04/12/2025 03:06
04/12/2025 03:06
04/12/2025 03:05
04/12/2025 03:05
04/12/2025 03:04
04/12/2025 03:04
04/12/2025 03:04
04/12/2025 03:03
04/12/2025 03:03
04/12/2025 03:02
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/12/2025 02:33
Miguel Ángel Oliver, ex secretario de comunicación del gobierno de Pedro Sánchez y actual presidente de la agencia EFE La agencia EFE, un gigante informativo de habla hispana y una de las empresas periodísticas multimedia más importantes del mundo en su tipo, conmemora seis décadas de presencia en Argentina -aquí se instaló en 1965 su primera oficina fuera de España- con una muestra fotográfica inequívocamente titulada Testigos de la historia, abierta al público hasta el 1 de marzo de 2026 en el emblemático Museo de la Inmigración MUNTREF de Retiro. Se trata de una impactante sucesión de imágenes que recorre 60 años de la memoria colectiva argentina, de Perón a Milei, pasando por Lionel Messi, Martha Argerich, Julio Cortázar, Mercedes Sosa, Duki, Mirtha Legrand y Estela Carlotto. El recorrido principal de la exposición se centra en los hitos sociales y políticos de Argentina, mientras que cuatro microrrelatos visuales abordan transformaciones, tensiones y expectativas de nuestra sociedad, vista desde la perspectiva de una máquina de producir noticias con, en este caso en particular, un banco de 25 millones de fotografías tomadas a lo largo de 86 años. Para Miguel Ángel Oliver, presidente de EFE en diálogo con Infobae en el mismísimo lugar de la exhibición, resulta el símbolo de “seis décadas de trabajo y la demostración de un salto importante de la agencia, que salió de su crisálida española para extenderse por distintas partes del mundo, por América y Europa”. El periodista y conductor de la cadena SER y canal 4, profesor universitario y secretario de Estado de Comunicación entre 2018 y 2021, repasa en esta conversación algunos hitos en la historia de la agencia, el valor del fotoperiodismo como testigo, las particularidades de la revolución tecnológica que afrontan los medios de comunicación, y la diferenciación entre “verdad” y “realidad” a la hora de informar. La agencia EFE celebra 60 años en Argentina con la muestra fotográfica "Testigos de la historia" en el Museo de la Inmigración MUNTREF — ¿Qué significa en términos simbólicos este aniversario del desembarco de EFE en Argentina, primer país en América? —Creo que demuestra la voluntad americana de la agencia Efe. Una voluntad de conocimiento mutuo, porque la agencia surge en aquellos días, que son días de la dictadura (1965). Estamos hablando de la dictadura franquista, pero con una intuición muy reveladora de que España tiene que salir de sí misma. Tiene que comenzar ese aperturismo, que también políticamente se notó en los años 60 y 70. Son años tecnócratas, de desarrollo económico. La sociedad de mis padres, los de la generación de baby boomers, vivieron ese momento de desarrollo. Había pleno empleo. También había un pleno exilio de cientos de miles de personas que habían salido como consecuencia de la guerra civil. Aquel tiempo se vivió la sensación de que el sol volvía a iluminar por primera vez, tras décadas de muchas dificultades y de hambre en la posguerra, de los hombres y mujeres que habían nacido en los años 30 y que vivieron como niños la guerra, y ya como adolescentes lla dictadura. Entonces, que en ese momento la agencia EFE, que era un órgano de comunicación nacido en el franquismo, por y para el franquismo, se convierte en un elemento ilusionante, de mirar más allá, de ampliar el horizonte de tu país, me resulta emocionante. Y además, no solo eso, sino que eligiera como primer delegado en Buenos Aires a una persona muy singular: Mariano Perla. Un hombre que había sido republicano y que se exilió en 1939 como consecuencia de la derrota de la República frente al avance del franquismo. Ese fue el primer director aquí. Es decir, que el franquismo eligiera a un exiliado republicano de la