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CABA » Plazademayo
Fecha: 05/12/2025 23:51
El especialista en defensa Sergio Eisa analizó la adquisición de 24 cazas F-16 por parte de Argentina y advirtió que la operación implica altos costos logísticos, dependencia tecnológica y restricciones geopolíticas aprobadas por el Reino Unido. Una adquisición celebrada, pero con dudas profundas La reciente compra argentina de 24 cazas F-16 volvió a encender el debate sobre la capacidad de defensa del país. El análisis del especialista en temas militares Sergio Eisa, publicado por la plataforma donde regularmente difunde sus informes técnicos, advierte que la operación está lejos de ser estratégica. Según explicó, aunque Argentina recupera la capacidad supersónica perdida desde 2016, lo hace mediante aeronaves antiguas que demandan una cadena de mantenimiento costosa y completamente dependiente de Estados Unidos. Eisa señaló que esta dependencia resulta especialmente problemática en un contexto donde el presupuesto de defensa disminuye año tras año. Por este motivo, consideró incierta la capacidad del país para sostener, en el tiempo, la operación plena de los F-16. Además, recordó que el soporte logístico de estos aviones requiere repuestos, entrenamiento y transferencia de conocimientos que solo pueden provenir del proveedor norteamericano. Costos, logística y el peso de la política internacional Asimismo, Eisa afirmó que la discusión no puede limitarse al plano técnico. Indicó que la dimensión política explica por qué el Reino Unido aprobó la operación, pese a su histórica resistencia a las compras militares argentinas. “Para Londres, esta venta no representa riesgo alguno”, sostuvo, apoyándose en publicaciones británicas que aseguran que es “altamente improbable” que Argentina pueda operar estos aviones en el Atlántico Sur o en cercanías de las Islas Malvinas. El especialista interpretó esta “luz verde” como una señal clara de que existen restricciones geopolíticas incorporadas en la negociación. En su lectura, la compra evita cualquier tensión con los aliados occidentales, pero no prioriza una política de defensa verdaderamente soberana. Por eso, sostuvo que las supuestas cláusulas secretas limitarían el despliegue de los F-16 hacia el sur del país, reduciendo su utilidad estratégica. Una compra que no fortalece la soberanía Eisa concluyó que la adquisición responde más a una alineación internacional que a un proyecto propio de defensa. Aun cuando el país recupera una capacidad perdida, advirtió que la estructura general del acuerdo —desde la dependencia logística hasta los condicionamientos políticos— impide pensar en los F-16 como una herramienta para fortalecer la autodeterminación militar argentina. Finalmente, planteó que la discusión debe colocarse en el plano del interés nacional, por encima de las conveniencias diplomáticas. De no hacerlo, la Argentina podría mantener una fuerza aérea renovada en lo simbólico, pero limitada en lo operativo.
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