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  • Obesidad y depresión infantil: qué impacto puede tener el uso de celulares antes de los 12 años

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 02/12/2025 13:02

    Investigadores advierten que el uso de celulares antes de los doce años incrementa riesgos para la salud física y mental (Imagen Ilustrativa Infobae) Un nuevo estudio confirma el impacto que los teléfonos inteligentes podrían tener en la salud física y salud mental de los niños. La investigación, realizada en más de 10.000 niños de 12 años y publicada en la revista Pediatrics, halló que los adolescentes que reciben teléfonos a edades más tempranas tienen más probabilidades de padecer obesidad, depresión y falta de sueño. El estudio, realizado por investigadores del Hospital Infantil de Filadelfia (CHOP), en colaboración con investigadores de la Universidad de California, Berkeley, y la Universidad de Columbia, Nueva York y liderado por el doctor Ran Barzilay, advirtió que la edad a la que los niños reciben su primer dispositivo puede marcar una diferencia significativa en su bienestar futuro. “Antes de darle un celular a un niño hay que pensar lo que implica para su salud, y actuar en consecuencia”, afirmó Barzilay, autor principal del estudio y psiquiatra infantil del Centro de Prevención, Intervención e Investigación del Suicidio Juvenil del CHOP. Más de diez mil adolescentes participaron en un estudio que vincula el acceso temprano a celulares con obesidad y problemas de salud (Imagen Ilustrativa Infobae) Los investigadores descubrieron que poseer un teléfono inteligente a los 12 años se asociaba con un mayor riesgo de depresión, obesidad y falta de sueño, y que adquirirlo a una edad más temprana se asociaba con mayores riesgos de obesidad y falta de sueño. Además, entre los adolescentes que no tenían un teléfono inteligente a los 12 años, adquirir uno durante el año siguiente se asociaba con un mayor riesgo de problemas de salud mental y falta de sueño a los 13 años, en comparación con sus compañeros que no tenían teléfono a los 13 años. Anteriormente, otro estudio publicado en la revista Journal of Human Development and Capabilities había analizado el impacto del uso de teléfonos inteligentes antes de los 13 años y concluyó que cuanto menor era la edad de adquisición, peores eran los indicadores de salud mental en la adultez temprana. El problema es que los niños acceden a edades cada vez más pequeñas. Un estudio realizado por Unicef y Unesco en Argentina descubrió que en nuestro país obtienen el primer celular antes de los 10 años y el 80% usa redes sociales todos los días. Consecuencias en la salud mental Investigadores concluyeron que la edad de inicio en el uso de celulares influye en el bienestar físico y mental de los adolescentes (Imagen Ilustrativa Infobae) Entre los efectos del uso del celular a edades tempranas se encuentran la falta de sueño. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), el porcentaje de estudiantes de secundaria que no duermen lo suficiente aumentó entre 2009 y 2021. El informe afirma que los adolescentes en Estados Unidos no duermen las 8 a 10 horas recomendadas por noche. Aproximadamente 6 de cada 10 estudiantes de secundaria y 7 de cada 10 de preparatoria no duermen lo suficiente. Existen varias causas, pero una nueva es el vamping, término proveniente del inglés vampire (vampiro) y texting (envío de mensajes) y se refiere a la práctica de quedarse despierto hasta altas horas de la noche utilizando dispositivos electrónicos (celulares, tablets, computadora, play station). El doctor Fernando Burgos, médico pediatra, miembro de la subcomisión de Medios y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría (MN 81.759), explicó a Infobae que la consecuencia más grave del vamping es el no poder dormir y descansar bien. Estas son algunos de sus efectos: Entre las consecuencias de la falta de sueño por uso de celulares se encuentran cambios de humor y baja concentración (Imagen Ilustrativa Infobae) Cambios en la personalidad y mayor irritabilidad. Problemas de atención: para realizar procesos sencillos, lentitud en el aprendizaje y