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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/12/2025 10:39
Según proyecciones a 2040 elaboradas por el USDA, el International Nut Council (INC) y la FAO, se espera una brecha estructural superior a las 250.000 toneladas entre la demanda y la producción mundial de pistacho (Wikipedia) En los últimos meses, el pistacho se convirtió en un protagonista indiscutido dentro del mundo de la gastronomía, que comenzó a utilizarse como ingrediente en varios productos, sobre todo golosinas y postres. Este “boom” nació de una combinación de factores, entre los que resalta la viralización en redes sociales. En este contexto, la Argentina tiene la posibilidad de posicionarse como un nuevo polo de producción aprovechando sus condiciones climáticas, del suelo y y una ventana productiva que permite abastecer al mundo cuando el hemisferio norte no puede hacerlo. A nivel local, el furor por el pistacho se reflejó en una oleada de lanzamientos de alfajores, helados, bombones, trufas y, sobre todo, versiones locales del famoso chocolate Dubái y el alfajor Dubai, con chocolate amargo y corazón de pistacho. Un informe realizado por AgroFides destacó que el consumo mundial de pistachos crece de manera sostenida, impulsado por la expansión de nuevos mercados en Asia, Europa y América Latina. Aun así, la producción global continúa concentrada en unos pocos países del hemisferio norte, donde las limitaciones de superficie, agua y clima frenan la posibilidad de ampliar la oferta. En Argentina, el furor por el pistacho se reflejó en una oleada de lanzamientos de alfajores, helados, bombones, trufas y, sobre todo, versiones locales del famoso chocolate Dubái y el alfajor Dubai, con chocolate amargo y corazón de pistacho (imagen ilustrativa de Infobae) Según proyecciones a 2040 elaboradas por el USDA, el International Nut Council (INC) y la FAO, se espera una brecha estructural superior a las 250.000 toneladas entre la demanda y la producción mundial de pistacho. Esta diferencia, que se mantendría en el tiempo, abre una oportunidad para el desarrollo de nuevos polos productivos en el hemisferio sur —con la Argentina a la cabeza—, donde la producción contraestacional permite abastecer a los mercados globales en los períodos de menor disponibilidad. Por ahora, la producción mundial continúa fuertemente concentrada en países tales como Estados Unidos, Irán y Turquía. Pero estas regiones enfrentan hoy limitaciones: disponibilidad de agua, superficie productiva saturada y restricciones climáticas que dificultan ampliar la oferta. La Argentina, en cambio, cuenta con condiciones agroclimáticas óptimas para el pistacho, especialmente en regiones semiáridas como San Juan, donde la combinación de suelos fértiles, radiación solar y baja humedad reduce riesgos productivos y permite obtener un fruto de alta calidad. De acuerdo con datos del INTA, en los últimos 5 años, el cultivo del pistachero experimentó un crecimiento exponencial y aumentó más de un 500% las hectáreas cultivadas, sólo en la zona núcleo (Sur de San Juan-Norte de Mendoza). Según el último Censo Nacional Agropecuario (2018), San Juan se constituye como la principal provincia productora a nivel nacional, con 6.500 hectáreas que representa aproximadamente el 90% de la superficie cultivada en la Argentina. En segundo lugar, se encuentra Mendoza, con alrededor de 770 hectáreas cultivadas. Más atrás están las provincias de La Rioja (100 ha) y La Pampa (55 ha). A la fecha, su expansión ha franqueado límites interprovinciales, registrándose experiencias o intenciones de iniciar nuevos cultivos en distintas zonas de las provincias de Catamarca, La Rioja, La Pampa, San Luis, Neuquén y Río Negro, según la información oficial. Un nuevo proyecto presentado por AgroFides, denominado La Memita – Fase II, propone escalar esa oportunidad que tiene la Argentina y abrir la puerta a inversores que buscan participar del mercado de pistacho. Argentina cuenta con condiciones agroclimáticas óptimas para el pistacho, especialmente en regiones semiáridas como San Juan (Wikipedia) El proyecto se desarrolla en San Juan y avanza ahora hacia su segunda etapa, incorporando 100 hectáreas productivas bajo un esquema de desarrollo profesionalizado. Cada unidad productiva cuenta con: Riego por goteo, reservorio y perforaciones Derechos de agua de turno y conexión a energía de red y solar Infraestructura operativa completa: galpón, vivienda, maquinaria y herramientas Plantación a 6x4, con aproximadamente 41.600 plantas en total Gestión 100% administrada por AgroFides, desde la plantación hasta la venta de la producción El modelo está diseñado para maximizar eficiencia, trazabilidad y rendimiento, reduciendo riesgos y optimizando costos. Esto permite invertir por el equivalente a una