guerra, tiene un simbolismo que a mí me parece muy importante en este contexto. Hay dos momentos muy diferenciados en la historia de EFE. La primera parte es la un medio de comunicación, un proveedor de noticias al servicio de una dictadura. Y desde el año 75, muerto Franco, al servicio de la democracia. Y yo represento hoy esa saga de periodistas y de responsables, presidentes, directores, compañeros que han servido a la democracia desde las filas de EFE. Por eso me resulta muy emocionante estar aquí y saber que aquí también se coció en parte una apertura que devino luego en la democracia española y también, con grandes dificultades, en las democracias latinoamericanas. —La muestra es impactante por la sucesión de hechos y personajes de la historia argentina que refleja. En particular, para usted, ¿Cuál es el poder de la imagen y en este caso del fotoperiodismo para reflejar nuestra historia? —El fotoperiodismo es un clásico que ha acompañado al periodismo moderno desde los albores de la fotografía y que va a seguir con nosotros. Y hablamos de fotos, no solo de vídeos, hablamos de fotografía. La fotografía fija la imagen, fija la realidad, permite detenerse en ella, buscar el enfoque, el encuadre. Por tanto, permite editorializar a través de la imagen : saber qué es lo que persigues, qué buscas, qué encuentras. A veces hay fotografías que el autor, después al revisitarlas, encuentra algo que no había visto en un primer vistazo, ¿no? Creo que la fotografía es un testigo de la historia y EFE tiene un archivo con millones de disparos. Somos testigos de la historia argentina de estos 60 años. En ese sentido, nos hace muy felices saber que hemos contribuido también a fijar parte de la historia con tantas imágenes y tantos miles, millones más que hay en los archivos de EFE. La agencia tiene veinticinco millones de fotografías. Es un archivo muy importante y cuando rebuscas en él te das cuenta de que a golpe de disparo, como entonces se hacía la fotografía, con aquel arte, aquella precisión, se vivieron momentos y personajes históricos. La agencia le debe muchísimo a su elenco fotoperiodístico. Somos deudores de muchas sagas de fotoperiodistas. Los ha habido enormes en la larga historia de EFE, y hoy lo constatamos aquí en esta exposición en Buenos Aires. Miguel Ángel Oliver destaca el salto global de EFE y su compromiso con el periodismo como servicio público —¿En qué momento se encuentra la agencia en medio de esta reconversión tecnológica fenomenal del periodismo? —Yo creo que la agencia EFE se encuentra bien, si sigue teniendo detrás de ella la voluntad de un Estado que quiere apostar por el periodismo como servicio público. Me parece que aquí hay una línea divisoria muy importante. Sí, evidentemente las industrias periodísticas están todas en crisis. Las industrias periodísticas privadas tienen un reto muy importante y las públicas también, ciertamente. Pero las públicas lo tienen para justificar la valía de la labor que realizan: su labor de servicio. Solamente puedo entender la tarea de la agencia EFE, como de otros medios públicos, si se dedican y consagran precisamente aquello para lo que han sido mandatados: el servicio público. Y la agencia EFE, según reza en sus estatutos, es propiedad de la sociedad en su conjunto. No pertenece a un partido, a un gobierno, aunque tiene una inyección económica del erario público muy importante, y lo es precisamente para salvaguardar algo que, en cambio, el mercado está amenazando. Luego, si entendemos la información como un servicio público, hoy muy nutritivo (cuando lo que abunda es la desinformación) creo que es un buen mandato que hay que honrar. Nosotros en España lo hacemos desde la perspectiva del artículo 20 de nuestra Constitución: “todos los ciudadanos tienen derecho a recibir una información veraz”. Y estoy convencido de que hoy en día, la agencia EFE es uno de los instrumentos más consolidados de la información veraz en nuestro contexto