual es inferior al uno por ciento de la terrestre y sus temperaturas varían entre -90 °C y picos poco frecuentes que apenas superan los 20 °C. A esto se suma la ausencia de aire respirable y una radiación constante que amenaza cualquier organismo sin protección. En un contexto así, construir un refugio no es simplemente levantar paredes. Es diseñar una estructura que brinde aislamiento térmico, blindaje frente a partículas energéticas y soporte vital confiable. La logística de transportar cemento, acero u otros materiales desde la Tierra vuelve el plan impráctico. Por eso, la posibilidad de generar un compuesto resistente con los elementos disponibles en el planeta representa mucho más que un avance técnico: redefine la viabilidad misma de una colonia marciana. La combinación de Sporosarcina pasteurii y Chroococcidiopsis ofrece un cocultivo que consolida el regolito y genera insumos esenciales para futuros asentamientos humanos (NASA/JPL-CALTECH) La biomineralización aplicada al regolito funciona como una respuesta natural a esa necesidad. Su principal virtud es el aprovechamiento de un recurso abundante: la superficie de Marte está cubierta por una mezcla de polvo, fragmentos de rocas y minerales que pueden unirse con los polímeros adecuados. La intervención bacteriana facilita esa unión y permite obtener una base sólida apta para técnicas modernas como la impresión 3D. De este modo, los investigadores imaginan módulos habitables que no dependan de materiales externos y puedan levantarse con un nivel de autonomía inédito para misiones humanas. Además, el cocultivo presenta una ventaja complementaria. Chroococcidiopsis produce oxígeno, lo que significa que, dentro de sistemas cerrados, podría colaborar con el soporte vital de los astronautas. Investigadores describen un método donde bacterias secretan polímeros naturales que fortalecen el terreno marciano favoreciendo la construcción de hábitats seguros (EFE/EPA/CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH) Sporosarcina pasteurii, por su parte, genera amoníaco como subproducto metabólico, una sustancia que podría aprovecharse para fertilizar cultivos en sistemas agrícolas de circuito cerrado. Ese aspecto abre la puerta a una futura autosuficiencia alimentaria y se vincula con los primeros pasos de una eventual terraformación. El equipo lo resume en el texto original de la investigación: “La Chroococcidiopsis, con su capacidad de producir oxígeno, podría contribuir no sólo a la integridad del hábitat sino también a los sistemas de soporte vital de los astronautas”. La relevancia del estudio también se relaciona con las muestras obtenidas por el rover Perseverance en el cráter Jezero. Si ese material confirmara rastros de vida antigua, reforzaría la idea de que el ambiente marciano pudo albergar organismos capaces de intervenir en ciclos químicos del planeta. El proceso de biomineralización señalado por científicos europeos permitiría fabricar materiales tipo hormigón en Marte reduciendo la dependencia logística de la Tierra (NASA) Eso no significa que el método de construcción actual dependa de microbios autóctonos —los investigadores insisten en evitar una contaminación cruzada que afecte el estudio del planeta—, pero sí inspira reflexiones sobre cómo la vida, en cualquiera de sus variantes, puede actuar como agente geológico. Tal como describen los autores, los mismos microorganismos que transformaron la Tierra podrían ofrecer herramientas para transformar Marte. Una tecnología que avanza entre límites, oportunidades y el reloj de las misiones espaciales La propuesta científica plantea que futuros colonos podrían generar insumos estructurales directamente en Marte mitigando costos y mejorando la resiliencia operativa (NASA) Aunque los beneficios potenciales del método son evidentes, el camino hacia una aplicación real todavía requiere validación. Las agencias espaciales planean establecer el primer hábitat humano en Marte hacia la década de 2040, pero la misión de retorno de muestras, esencial para estudiar en detalle el regolito real, enfrenta demoras continuas. Ese obstáculo retrasa la posibilidad de ensayar el sistema microbiano con material auténtico del planeta. Mientras tanto, los científicos trabajan con simuladores de regolito diseñados a partir de datos enviados por los rovers. Estos simuladores permiten avanzar en fases críticas del proceso. El desafío principal consiste en comprobar cómo se comportan los cocultivos al interactuar con un sustrato que replica el suelo marciano y cómo responden a factores de estrés como la radiación, la baja presión o la extrema variabilidad térmica. El proceso de biomineralización señalado por científicos europeos permitiría fabricar materiales tipo hormigón en Marte reduciendo la dependencia logística de la Tierra (NASA’s Goddard Space Flight Center) Cada ensayo suma información para ajustar los modelos predictivos que definirán la conducta de la biocementación bajo condiciones reales. La robótica también ocupa un lugar estratégico en el desarrollo. El uso de impresión 3D en un entorno con gravedad distinta, temperaturas extremas y restricciones energéticas exige algoritmos robustos y mecanismos de control adaptados al terreno. Replicar la gravedad marciana en la Tierra representa un desafío técnico complejo, pero indispensable para anticipar el comportamiento de los materiales durante la construcción. Los investigadores señalan que la eficiencia del proceso requerirá sistemas autónomos capaces de funcionar con supervisión limitada, dado que las actividades en superficie serán riesgosas para cualquier astronauta. El estudio resalta que Chroococcidiopsis produce oxígeno contribuyendo a sistemas de soporte vital clave para misiones prolongadas en entornos marcianos desafiantes ( NASA/JPL-CALTECH/MSSS/Handout via REUTERS) A pesar de esas limitaciones, cada avance del proyecto mejora la perspectiva a largo plazo. Si los experimentos continúan validando la resistencia del material producido y la estabilidad del cocultivo, los futuros colonos podrían contar con una técnica que combine versatilidad, bajo costo y autonomía. Más allá de la construcción de refugios, la misma estrategia podría derivar en módulos agrícolas, depósitos presurizados o estructuras auxiliares producidas directamente en el planeta. En ese escenario, la presencia humana en Marte dejaría de depender de cargamentos repetidos desde la Tierra y evolucionaría hacia un sistema autosostenible. Los investigadores ven en la colaboración microbiana una estrategia integral que combina construcción generación de oxígeno y desarrollo de ecosistemas productivos (Imagen Ilustrativa Infobae) La investigación que impulsa este progreso resume su impacto potencial en una frase que refleja el espíritu del hallazgo: “Aprovechar los materiales locales es la clave para impulsar la presencia humana sostenible en Marte, destacaron los expertos”. Si ese objetivo se cumple, la colonización del Planeta Rojo dejará de ser un ideal para convertirse en un proyecto concreto basado en ciencia, innovación y la sorprendente ayuda de dos microorganismos.
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