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» Misionesopina
Fecha: 06/12/2025 01:03
La recesión, el ajuste y la política nacional de “obra pública cero” están provocando un fenómeno que hasta hace poco parecía impensado: albañiles, electricistas, carpinteros y operarios de la construcción misioneros están cruzando la frontera en busca de trabajo. La falta de obras públicas, la caída de la construcción privada y la desaparición de miles de puestos formales empujan a los trabajadores a Brasil y Paraguay como única alternativa para sostener a sus familias. Según datos oficiales del Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (IERIC), Misiones tiene hoy apenas un tercio de los empleados registrados que llegó a tener en los años de mayor actividad, y menos de la mitad de los que sostenía hace dos años. Esta contracción se explica por un doble golpe: el freno absoluto de los proyectos financiados por la Nación y una retracción profunda del sector privado, que dejó de lanzar nuevos emprendimientos por la caída del poder adquisitivo y el aumento permanente de los costos. Oscar Marelli, delegado en Misiones de la Cámara Argentina de la Construcción, alertó que la obra pública está paralizada desde hace dos años. La totalidad de los grandes proyectos de infraestructura, vivienda e inversión social quedaron suspendidos por la decisión del Gobierno nacional de retirar financiamiento. “Lo poco que se mueve es gracias a los trabajos que ejecuta el Estado provincial, generalmente mantenimiento. Eso nos permite mantenernos en pie, pero no alcanza”, explicó. El panorama se repite en la obra privada: los costos suben, el crédito hipotecario es inexistente y la rentabilidad se desplomó. Varias empresas decidieron frenar proyectos que ya estaban en carpeta y no prevén iniciar nuevas construcciones en el corto plazo. La demanda de mano de obra, detalló Marelli, equivale hoy a apenas el 30% de la que existía en los mejores años del sector. Esta realidad tiene consecuencias directas: desocupación, changas cada vez más esporádicas y migración. “Hay muchos obreros que se fueron a Brasil o Paraguay”, confirmó Marelli. En el vecino país encuentran trabajos temporarios en construcción civil e infraestructura urbana, sectores que hoy tienen mayor actividad que en Argentina. Aunque las condiciones no siempre son claras y los traslados a veces se realizan sin toda la documentación requerida, la diferencia cambiaria y la falta total de oportunidades en Misiones terminan inclinando la balanza. La UOCRA describe un escenario aún más crudo. Su secretario general en Misiones, Héctor Vallejos, sostuvo que 2025 fue “un año muy complejo” marcado por la caída récord del empleo. Recordó que la provincia llegó a tener más de 18.000 trabajadores registrados y hoy no alcanza los 4.000. “No hay anuncios de obras importantes que permitan incorporar personal. El sector privado todavía no reemplaza lo público”, enfatizó. La organización recibe diariamente a obreros que buscan una changa, asesoramiento o ayuda para sostener a sus familias. Muchos llegan desde barrios alejados o municipios del interior con la esperanza de ser tomados en algún proyecto, pero la respuesta es siempre la misma: no hay frentes de obra activos. La política nacional de frenar la inversión estatal dejó paralizadas viviendas, hospitales, escuelas y infraestructura vial. A esto se suma la imposibilidad de acceder a créditos para construir o comprar una casa: con los salarios actuales, prácticamente nadie califica. El proceso migratorio que comienza a consolidarse en el sector no solo implica pérdida de capital humano y mano de obra calificada para Misiones, sino también un impacto social profundo. Formar un buen obrero lleva años, recuerdan desde la UOCRA, y la salida constante de trabajadores hacia países vecinos deteriora aún más la capacidad provincial de reactivar obras cuando la economía repunte. Mientras tanto, el fondo de desempleo y el seguro al que acceden los trabajadores desocupados apenas se sostienen entre seis y ocho meses. Cuando ese plazo se cumple, sin nuevas obras ni expectativas de empleo, el obrero queda sin red de contención. Es en ese momento cuando la decisión de migrar deja de ser una opción y se convierte en una necesidad. La responsabilidad del Gobierno nacional aparece señalada en cada análisis del sector. El freno a la obra pública no solo dejó sin empleo a miles de trabajadores, sino que además desarticuló cadenas productivas completas: la construcción mueve carpinterías, metalúrgicas, corralones, transportistas, fábricas de ladrillos y decenas de oficios ligados a la industria. Su caída arrastra a economías locales ya golpeadas por la recesión y la pérdida de poder adquisitivo. En este marco, la provincia intenta sostener algunos frentes de trabajo con recursos propios, pero la magnitud del parate impuesto desde Buenos Aires vuelve insuficiente cualquier esfuerzo local. Sin decisiones políticas nacionales que reactiven la inversión pública, el éxodo laboral seguirá creciendo. Mientras tanto, Misiones pierde obreros calificados que cruzan la frontera buscando lo que en su provincia hoy no existe: trabajo. Y el sector de la construcción, históricamente uno de los motores del empleo formal, se encamina hacia uno de los momentos más críticos de las últimas décadas.
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