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Parana » 2 Florines
Fecha: 01/12/2025 14:44
Luis Guastini planteó la necesidad de proteger “la capacidad para poder mantenerte dentro del sistema”. Advirtió por la antigüedad de las leyes laborales y coincidió con la necesidad de bajar costos para favorecer la productividad y crear empleo registrado. Por Nahuel Amore El Gobierno nacional avanza en la reforma laboral, para lo cual elaboró un proyecto que será enviado al Congreso el próximo 9 de diciembre, a la espera de la conformación de la nueva legislatura. Se trata de uno de los temas que más expectativas genera en el sector privado, que viene reclamando desde hace años por una reducción de los costos para crear empleo, por una adaptación a las nuevas formas de trabajo y por una disminución de la litigiosidad laboral. “Hay una falta de expectativas y un exceso de cautela”, evalúa Luis Guastini, director General y presidente de ManpowerGroup Argentina, cuando se le consulta por el escenario actual que viven las empresas y que frena la generación de mano de obra registrada. En ese sentido, explicó los argumentos que hacen necesaria una modernización de las normativas para que Argentina sea más competitiva. “La única manera de que un país sea productivo es con un marco normativo que favorezca esa productividad”, enfatizó, en entrevista con DOS FLORINES. El abogado especializado en Asesoramiento Jurídico de Empresas advierte por las dificultades de los jóvenes para ingresar al mercado laboral y, al mismo tiempo, por los problemas de las empresas para poder contratar. A esa brecha le llama “desacople”, por lo cual considera que el desafío actual es asegurar “la empleabilidad” a través de nuevas reglas de juego. Al mismo tiempo, alertó por los riesgos crecientes de los juicios laborales que pueden llevar a las pymes a la quiebra. Reforma laboral, ¿necesaria? —¿Coincide con la agenda actual de que es necesario realizar alguna reforma laboral en la Argentina? —En Argentina tenemos una legislación laboral que prácticamente desde la década del 90 no tuvo ningún tipo de modificación. Esa reforma, con la Ley de Empleo, prácticamente no quedó nada. Con lo cual, tenemos un sistema laboral que hoy se está rigiendo con normas que tienen entre 60 y 100 años. Por ejemplo, la Ley de Jornada del Trabajo es casi centenaria. La pregunta es: ¿por qué sería necesario transformar una normativa laboral? Básicamente las normas laborales se crearon para acompañar determinados modelos productivos. —Usted advierte que es necesario porque fueron mutando las formas y relaciones laborales. —Claro. En la actualidad estamos viendo cómo el modelo productivo mundial y el modelo productivo en Argentina han ido cambiando a pasos agigantados y cada vez más rápido. Eso está produciendo un desacople en el mercado laboral; un mercado en el cual la oferta tiene expectativas que la demanda no puede llegar a cumplir. Si lo bajamos a tierra, tenemos que 7 de cada 10 empleadores no encuentran el talento que están buscando en Argentina, pero por el otro lado 9 de cada 10 jóvenes tienen dificultades para poder ingresar al mercado laboral formal por primera vez. Esta tensión se ve agravada por un tema de percepciones. El 60% de los empleadores piensa que hoy tiene más poder que antes a la hora de definir cuáles son las condiciones laborales de sus contratos de trabajo, pero por el otro lado, el 60% de los trabajadores dicen que si no se respetan ciertas condiciones mínimas de bienestar, están dispuestos a cambiarse de trabajo. Esas diferentes visiones están generando ese desacople que mencioné. —¿Cuál es el principal desafío del modelo económico y laboral? —El principal desafío que tiene el modelo económico y laboral al que estamos yendo es la empleabilidad. Tenemos un conocimiento que se va volviendo obsoleto cada vez más rápido y tenemos una legislación laboral de hace 60, 100 años que estaba pensada para un modelo industrial en donde el Estado hace una fuerte inversión los primeros años de vida de una persona y con ese conocimiento podías seguir trabajando hasta que te jubilaras. Hoy el conocimiento que adquirís en el sistema educativo formal te alcanza para dos, tres años, no mucho más. —Considera que hay que hacer un proceso permanente de formación y capacitación para adaptarse a los cambios y demandas. —Sí. Por eso, el foco de lo que se valora en la ley laboral es el contrato de trabajo, la duración del contrato de trabajo. Si uno mira qué es lo que premia y castiga nuestra ley de contrato de trabajo, todo el tiempo está vinculado al factor tiempo. Te podés enfermar más si tenés más antigüedad; podés tener más vacaciones si tenés más antigüedad; tenés que pagar más indemnizaciones si