alta falta de concentración en las tareas diarias. Fatiga visual: Debido a que se reduce el parpadeo y la humectación del ojo. Dolores musculares y de cabeza Afecta las defensas y el sistema inmune. Produce cansancio, debilidad, fatiga, estrés y dificultad para concentrarse. Nomofobia: miedo irracional a estar sin el celular. La psiquiatra Geraldine Peronace alertó en una nota anterior de Infobae sobre la hiperexcitación e hiperestimulación del uso desmedido de pantallas: “La salud mental está en juego. Realmente la situación es compleja y grave”, sostuvo. Relacionó esta crisis con la exposición temprana a pantallas y aseguró que el desarrollo biológico de los niños no avanza al mismo ritmo que la tecnología. “La tecnología creció, pero la biología sigue a su ritmo. Nada apura la biología”, explicó. Frente a esta problemática, la psiquiatra mencionó: “El año pasado, 2024, la Sociedad Española de Pediatría recomendó que de 0 a 6 años, cero pantallas”, dijo. En cuanto a los niños mayores de seis años, advirtió que su uso debe ser muy limitado: “Con suerte una hora”. La exposición temprana a celulares puede provocar irritabilidad y depresión (Imagen Ilustrativa Infobae) La necesidad de un enfoque equilibrado El doctor Barzilay subrayó la importancia de considerar la madurez del menor: “Un niño de doce años es muy diferente a uno de dieciséis”, explicó a New York Times. “No es como un adulto de cuarenta y dos años que de cuarenta y seis”. Sin embargo, el investigador enfatizó la necesidad de un enfoque equilibrado: “Nuestros hallazgos sugieren que debemos considerar los teléfonos inteligentes como un factor importante en la salud de los adolescentes, abordando la decisión de darle un teléfono a un hijo con cuidado y considerando los posibles impactos en su vida y salud”, declaró en un comunicado del Hospital Infantil de Filadelfia. Añadió que “no afirmamos que los teléfonos inteligentes sean perjudiciales para la salud de todos los adolescentes; más bien, abogamos por una consideración cuidadosa de las implicaciones para la salud, sopesando tanto las consecuencias positivas como las negativas”. Reconoció que para muchos jóvenes, estos dispositivos pueden fortalecer las conexiones sociales, apoyar el aprendizaje y facilitar el acceso a recursos útiles, y que algunas familias los consideran necesarios para la seguridad o la comunicación. Los dispositivos electrónicos pueden fortalecer vínculos sociales pero también incrementan riesgos si no se regulan correctamente. Es clave la intervención de los padres (Imagen Ilustrativa Infobae) De cara al futuro, el equipo de investigación planea profundizar en los tipos de aplicaciones y patrones de uso que podrían estar relacionados con efectos adversos, así como identificar qué adolescentes son más vulnerables y quiénes podrían beneficiarse del uso de teléfonos inteligentes. “Lo más probable es que todos los adolescentes tengan un teléfono inteligente. Una vez que esto suceda, es recomendable supervisar lo que nuestros hijos hacen con sus teléfonos, asegurándonos de que no estén expuestos a contenido inapropiado y de que no interrumpan el sueño”, afirmó Barzilay en un comunicado del Hospital Infantil de Filadelfia. Y completó: “Es fundamental que los jóvenes tengan tiempo libre de sus teléfonos para realizar actividad física, lo cual puede proteger contra la obesidad y mejorar la salud mental con el tiempo”. Establecer reglas familiares claras antes de entregar un teléfono es una de las recomendaciones de los especialistas (Imagen Ilustrativa Infobae) Las recomendaciones incluyen, según el comunicado: Establezca reglas familiares claras antes de darle un teléfono a su hijo , utilizando un acuerdo para definir los términos de uso. Fije pautas para el uso del teléfono en los dormitorios , en la mesa y durante las tareas escolares, asegurándose de que todos los cuidadores y los niños las respeten. Ajuste la configuración de privacidad y contenido para evitar material inapropiado y discuta regularmente problemas relacionados con el teléfono, como interrupciones del sueño o conflictos, para encontrar soluciones juntos.

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