hispanoamericano. Entonces, me parece que tiene un papel muy importante. EFE no nació para ser un valor del Dow Jones. Nació para ser un valor de la sociedad y, por tanto, como servicio social no busca el rendimiento económico, busca el rendimiento social. Creo que eso es lo fundamental. Evidentemente nos persiguen las deudas, nos persiguen las dificultades, pero es que no hay ningún servicio público que sea beneficioso. No estamos en el IBEX 35, no estamos en el Nasdaq. Estamos para dar un servicio. Y hoy reafirmo la idea de que los medios de comunicación cumplen un servicio con la sociedad y los medios públicos tienen un servicio claro de servicio como el transporte, como la educación. Son pilares de nuestra sociedad, son pilares del Estado. Si tenemos un Estado detrás del servicio público, EFE siempre existirá. Si hay un Estado que quiere aminorar, que quiere recortar, que quiere meter la motosierra, el servicio público de la información también sufrirá mucho. Espero que ese momento no llegue nunca a España. EFE cuenta con un archivo de 25 millones de fotografías tomadas a lo largo de 86 año (Foto: archivo EFE /Ángel Díaz) —El debate sobre una mayor o menor intervención del Estado está abierto, en España y en Argentina también. —Me parece que es un debate abierto en todo el mundo. Aunque creo que nadie debate acerca de la necesidad de su existencia, si es más ancho o es más estrecho, si es elefantiásico o es ajustado. Es razonable y lógico. Yo creo que el debate es pertinente. Creo que hay excesos por un lado y por otro, del ultraliberalismo a los modelos en los que se fía todo al Estado para que el Estado sea el árbol que cobija todo y no es posible. Al final, el Estado es una representación de nosotros mismos y si somos nosotros mismos los que decidimos que necesitamos determinados servicios, lo que hay que hacer es financiarlos adecuadamente y creer en la bondad del servicio que se presta, cómo se presta y la honradez con la que se presta. Yo defiendo todo eso en la tarea de la agencia EFE. —En esta realidad de los medios de comunicación, hay un valor, el de la verdad, que parece estar en peligro. ¿Cómo se posiciona una agencia de noticias con alcance global para seguir navegando en estas aguas encrespadas de las fake news? —Yo creo que en el periodismo caben muchas cosas. Lo que hace falta es contarle a la gente aquello que le interesa. Y se hará en cada época, en distintos soportes, según determinadas fórmulas para llegar y relatar. Es fácil decir que el periodismo tiene un futuro prometedor. Otra cosa son las industrias periodísticas. O sea, la humanidad siempre va a necesitar relatos, ¿no? Y datos. Y datos que significan realidades, y realidades que a veces se confunden con verdades. Yo particularmente, y aquí no hago una reflexión en nombre de EFE, simplemente aporto mi pensamiento. Siempre he dicho que tengo una conflictiva relación con el término “verdad”: me parece un concepto moral. Yo puedo tener mi verdad y considerar que en torno a esa verdad, que es mía, se dirime lo bueno y lo malo. Pero como periodista tengo una aspiración distinta, que es aproximarme a la realidad. Me parece que “verdad” es un concepto demasiado contundente, que me remite a la religión quizá. Entonces, los hechos son verdad, los hechos son realidad, pero también dependerá del cristal con que lo mires, de la perspectiva, del momento, del encuadre. Hablábamos antes de la fotografía, ¿no? Yo creo que ante la realidad lo que hay que tener es voluntad de relatarla y ser todo lo honesto que se pueda. ¿Cómo? Las agencias lo hacemos tomando todas las fuentes posibles para un relato de la realidad. No solamente una visión maniquea, exclusiva, polarizada de uno de los lados. Eso no puede ser un relato de la realidad, sino de la verdad dogmática de unos frente a los dogmas de los otros. Por tanto, yo creo que hay que combatir la desinformación. Y la información debe vestirse con elementos de realidad, más que de verdades. Tampoco