hectárea, con un esquema definido: Aporte inicial: USD 30.000 Aportes anuales (7 años): USD 6.000 Inversión total por hectárea: USD 72.000 Horizonte: 7 años Retorno estimado: entre 14% y 20% anual en dólares El instrumento utilizado es un fideicomiso, que otorga participación directa y proporcional en los activos productivos: tierra, árboles, infraestructura y la producción futura. Esto permite acceder desde una hectárea hasta las 100 que conforman la fase actual del proyecto. Desde AgroFides destacaron que el pistacho se consolidó como un cultivo de baja volatilidad y larga vida útil: un árbol puede producir durante más de medio siglo Desde AgroFides destacaron que el pistacho se consolidó como un cultivo de baja volatilidad y larga vida útil: un árbol puede producir durante más de medio siglo. Su rendimiento avanza de manera progresiva y recién alcanza su madurez comercial entre los años ocho y nueve, etapa en la que comienza a generarse la distribución anual de resultados. A esa curva natural de crecimiento se suma un factor clave: un precio internacional que mostró una notable estabilidad en el tiempo. Combinado con un déficit estructural de oferta a nivel global, el pistacho ofrece un escenario atractivo para invertir. Detrás del proyecto se encuentra Juan Ponelli, CEO de AgroFides, quien contó cómo llegó al mercado del pistacho: “Venimos de una familia históricamente vinculada al agro desde la llegada de mis bisabuelos a la Argentina. Se radicaron en Misiones, donde iniciaron un yerbatal y luego un pinar. Aquellas actividades forman parte de una tradición familiar de larga data que ya no continuamos, pero que marcó nuestro vínculo con el sector primario. Con el tiempo, la familia siguió en ganadería y forestación, mientras que mi desarrollo profesional tomó otro camino”. “Mi carrera estuvo enfocada en grandes empresas y en proyectos tecnológicos de escala global. Comencé en Positivo BGH, el joint venture entre BGH y Positivo, la principal compañía tecnológica de Brasil, que cotiza en bolsa. Lideré esa firma durante muchos años. Viví más de cinco años en África —en Ruanda, Kenia y Sudáfrica—, donde abrí fábricas de computadoras y tablets, desarrollé proyectos educativos de gran impacto e incluso participé en la digitalización de censos nacionales", relató. Juan Ponelli, CEO de AgroFides “Hacia 2018 comenzó a interesarme el mundo de los frutos secos. Soy una persona inquieta y, cuando un tema me obsesiona, lo estudio hasta comprender cada detalle. Empecé a analizar alternativas tanto en Argentina como en Portugal —país al que incluso evaluaba mudarme en ese momento— y comparé distintos cultivos. El pistacho sobresalió claramente frente a otros frutos secos: desde el punto de vista del negocio, era el más atractivo y el más rentable", explicó. “Me sumergí en el análisis integral del cultivo, desde la biología de la planta hasta la estructura productiva y comercial. En 2019 regresé a la Argentina, asumí la posición de CEO global en mi compañía tecnológica y, en paralelo, seguí profundizando este proyecto hasta que finalmente mi familia y yo decidimos entrar de lleno en el sector del pistacho”, añadió. Este cultivo tiene una particularidad: posee barreras de entrada muy altas y solo puede desarrollarse en muy pocos lugares del mundo. Requiere condiciones climáticas específicas: un invierno con suficientes horas de frío, veranos calurosos, marcada amplitud térmica y climas secos o semiáridos. La Argentina reúne estas características y tiene el potencial para posicionarse como líder del pistacho en el hemisferio sur. Como referencia, en EEUU solo se produce en el Valle de San Joaquín, California. Si bien la producción local crece año a año, a nivel mundial aún es marginal. Con el tiempo, el mercado interno quedará chico y la mayor parte de la producción se orientará naturalmente a la exportación, con impacto positivo en la economía. “El pistacho es un proyecto de larguísimo plazo: una plantación tiene un horizonte productivo de hasta cien años. En el país ya existen árboles de 40 o 50 años que siguen dando frutos, y en otras regiones del mundo los hay incluso centenarios. Pero también exige paciencia: el cultivo comienza a producir recién después de seis años, lo que dificulta obtener financiamiento a tasas razonables que acompañen ese ciclo”, dijo Ponelli. “Hoy contamos con 110 hectáreas plantadas, una inversión muy significativa, de USD 2 millones, y un plan de expansión que requiere asociar capital y conocimiento para que el cultivo crezca en la Argentina. La estructura elegida es la de un fideicomiso, que funciona de manera similar a un esquema accionario: permite sumar inversores, pero con una administración y una gestión totalmente profesionalizadas y altamente tecnificadas”, concluyó.
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