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» Notife
Fecha: 01/12/2025 20:37
El sueño de Samantha Stites, una joven de 20 años nacida en Michigan (Estados Unidos), era claro: estudiar Trabajo Social para asistir a personas en situación de vulnerabilidad, una realidad que ella conocía bien por haberla padecido en carne propia durante su infancia. En 2011 cursaba en la Universidad Estatal de Grand Valley, donde además participaba de un grupo cristiano del campus. En ese espacio conoció a Christopher Thomas, 7 años mayor, a quien trató como un compañero más, sin imaginar que ese cruce casual iba a transformarse en una pesadilla que marcaría su vida para siempre. Una obsesión que no se frenó Tras el encuentro, Thomas comenzó a seguirla en redes y a escribirle sin descanso. Al principio, Stites creyó que se trataba de alguien solo que buscaba contención. Pero pronto la situación se volvió inquietante: ante los reiterados rechazos, el sujeto empezó a perseguirla por la facultad, en el trabajo e incluso cuando salía con amigos. El acoso escaló a un punto crítico tres años después, cuando Samantha se mudó a Kansas (Misuri) por una pasantía. Allí descubrió que Thomas se había anotado en el mismo programa. Convencida de que no era casualidad, radicó la denuncia policial y solicitó una orden de restricción. Un juez de Michigan le otorgó la perimetral por seis años. Durante ese período, logró recibirse y cursar un posgrado. Sin embargo, en septiembre de 2020 —en plena pandemia— la medida venció y Thomas volvió a la carga, sumando episodios como inscribirse en la misma escuela de fútbol que ella frecuentaba. El 7 de octubre de 2022, Christopher Thomas secuestró a Samantha Stites y la llevó a un búnker secreto. (Foto: ABC News) Ataque, secuestro y un búnker secreto La madrugada del 7 de octubre de 2022, todo estalló. Según relató Stites en el documental Stalking Samantha, Thomas irrumpió en su departamento, la atacó, la estranguló hasta dejarla desmayada, la ató de pies y manos y la amordazó. Aprovechando que no había movimiento en la cuadra, la subió a su auto y se la llevó. La trasladó a un búnker clandestino que había montado dentro de un depósito, con paredes insonorizadas, un colchón cubriendo el ingreso y elementos para mantenerla cautiva. El agresor confesó que se inspiró en la serie You de Netflix y que su plan era retenerla “para siempre”, simulando su muerte en un lago dejando una tabla de paddle surf para que “todos pensaran que se ahogó”. Samantha Stites conoció a Christopher Thomas en 2011 en un grupo cristiano de la facultad. (Foto: People). La estrategia para sobrevivir Samantha narró que entendió que estaba al borde de perder la vida y decidió jugar la única carta posible: mantener la calma y apelar al miedo de Thomas a terminar preso. Le prometió no denunciarlo si la soltaba, argumentando —como trabajadora social— que sabía “guardar secretos”. Pero el sujeto impuso una condición atroz: exigió que ella accediera a abusos sexuales antes de dejarla libre. Tras horas de cautiverio, regresó a la joven a su departamento esa misma noche. Ya a salvo, y sabiendo que él la rastreaba por GPS, pidió ayuda a un vecino para ir al hospital, donde fue revisada, se activó el protocolo y declaró formalmente ante la Policía. Puede interesarte Detención y condena ejemplar Los investigadores ubicaron y arrestaron a Thomas esa misma noche. Durante el allanamiento a su vivienda hallaron: la mordaza y esposas usadas en el secuestro, múltiples rastreadores GPS, más de 10 años de fotos y videos de la víctima en sus dispositivos. Thomas intentó justificarse con versiones insólitas: habló de un “juego de roles que se le fue de las manos” y hasta dijo que “estaba de cacería” el día del rapto. Puede interesarte El 10 de octubre de 2022 fue imputado por secuestro, tortura, violación de domicilio, acoso agravado y delitos sexuales. Aunque al principio dijo ser inocente, en diciembre de 2023 aceptó un acuerdo judicial y admitió culpa en varios cargos a cambio de quitar los vinculados al abuso sexual. Finalmente, en febrero de 2024, el juez Elsenheimer lo condenó a entre 40 y 60 años de prisión, ordenando además que, si alguna vez recupera la libertad, deberá portar GPS de monitoreo permanente de por vida. Hoy cumple su pena en el Centro Correccional Bellamy (Michigan) y la fecha más temprana de posible liberación es octubre de 2062.
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