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  • La historia de Antonella González Krenz, la joven de 27 años que hoy sirve en el destructor ARA “Sarandí”

    Crespo » Paralelo 32

    Fecha: 01/12/2025 18:34

    A sus 27 años, Antonella Luján González Krenz se ha convertido en un ejemplo de vocación y determinación dentro de la Armada Argentina. Nacida en Concordia y única integrante de su familia en elegir la vida militar, hoy es Cabo Primero y se desempeña como encargada de detall en el destructor ARA Sarandí, uno de los buques de la División de Destructores con asiento en la Base Naval Puerto Belgrano. Su camino en la Institución comenzó en 2018, cuando decidió ingresar a la Escuela de Suboficiales (ESSA). “Mamá me alentó a seguir una carrera militar. Soy hija única y la primera de la familia que lleva uniforme; siempre me llamaron la atención los actos y desfiles. Es un orgullo vestirlo”, recuerda. El desarraigo inicial no fue sencillo, pero rápidamente encontró apoyo en sus compañeros: “Los compañeros se convierten en hermanos de la vida y la rutina de trabajo me encanta. Siempre me gustaron los papeles, la computadora y la administración; por eso elegí una especialidad afín”, cuenta la joven, que ya acumula siete años de servicio. Una furriel en el mar Aunque no es habitual que los furrieles sean destinados a unidades navales, González Krenz disfruta especialmente su vida embarcada. “Me gusta navegar; no es común que nuestra especialidad esté en el mar, así que lo disfruto mucho”, explica. Su tarea incluye la guardia de gamela durante las navegaciones, además de responsabilidades de abastecimiento y servicio. A bordo del Sarandí tuvo la oportunidad de participar en ejercicios internacionales como UNITAS y FRATERNO, junto a Armadas de distintos países del continente. “Me gusta navegar y conocer el sur de nuestro país, como así también otros países y el intercambio profesional con personal de otras Fuerzas”, destaca. Su entusiasmo por la vida naval es tal que sueña con embarcar algún día en la fragata ARA Libertad para recorrer el mundo y también con participar en una Campaña Antártica de Verano. “Soy voluntaria para todas las comisiones”, asegura con una sonrisa. Un oficio, una ciudad nueva y un horizonte abierto Actualmente reside en Punta Alta, ciudad vecina a Puerto Belgrano, donde se adapta a la vida lejos de su familia, aunque no oculta la nostalgia por Concordia: “Extraño a mis abuelos, tíos, primos y amigos, pero sigo eligiendo la Armada. Buscaba algo especial en mi vida y acá lo encontré; siento orgullo de pertenecer a la Institución”. Entre sus experiencias recientes, destaca un ejercicio PASSEX realizado junto a buques de la Fuerza Marítima de Autodefensa del Japón, los JS Kashima y Shimakase, con quienes el Sarandí y la corbeta ARA Rosales compartieron maniobras frente a la costa de Mar del Plata. Este tipo de ejercicios permite estandarizar procedimientos y mejorar la interoperabilidad en operaciones militares, humanitarias o de respuesta ante desastres. Una vida entre el mar y la danza En la Armada también conoció a Mariano, marino y coterráneo de Concordia, con quien comparte charlas sobre la vida en su ciudad natal. Antonella recuerda con cariño sus años en el colegio Vélez Sarsfield y su paso por la Academia Orange Jazz, donde enseñaba danza a niñas de seis y siete años. “Soy profesora de danzas; ejercí antes de ingresar a la Armada y sigo bailando en mi tiempo libre”, cuenta. Dejar Concordia implicó abandonar su zona de confort, pero también la llevó a descubrir nuevos horizontes. “No conocía el mar y me encantó. Más allá de nuestra ciudad hay un mundo por descubrir”, concluye la joven suboficial entrerriana, cuyo compromiso continúa trazando un camino propio dentro de la Armada Argentina.

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