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    Parana » ER 24

    Fecha: 06/12/2025 23:26

    El silencio en las calles y los negocios vacíos en Paraná Por Hernán Javier Blazquez – Pte UPEI Paraná, Entre Ríos — 2025 Las calles de Paraná ya no suenan igual. Lo que hasta hace pocos años era un movimiento constante de peatones, comercios en plena actividad y locales disputando la atención del público, hoy muestra otra postal: persianas bajas, carteles de “Se alquila”, circulación reducida y un clima de incertidumbre que atraviesa la capital entrerriana. La recesión económica golpea fuerte, y el impacto se hace visible —y audible— en el silencio urbano que se extiende por el microcentro. Un centro comercial que se apaga Durante los últimos meses, la ciudad registró una cantidad inusual de cierres comerciales. En las principales cuadras de la Peatonal San Martín y sus calles laterales, se cuentan decenas de locales vacíos que alguna vez formaron parte del corazón comercial de Paraná. La postal es repetida: negocios que no resistieron la caída del consumo, alquileres imposibles de sostener y costos fijos que superaron cualquier expectativa. Los comerciantes que aún permanecen abiertos reconocen que trabajan “para cubrir gastos” y que las ventas se redujeron notablemente en relación con años anteriores. La frase que más se escucha en el sector es siempre la misma: “La gente sólo compra lo indispensable”. Paraná hoy tiene una intendente como Rosario Romero que no se preocupa por la ciudad, por la parte comercial inactiva, y no mira la cantidad de negocios que cierran. Total inactividad. Ventas que no repuntan y bolsillos que no acompañan La baja del poder adquisitivo se convirtió en el principal factor detrás del derrumbe del consumo. En muchos hogares, los ingresos corren detrás de los precios, y el ajuste familiar recaé de manera directa sobre el comercio minorista. En rubros como indumentaria, calzado o bazar —tradicionalmente fuertes en la ciudad— las ventas registran caídas pronunciadas. A esto se suman nuevos hábitos de consumo: las compras online crecieron de manera acelerada y muchos consumidores optan por plataformas digitales que ofrecen precios más bajos y entregas rápidas, aún a costa del mercado local. Para los comerciantes paranaenses, la competencia es desigual. El efecto dominó: costos, deudas y cierres El incremento en tarifas, alquileres y servicios golpea tanto a pequeños locales de barrio como a comercios de trayectoria en el centro. Algunos decidieron trasladarse a zonas más económicas; otros, directamente, cerrar. En varios casos, familias que durante décadas sostuvieron negocios tradicionales se vieron obligadas a bajar la persiana por primera vez. El resultado es un microcentro con espacios vacíos y un movimiento reducido que retroalimenta el círculo negativo: menos circulación significa menos ventas; menos ventas, más cierres. El ruido que falta en las calles El impacto no es sólo económico. El silencio creciente en las calles céntricas modifica la vida urbana de Paraná. Con menos tránsito peatonal, menos actividad comercial y casi nula presencia nocturna, la ciudad pierde vitalidad y se aleja de aquella imagen bulliciosa y activa que la caracterizó durante años. Para muchos vecinos, caminar hoy por el centro es encontrarse con una ciudad a media luz. Desafíos y señales de esperanza Mientras distintas cámaras empresariales reclaman medidas urgentes, el sector comercial busca alternativas para sobrevivir: promociones, venta online, alianzas entre comerciantes y estrategias de fidelización. Sin embargo, coinciden en que la recuperación no será rápida ni sencilla sin políticas públicas que apunten a reactivar el consumo y aliviar la carga sobre pymes y pequeños negocios. Algunos emprendedores detectan pequeñas oportunidades en nichos puntuales, pero reconocen que no alcanzan para revertir un escenario general marcado por la caída de la demanda. Una ciudad en pausa La recesión económica dejó marcas visibles en Paraná: calles más silenciosas, comercios que ya no están, rutinas alteradas y una sensación latente de incertidumbre. Frente a ese panorama, el desafío será reconstruir el entramado comercial que históricamente dio vida al centro paranaense. La ciudad permanece en pausa, esperando que el movimiento —y el ruido característico de su gente— vuelva a ocupar las calles.

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