me atrevería yo a filosofar mucho más, porque filósofo no soy. Quiero dar cuál es mi aproximación: me asusta a veces la idea de la verdad, pero no me asusta la idea de la realidad, porque efectivamente, dependiendo de quién sea cada cual y de qué represente, la realidad tiene que ser abordada siempre en una agencia de noticias desde distintas perspectivas, desde todas las posibles. Y las perspectivas en periodismo son fuentes informativas. Nosotros tenemos la obligación de consultar a distintas fuentes, hasta tres por cada información que ofrecemos. No podemos simplemente basarnos en lo que dice una sola persona. Tenemos que contrastar. La idea de contraste en una agencia es fundamental. Para eso tenemos un libro de estilo muy estricto. La agencia EFE reafirma su misión de proveer noticias limpias y libres de injerencias ideológicas a miles de medios en todo el mundo, afirma Miguel Ángel Oliver —En pocas palabras, ¿Qué pide ese libro de estilo? —Tiene que consolidar los valores del periodismo de acuerdo a lo que es una democracia. Y el valor fundamental es que no puede haber una sola fuente. No somos una agencia oficial, somos una agencia pública, pero siempre atendemos a las distintas fuentes que nos dan fe de un acontecimiento. Y es eso lo que relatamos: un hecho, un acontecimiento, no una verdad conceptual o dogmática. Y eso es lo que fundamentalmente obliga el libro de estilo, aparte de dar una serie de normas estilísticas y de hablar de manera muy acertada, que es la economía del lenguaje. La agencia tiene que ser sujeto, verbo y predicado. Las florituras, déjasela luego, yo qué sé, a Borges o a Cortázar. Déjasela a los literatos, para eso están. O a lo mejor, con el andar del tiempo, tú puedes encontrar un estilo propio y ser reconocible como periodista, como narrador, como opinador. Pero un periodista de agencia es un periodista de sujeto, verbo y predicado, de un escrúpulo gramatical absoluto. El que se vaya de ahí sabe que está fuera de las normas de la Agencia EFE. El libro también habla de la neutralidad del lenguaje, otro elemento que me parece muy interesante. La neutralidad del lenguaje no significa exactamente la neutralidad ideológica, pero sí utilizar el lenguaje de una manera que concierne a todos y que no sea exclusivo de un lado o de otro. Frente a la neutralidad del lenguaje, existe hoy en día, y es fruto de la libertad, la beligerancia. Y yo no le pongo ni un pero, yo vengo toda mi vida de la información en el sector privado. Reivindico eso como un elemento de nuestra libertad, la libertad editorial. Pero una agencia como EFE no se lo puede permitir. De la agencia tienen que beber los medios, abonados, instituciones, organismos de todos lados. Ese es el gran abrevadero. Hay agua limpia: se pretende eso. Hay que introducir en el sistema la información más limpia posible y luego ya cada uno le pondrá la gota de picante o de especia o de lo que sea, que cada uno quiera. Nosotros no hacemos eso. Nosotros servimos un producto limpio y curado de, en la medida de lo posible, todo tipo de influencia ideológica e injerencia política. Suena muy angelical... Yo tampoco quiero ser ingenuo, pero eso es lo que pretende la agencia EFE. Y ese es el motivo por el que la agencia EFE tiene, entre otros Infobae, a miles de clientes abonados en todo el mundo. ¿Son todos del mismo sesgo ideológico? No. Hay que interpretar eso. Eso significa que sienten como necesaria nuestra provisión de alimento informativo. La dan por buena. Nosotros no somos exactamente un medio. Nosotros somos proveedores de noticias. Me interesa mucho esta diferencia. Nosotros somos como un mercado de abastos. Infobae, Clarín o La Nación son el restaurante. Cada uno pone su receta. Tú vas al mercado de abastos y dices: “Quiero la mejor hortaliza, quiero el mejor bonito o el mejor atún mejor, el más fresco, la mejor carne de vaca”. Aquí la tiene. Usted luego la cocina como quiera. [Fotos: RS Fotos]
Ver noticia original