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  • Ecología trasladó a hembra yaguareté con cachorros y ahora “no tiene rastros” – MisionesOpina

    » Misionesopina

    Fecha: 03/12/2025 02:10

    El Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables de Misiones difundió el martes un extenso comunicado sobre la situación de la yaguareté “Pará” y sus cachorros, a poco más de un mes de su relocalización desde la zona de las 2.000 Hectáreas en Iguazú hacia el Parque Provincial Esmeralda, en la Reserva de Biósfera Yabotí. Según informó la cartera ambiental, la traslocación de la hembra y sus dos crías fue una “medida excepcional” adoptada frente a “una situación crítica que ponía en riesgo la vida de la madre y sus cachorros”, luego de que “otras alternativas de manejo no habían dado resultado”. En ese marco, el traslado controlado a “un área más segura” se presentó como “la única opción viable para garantizar su supervivencia”. Ecología destacó que en octubre “una yaguareté junto a sus dos cachorros fueron reinsertados en óptimas condiciones de salud y con comportamiento acorde a la vida en libertad”. Subrayó que se trató de una intervención “inédita a nivel mundial”, al trasladar a una hembra silvestre con crías desde un entorno de alto riesgo a otro ámbito natural, y que el operativo fue diseñado con “criterios técnicos especializados”, ajustando cada etapa al comportamiento biológico de la especie. El Ministerio remarcó que la decisión fue consensuada en el ámbito de la Subcomisión Selva Paranaense para la Conservación del Yaguareté, integrada por el propio Ministerio de Ecología, el Instituto Misionero de Biodiversidad (IMiBio), Proyecto Yaguareté (CeIBA-CONICET), la Fundación Azara a través de Güirá Oga, la Administración de Parques Nacionales y Aves Argentinas. Todas esas instituciones consideraron, según el texto oficial, que la intervención era “impostergable” por el “alto riesgo” que enfrentaba el ejemplar. En cuanto al procedimiento, Ecología explicó que las jaulas de transporte de la madre y sus crías fueron ubicadas “de manera enfrentada para el reconocimiento mutuo” y que luego de un tiempo prudencial se abrió para permitir “la salida voluntaria de los animales”. Las cámaras trampa “registraron la salida de la hembra, mientras que el egreso de los cachorros no fue detectado por el equipamiento”. Más tarde se hizo un rastrillaje con guardaparques y técnicos en la zona de liberación, que “no arrojó indicios sobre la presencia de los cachorros en las inmediaciones ni signos de intervención de depredadores”. El monitoreo actual, detalla el comunicado, se realiza mediante un collar satelital colocado en la hembra adulta, que emite señales periódicas y permite conocer sus desplazamientos. Ecología aclara que este tipo de dispositivo “solo puede ser colocado en animales adultos” y que, por esa razón, “no es posible determinar con certeza la situación actual de los cachorros”. Hasta el momento, admite el Ministerio, “no se dispone de registros directos que confirmen su localización”, por lo que el seguimiento continúa enfocado en la madre como “principal referencia territorial y de comportamiento del grupo”. El texto oficial agrega que no existen, con la información disponible, “elementos técnicos que indiquen que las crías no continúen su desarrollo en el ambiente natural”, y vincula la confidencialidad sobre el sitio de liberación y los datos del operativo con la necesidad de “no poner en riesgo la supervivencia de los ejemplares”. Cita como antecedente el caso de la yaguareté “Açai” en el Parque Nacional El Impenetrable, de quien tampoco se tienen registros recientes, para remarcar “la vulnerabilidad de estos procesos” y la importancia de respetar “los tiempos naturales de la especie”. El operativo de traslado Un silencio que inquieta y versiones que alarman Mientras el Ministerio insiste en que el monitoreo se centra en la hembra y que, por ahora, no hay evidencia que descarte que las crías sigan vivas en la selva, el punto más sensible del comunicado quedó explícito: el propio organismo reconoce que no tiene registros directos de los cachorros desde la relocalización. Esa admisión, sumada al carácter inédito del operativo y al manejo reservado de la información, abrió una cadena de preguntas que, por ahora, no tiene respuesta oficial. En Iguazú, la periodista Kelly Ferreyra, directora del portal LaVozDeCataratas, publicó una columna donde reclama explicaciones y asegura que, según la información que pudo reconstruir, los cachorros se habrían perdido como