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  • Argentina: Homilía Monseñor García Cuerva, Domingo de Adviento

    » Corrienteshoy

    Fecha: 30/11/2025 23:21

    Argentina: Homilía Monseñor García Cuerva, Domingo de Adviento Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 24, 37-44 En aquél tiempo Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. Palabra del Señor. Homilía Mons. García Cuerva I Domingo de Adviento Quisiera comenzar la reflexión de este primer domingo de Adviento a partir de algunas frases de la segunda lectura del apóstol San Pablo a los romanos. Frases que pueden ayudarnos para dar estos primeros pasos hacia la Navidad. La primera de las frases, San Pablo dice: “Ustedes saben en qué tiempo vivimos”. “Ustedes saben en qué tiempo vivimos”. Y creo que es importante tener en cuenta esta frase porque nos invita entonces a no vivir alejados de la realidad, a veces con un falso espiritualismo, creyendo que somos más puros y mejores cristianos si nos alejamos del devenir cotidiano y de la realidad social, política, económica que vivimos en la actualidad. Tenemos que ser cristianos con los pies en la tierra, que se informan, que se comprometen, que se involucran. ¿Cuántas veces nos preguntan cuál es el lugar de los laicos? ¿Cuál es la misión de los laicos? Justamente ser testigos de Cristo en la realidad cotidiana, involucrados en el mundo del trabajo, en el mundo laboral, pero también de los estudiantes, en la vida cotidiana, en la vida de los vínculos, en las familias. En definitiva, no hay lugar, no hay espacio, no hay momento que no necesite del Evangelio y esa es la misión de todos como Iglesia pero especialmente de los laicos. Repito la frase: “Ustedes saben en qué tiempo vivimos”. También es importante en este momento reflexionar sobre ¿Cuál es nuestro tiempo personal? ¿Cuál es el tiempo personal mío? En definitiva, ¿Cómo estoy? ¿Cómo está mi corazón? ¿Cómo están mis vínculos? Creo que es un tiempo importante, comenzando ya el último mes del año, poder reflexionar también sobre mi propio tiempo. ¿Cómo llego a este fin de año? Y conocer, saber, como nos dice San Pablo, cuál es mi condición, cómo estoy. Así como dije, también saber cómo está la realidad en la que estoy llamado a comprometerme e involucrarme. Y este tiempo es el presente, es el único tiempo que tenemos, porque el pasado ya fue y por eso no podemos vivir con la nostalgia de los tiempos que ya fueron y tampoco podemos vivir con la ansiedad del futuro. Como digo siempre, la ansiedad cascotea la esperanza. Nosotros tenemos este; nuestro tiempo, el presente, y aquí San Pablo nos invita a saber, a involucrarnos, a comprometernos con la realidad social, con la realidad política, con la realidad familiar. Conociendo y sabiendo también de mi propia persona cuáles son mis propios momentos, mis propios tiempos que estoy viviendo en este momento y cómo llego a fin de año. Como dije, cristianos con los pies en la tierra. La segunda frase de San Pablo de la lectura de hoy: ”Es hora de despertarse, es hora de despertarse”. Y recuerdo siempre cuando la Argentina como seleccionado nacional ha jugado el mundial en países que tienen otro uso horario y teníamos que levantarnos muy temprano para ver un partido y no dejábamos de hacerlo. Recuerdo uno de los primeros partidos del mundial de Qatar, así fue, hubo que levantarse muy temprano y todos los argentinos estábamos levantados temprano frente al televisor. Es decir, cuando hay una motivación nos levantamos, cuando hay una motivación nos despertamos. Creo que a veces vivimos adormecidos, vivimos atontados, vivimos hartos, cansados, embotados por las preocupaciones cotidianas, atontados también por la desinformación y entonces San Pablo nos dice: “Es hora de despertarnos”, porque podemos vivir casi como medio adormecidos todo el tiempo. Alguna vez lo escuché al Papa Francisco decir: “Hay gente que vive siempre con las pantuflas y el pijama en el corazón” y entonces San Pablo dice: “Es hora de despertarnos”. Y así como tuvimos motivaciones para despertarnos temprano cuando fue el mundial y nadie se quejaba aunque sonaba el despertador a las 5 de la mañana, también tenemos una enorme gran motivación para despertarnos en este tiempo del Adviento. Nos dice el Evangelio: “Vendrá el Señor” y más adelante “El Hijo del Hombre vendrá a la hora menos pensada”. Allí radica nuestra esperanza, el Señor está viniendo y miren si no es motivo para despabilarse, para