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Victoria » Diario Victoria
Fecha: 02/12/2025 07:53
El tradicional edificio gastronómico bajó sus persianas tras décadas de actividad El cierre de la confitería y restaurante El Jockey marca el final de una etapa significativa para la vida social de Victoria. Más que un establecimiento gastronómico, el lugar representó durante años un punto de encuentro y un referente arquitectónico ligado al crecimiento de la ciudad durante la construcción del Puente Victoria–Rosario. El origen de El Jockey se vincula con los antiguos salones del Jockey Club, escenario de veladas, encuentros y celebraciones que dejaron huella en distintas generaciones. Aquel período convivió con el funcionamiento de la cancha de pelota a paleta y del histórico hipódromo El Ceibo, que formaban parte del entramado social y deportivo local hasta su progresivo declive. Tras un remate público, un grupo de vecinos invirtió en la recuperación del edificio, modernizándolo y devolviéndole su carácter distintivo. El resultado fue un salón de grandes dimensiones y singular presencia en la provincia, pensado para una demanda que se esperaba impulsar con la apertura del Puente. Sin embargo, los años siguientes mostraron dificultades para alcanzar la estabilidad económica necesaria. Diversas gestiones y concesiones no lograron revertir la tendencia, pese al esfuerzo sostenido de quienes trabajaron para mantener el funcionamiento del lugar. En los últimos tiempos, la tarea cotidiana del personal permitió sostener la actividad, aunque sin lograr un equilibrio financiero. Este fin de semana, El Jockey cerró sus puertas, dejando sin actividad a una docena de trabajadores que aguardaban la llegada de la temporada estival para mejorar un movimiento que venía en descenso. El cierre se suma a otros casos que reflejan el impacto de la crisis en la hotelería y la gastronomía local, como la interrupción de actividades en establecimientos tradicionales y la disminución de salones de eventos en funcionamiento. El Jockey se consolidó como una marca reconocida y un espacio valorado por su infraestructura y por el trabajo de los equipos que lo sostuvieron en las últimas décadas. Su inactividad deja un edificio icónico en silencio y reaviva la preocupación por la pérdida de fuentes laborales y la creciente fragilidad del sector turístico. Aunque no hay precisiones sobre su futuro, se mantiene la expectativa de que la situación económica permita, en algún momento, la reapertura de un espacio que formó parte del patrimonio social y cultural de Victoria.
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