consecuencia de decisiones erradas y de “soberbia institucional”. Ferreyra repasa que durante meses advirtieron sobre la presencia de Pará en zonas rurales, el ataque a perros y la preocupación de los vecinos, y que esas alertas fueron inicialmente desestimadas. En su artículo, cuestiona la forma en que se resolvió el conflicto: habla de un manejo “hermético, improvisado y soberbio”, señala que el Ministerio ignoró recomendaciones de especialistas que sugerían evaluar alternativas como el Iberá, y resalta que, una vez concretado el traslado, “nada, absolutamente nada, se dijo de sus crías”. El silencio posterior a la suelta y la ausencia de informes técnicos públicos alimentan, según la periodista, la percepción de que algo grave pudo haber ocurrido y no se está contando. Ferreyra formula una serie de preguntas que hoy circulan en ámbitos conservacionistas y entre organizaciones locales: ¿qué pasó con los cachorros desde el momento de la liberación?, ¿se los buscó sistemáticamente?, ¿existen reportes internos sobre su estado?, ¿por qué nunca se publicó información concreta más allá del monitoreo satelital de la hembra? Su conclusión, hasta que haya otra explicación, es tajante: que los cachorros se perdieron “por decisiones erradas, por ocultamiento y por soberbia institucional”. A estos planteos se suman las observaciones de especialistas y organizaciones dedicadas al manejo de grandes felinos, que recuerdan que los protocolos internacionales (IUCN, Panthera, WCS, Rewilding, entre otros) desaconsejan de manera enfática la captura y traslado de hembras con crías dependientes, salvo en situaciones de riesgo extremo cuidadosamente documentadas. El principal argumento es que el estrés de la captura, el encierro y el movimiento puede romper el vínculo materno: la hembra puede dejar de lactar, rechazar a las crías o alejarse de ellas. Los expertos también subrayan que las crías pequeñas no regulan bien la temperatura, no pueden caminar largas distancias y dependen totalmente de la madre para alimentarse y refugiarse. Cualquier traslado implica, para ellas, un riesgo directo de mortalidad durante o después del operativo. Además, mover a una familia completa a un territorio desconocido aumenta la vulnerabilidad: la madre no conoce rutas de escape, zonas de refugio ni lugares seguros donde ocultar a sus cachorros. Desde estos sectores remarcan que la legislación argentina —incluida la Ley 22.421 de Conservación de la Fauna y la Ley 25.463 que declara al yaguareté Monumento Natural Nacional— obliga a evitar acciones que impliquen sufrimientos, traumas o riesgos innecesarios para la especie. Bajo esa lectura, un traslado de alto riesgo con crías tan pequeñas choca con el espíritu de protección reforzada que la propia normativa establece. Como alternativa, los técnicos mencionan que existen otras herramientas de manejo del conflicto cuando un gran felino se aproxima a áreas rurales: monitoreo intensivo con cámaras trampa, medidas de prevención en corrales, sistemas de ahuyentamiento, acompañamiento a productores y vigilancia permanente del estado del animal sin necesidad de capturarlo. En el caso de Pará, sostienen, la opción más segura habría sido mantener a la hembra y sus crías en su territorio original, bajo un esquema riguroso de seguimiento, antes que someterlas a un traslado complejo. En paralelo, fuentes del sector conservacionista —que prefieren mantenerse en reserva por temor a represalias profesionales— deslizan una hipótesis inquietante: que los cachorros podrían haber muerto durante el operativo o en los días posteriores, ya sea por estrés, por problemas en la logística o por fallas en el protocolo aplicado. Nadie se anima, por ahora, a afirmarlo en público, entre otras cosas porque el impacto de una tragedia de este tipo, en una especie emblemática a escala mundial, sería enorme. La combinación de un comunicado que reconoce que “no hay registros” de las crías, el hermetismo oficial sobre los detalles del operativo y las advertencias de especialistas que señalan que nunca debió trasladarse a una madre con cachorros tan pequeños, alimenta la sospecha de que algo salió mal. Sin acusaciones directas, pero también sin respuestas claras, el caso de Pará deja instalada una pregunta que atraviesa a la sociedad misionera y a la comunidad científica: ¿dónde están los cachorros de la yaguareté Pará y qué ocurrió realmente durante y después de su traslado? ABAJO EL COMUNICADO DE ECOLOGÍA CUANDO CAPTURÓ A LA MADRE CON SUS CRÍAS PARA EL TRASLADO

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