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  • Tras el aluvión de rindes trigueros, el suelo pedirá recargar nutrientes

    Parana » Campo En Accion

    Fecha: 02/12/2025 10:29

    Es muy probable que una parte importante de las reservas de nutrientes del suelo se encuentren agotadas, o ciertamente limitadas, tras los importantes rendimientos sobre trigo que se vienen registrando. Advierten que la soja de segunda podría tener menores respuestas por limitantes nutricionales. Con rindes récord en trigo y cebada, el desafío de esta campaña ya no está en el agua, sino en el manejo de los nutrientes, como el nitrógeno, fósforo y azufre, ya que será determinante para evitar pérdidas de calidad y competitividad en los planteos de doble cultivo trigo/soja de segunda y en los maíces tardíos. La campaña agrícola 2025/26 se presenta con condiciones excepcionales: perfiles hídricos recargados y rindes históricos en los cereales de invierno. Sin embargo, cuando el agua deja de ser la limitante, la nutrición se convierte en el factor crítico para sostener rendimiento y calidad. Con rindes proyectados en gran parte de la zona agrícola por encima de los 50 o 60 quintales por hectárea y con una oferta limitada de nitrógeno, los niveles de proteína pueden caer, y derivar en complicaciones a la hora de negociar los precios de comercialización. Desde Fertilizar señalan que las estimaciones proyectan que cerca del 45% del área de soja de esta campaña sea de segunda, por lo que, tras el escenario de la fina, plantean: “Luego de un trigo con altos rendimientos, es fundamental ajustar la estrategia de fertilización en esa soja; un cultivo de trigo de rendimientos elevados (récord en muchas zonas) implica necesidades nutricionales acordes a esta productividad, por lo que es muy probable que una parte importante de las reservas de nutrientes del suelo, especialmente fósforo (P) y azufre (S) se encuentren agotadas o, al menos, ciertamente limitadas”. En la entidad advierten además que, en caso de no reponer estos elementos “la soja enfrentará limitaciones nutricionales que afectarán su crecimiento, nodulación, rendimiento y calidad final (expresada como % de proteína)”. Aunque fija nitrógeno atmosférico, la soja necesita fósforo, azufre y otros nutrientes para desarrollar raíces y maximizar la fijación biológica del nitrógeno, nutriente que además de generar rendimiento le permitirá generar proteínas a la soja. Esteban Ciarlo, responsable técnico de Fertilizar, recordó que “en suelos con menos de 15 ppm de P (Bray 1), se recomiendan dosis de 15 a 25 kg/ha de P (equivalente a 35-55 kg/ha de P?O?) y de 10 a 15 kg/ha de S, preferentemente aplicados al momento de la siembra. Estas prácticas pueden incrementar los rendimientos en el orden del 20 al 25% en soja de segunda, lo que equivale a 400-500 kg/ha adicionales, además de mejorar la concentración de nutrientes (y por ende de proteína) en el grano”. La siembra de maíz temprano prevista inicialmente para la presente campaña se ha visto afectada en varias zonas por complicaciones logísticas ligadas a excesos hídricos, por lo que es probable que muchos lotes se deriven a siembras de maíz tardío. En este sentido, es importante destacar que las expectativas de rendimiento del maíz tardío este año son mayores a la de campañas anteriores, por lo que es indispensable hacer análisis de suelo y planificar una nutrición del cultivo acorde a una mayor productividad. Ciarlo destacó que “el nitrógeno, el fósforo y el azufre constituyen los nutrientes esenciales más determinantes para garantizar un adecuado desarrollo del maíz tardío, ya que intervienen directamente en procesos clave como la síntesis de proteínas, la formación de estructuras celulares y la generación de energía. De igual forma, no debe pasarse por alto la importancia del potasio, especialmente en regiones específicas como el este de la provincia de Entre Ríos y Corrientes, donde las deficiencias de este elemento pueden limitar el rendimiento”. Asimismo, aclaró que los micronutrientes, en particular el zinc, cumplen funciones críticas en la activación enzimática y en la regulación del crecimiento, por lo que su aporte resulta indispensable para alcanzar el máximo potencial productivo del cultivo. En este contexto, una estrategia de fertilización balanceada, basada en el muestreo y el análisis de suelo y en las condiciones locales de crecimiento, se vuelve fundamental para garantizar el éxito del maíz tardío.

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