desvinculás a una persona con más antigüedad. No estoy diciendo que esté bien o mal. Hoy el bien que debería estar siendo protegido por la ley es la empleabilidad, es decir, la capacidad para poder mantenerte dentro del sistema desde que entrás en el mercado laboral hasta que te jubilás. Y eso no está siendo protegido. Costos y litigiosidad laboral —Las empresas que piden por una reforma alertan por ese 50% más de costos no salariales para tomar un empleado en blanco. ¿Es un punto clave a incluir en la reforma? —Por supuesto. Aquí hay dos reflexiones que acaban de hacer. La primera es que Argentina competitivamente es uno de los países más caros en términos de costo laboral. Entre lo que una persona recibe de bolsillo y lo que paga un empleador, la diferencia es realmente muy significativa. Eso ya de por sí genera un enorme problema de competitividad porque nuestro país tiene que competir con otros países que tienen esquemas mucho más livianos a la hora de definir el costo del trabajo. El segundo aspecto de la legislación laboral es que a lo largo de los últimos 30 o 40 años se han ido introduciendo pequeñas reformas que crearon mucha ambigüedad y vaguedad en la norma. —¿Qué problema genera esa ambigüedad? —El problema de la ambigüedad es que cuando una norma laboral no es clara obliga a las partes a recurrir a la Justicia. —De hecho, hay una creciente preocupación por el aumento de la litigiosidad. —Somos uno de los países que tienen más litigios en toda la región y en el mundo. Eso claramente es un factor que atenta contra la competitividad. Primero porque eleva muchísimo el costo cuando tenés que litigar. Y segundo porque tiene un factor de incertidumbre muy grande. Cuando hablamos con pequeñas y medianas empresas, si tienen que tomar una decisión porque tiene un pico de trabajo, prefiere a veces estresar su propia estructura, a lo mejor haciendo horas extras lo cual es caro, frente al riesgo de contratar una persona nueva con la posibilidad de tener un juicio laboral que para una pyme puede terminar prácticamente en la quiebra. —¿Qué más impacta en ese análisis de costos? —A esos dos aspectos, de costos laborales directos e indirectos, se le agrega un tercer aspecto que tiene que ver con cómo nuestro país puede lograr ser competitivo mediante estrategias de productividad. Si comparamos el costo laboral entre Argentina y Alemania, capaz que no va a saber grandes diferencias, pero Alemania es siete veces más productiva que Argentina. La única manera de que un país sea productivo es con un marco normativo que favorece esa productividad. Ya sea porque tenés altos costos, porque tenés alta conflictividad o porque tu norma impide la negociación colectiva y la productividad, cualquiera de estos tres aspectos le está quitando competitividad a nuestro país. Expectativas de crear empleo —¿Qué observan sobre ese punto en los relevamientos a las empresas argentinas? —Cuando en Manpower preguntamos en los relevamientos trimestrales cuáles son las expectativas de empleo –es decir, si los empleadores van a crecer, mantener o disminuir su dotación en los próximos tres meses-, hace prácticamente dos años que Argentina está última en el ranking de los 42 países donde hacemos este relevamiento y prácticamente es la misma cantidad de empleadores los que van a crecer que disminuir su dotación. —Eso da cuenta de una falta de expectativas de creación de empleo registrado. —Hay una falta de expectativas y un exceso de cautela que no se ve en países de la región. Si en Argentina estamos con nuestro indicador es un 5%, en países de la región es un 25 o 30%. Claramente estamos perdiendo una oportunidad. —¿Considera que una reforma laboral permitirá disminuir la informalidad que en Argentina se estima en casi un 50%? —La informalidad, así como la inflación es el gran flagelo para el ingreso de las personas porque el poder adquisitivo todos los meses se veía depreciado, es también uno de los grandes flagelos para la competitividad de un país. Cuando hablamos de reforma laboral, me causa mucha gracia porque estamos hablando de transformar una ley que hoy está protegiendo a un grupo muy selecto de personas que trabaja en el sector privado y en blanco; y en un mercado donde la mitad está en situación informal. Claramente eso genera dos grandes problemas. Tenemos la mitad de la población que está en una situación de precariedad absoluta, sin ningún tipo de protección de nada. Y además tenemos un sistema de competencia desleal tremendo respecto de las empresas que sí hacen las cosas bien. —Afrontan otros costos… —Exacto. Por lo tanto, en la medida que no se resuelva ese problema, nuestro país no va a poder ser competitivo.
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