despertarnos, para no vivir adormecidos, atontados, a veces embotados por las preocupaciones de todos los días. La tercera frase de San Pablo: “La noche está muy avanzada y se acerca el día”, “La noche está muy avanzada y se acerca el día”. Y cuando la noche está muy avanzada y se empieza a iluminar es porque estamos viviendo ya una madrugada con un amanecer incipiente. Aquí recuerdo a Pedro Casaldáliga cuando en la carta de este año, en la carta pastoral presentábamos su poesía que dice así: “Es tarde pero es nuestra hora, es tarde pero es todo el tiempo que tenemos a mano para hacer futuro. Es tarde pero somos nosotros esa hora tardía. Es tarde pero es madrugada si insistimos un poco”. De eso se trata, de poner de nosotros lo mejor, de poder vivir como peregrinos de esperanza que es como insistir un poco para que aún la noche más oscura, aunque sea tarde, poder sentir que está amaneciendo porque vendrá Cristo como nos recordaba recién en el Evangelio, «es tarde pero es madrugada si insistimos un poco». Decía San Pablo “La noche está muy avanzada pero se acerca el día”. Luego otra frase más hacia el final. Dice San Pablo, “No más peleas ni envidias”. Y me parece que este puede ser también un muy buen propósito para empezar el adviento. “No más peleas ni envidias”. Si pudiéramos todos, cada uno desde su lugar, cortarla con las peleas, cortarlas con los comentarios, con el maltrato, con a veces mensajitos agresivos, si pudiéramos de verdad recrear los vínculos y vivir la fraternidad. Y al mismo tiempo, saber que en este tiempo de adviento caminamos hacia el Señor. Recién escuchábamos cantando el Salmo: “Vamos con alegría a la casa del Señor”. El Salmo ciento veintiuno nos decía: “Vamos con alegría a la casa del Señor”. Bueno, vamos con alegría, sin peleas, sin envidias, a la casa del Señor, vamos caminando hacia el portal de Belén, sin envidias, sin peleas, con amistad, con alegría, con fraternidad. Démonos una oportunidad. Seamos capaces, con esperanza también, capaces de recrear los vínculos, de perdonarnos. Cada uno sabe, como digo, dónde le aprieta el zapato. Creo que quizás sea interesante pensar un propósito concreto para, en este tiempo del adviento, también vivir la fraternidad, el perdón, la reconciliación. La Navidad es para muchos pensar: ¿Qué vamos a comer y qué ropa me voy a poner o qué ropa me voy a comprar? Y hoy San Pablo también nos da la respuesta frente a estas dos preocupaciones muy materialistas que a veces tenemos, y me parece que son interesantes. En la primera de las frases, San Pablo nos dirá: “Basta de excesos en la comida y en la bebida”. Ahí tenemos la respuesta a la enorme preocupación que a veces ponemos en qué vamos a comer en Navidad. “Basta de excesos en la comida y en la bebida”, lo que se trata es de celebrar el nacimiento de Jesús. Y si lo que nos preocupa es la ropa, también San Pablo nos da la respuesta: “Revístanse del Señor Jesucristo”. Esa es la ropa que tenemos que ponernos, poder tener los gestos y las palabras del Señor. La segunda lectura es del apóstol San Pablo a los cristianos de Roma, es el capítulo trece, del versículo once al catorce. Creo que puede ser un buen eje que nos puede acompañar en este camino del Adviento a partir de este primer domingo. “Ustedes saben en qué tiempo vivimos”, “Es hora de despertarse, la noche está muy avanzada, se acerca el día”, “No más peleas ni envidias”, “Revístanse del Señor Jesucristo”. Termino con un párrafo del saludo que dio el Papa Francisco en el Ángelus del año 2022, comenzando también el tiempo del Adviento de aquel año: “Hermanos y hermanas, en este tiempo de Adviento, sacudamos el letargo y despertemos del sueño. Preguntémonos, ¿Soy consciente de lo que vivo? ¿Estoy alerta? ¿Estoy despierto? ¿Estoy tratando de reconocer la presencia de Dios en las situaciones cotidianas o estoy distraído y un poco abrumado por las cosas? Si no somos conscientes de su venida hoy, tampoco estaremos preparados cuando venga al final de los tiempos. Por lo tanto, hermanos y hermanas, permanezcamos vigilantes, esperando que el Señor venga, esperando que el Señor se acerque a nosotros, porque está ahí, pero esperando, estemos atentos. Y la Virgen Santa, mujer de la espera, que supo captar el paso de Dios en la vida humilde y oculta de Nazaret y lo acogió en su seno, nos ayude en este camino a estar atentos para esperar al Señor que está entre nosotros y pasa”. Amén.

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