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» El Ciudadano
Fecha: 30/11/2025 21:27
Impotencia, miedo y desesperación. Impotencia por lo que pasó, por la falta de información, por la falta de empatía y por la falta de control. Miedo y desesperación, porque el dolor de las familias no parece llegar dónde tienen que llegar. Porque siguen solos en la lucha y en la conciencia de lo que pasó. Porque la política se mueve lento y, como ellos dicen, esto puede volver a pasar. Entre medio de tantas sombras, una luz, la del juez Ernesto Kreplak y su equipo. Historias con nombre y apellido: Susana Esperanza Susana Beatriz Esperanza ingresó al Hospital Italiano Sur de Rosario el 10 de abril de 2025, con un cuadro de pancreatitis. Permaneció en la guardia un día y medio y finalmente fue derivada a sala. La idea era someterla a una intervención quirúrgica, pero mientras estaba en sala sufrió una baja en la presión y tuvo que ser derivada a terapia intensiva, donde pasó los siguientes 23 días, sin que pudiera recuperar la conciencia. “Durante todos los partes médicos me comentaban de la gravedad de su situación y cada vez se fue agravando más. Me hablaron de shock séptico, de una falla multiorgánica, de que había comenzado a tener una falla renal importante, que sus riñones no estaba funcionando correctamente”, le contó a El Ciudadano Noelia, su hija. “Siempre me decían que estaban haciendo lo posible, que todo dependía todo de su organismo, pero sinceramente había cosas que no me terminaban de convencer”, agregó Noelia, quien vio como la salud de su madre “se fue desmejorando cada vez más, hasta que el 5 de mayo se produjo el deceso”. “Durante los primeros días de agosto, una amiga de mi mamá me mandó un mensaje y me pidió que revisara la historia clínica, para ver si a mi mamá le habían aplicado fentanilo”, explicó. “Ahí comprobé que los primeros días, en terapia, le aplicaron fentanilo, y tuvo las dos bacterias, las dos mencionadas en la historia clínica”, contó, y agregó: “En una parte de la historia clínica dice que a partir del día 15 su salud se había desmejorado mucho, su cuadro se había agravado bastante, siendo que el día 12 y el día 13 le habían aplicado fentanilo”. Noelia también se comunicó con las familias de víctimas del fentanilo contaminado, donde le confirmaron que su madre estaba en la lista que el Hospital Italiano Sur había enviado a la Justicia, en el marco de la causa que ya había abierto el juez Ernesto Kreplak: “Sí, tu mamá está en la lista”, le dijeron, pese a que desde el Hospital nunca hubo comunicación al respecto. “Nunca se comunicaron conmigo para nada. La verdad que esto no está para nada bueno, es una falta de empatía y de solidaridad para con las familias. Hubiera sido correcto que nos hubieran avisado, que se hubieran comunicado al menos”. “Cuando supe que la historia clínica de mi mamá ya estaba en la Justicia siendo investigada, sentí cierto alivio, porque a pesar de que hasta el momento yo desconocía todo lo que estaba sucediendo, por lo menos sabía que paralelamente ya se estaban tomando medidas para poder hacer justicia”, explicó. “Nos arrebataron a nuestros seres queridos. Todos nuestros sueños y los sueños de ellos. Esto no es justo, esto nunca tendría que haber sucedido”, sintetizó. Historias con nombre y apellido: Élida Inés Ruiz Élida Inés Ruiz tenía 75 años y su cuadro comenzó con un dolor de oído. “Ella empezó con una molestia en el oído como un mes antes de que lo internaran. Tenía esa molestia y estaba inapetente”, explicó Gisela, su hija, a El Ciudadano. El 23 de abril llegó a la guardia del Hospital Italiano Centro. “La auscultaron en la espalda y le dijeron que entraba bien aire en los pulmones, que no tenía ningún problema, que volviera a casa, que se alimentara, que seguramente se agitaba porque le faltaba fuerzas, porque estaba débil y no comía”. Cinco días después seguía sin comer, con esa molestia en el oído, y la familia la volvió a llevar a la guardia. Le dieron un antibiótico, porque presentaba una infección, y se volvieron a la casa. “El 30 de abril volvimos a la guardia, porque se sentía mal y ese día la dejaron internada. La dejaron internada en la guardia porque no había camas en sala. Era para estar en sala, no era para estar en terapia. Nosotros fuimos los dos días a verla a la guardia, teníamos visita al mediodía y a la noche”, explicó Gisela. Y agregó: “Ella estaba perfectamente lúcida. Es más, me reclamaba que le sacara la plata del cajero, porque cobraba la jubilación. Nos reclamaba el tema de la comida, que le lleváramos otra comida, porque la de ahí no le gustaba, que ella quería tomar jugo Baggio, no quería tomar agua. Estaba totalmente lúcida”. Al día siguiente la pasaron a terapia, porque, dijeron, “había empezado con una complicación respiratoria y tenían miedo que eso afectara a su corazón”. “En terapia la vimos intubada y totalmente dormida. Estuvo ahí 8 días, porque falleció el 10 de mayo”, sintetizó Gisela. “Siempre me decían que no había mejoras porque ella no respondía a los antibióticos, porque su cuerpo no respondía, que le redoblaban los antibióticos y tampoco hacía efecto”, contó. “Nunca nos dijeron a nosotros que mi mamá tenía una bacteria. Sí nos dijeron que tenía neumonía. Pero nunca nos nombraron el tema del fentanilo”, agregó. “En la historia clínica que me dieron solamente figuran los partes médicos y los laboratorios. No figura la medicación que le suministraron. Y ellos tampoco nunca me dijeron la medicación que le suministraban ni que mi mamá era un paciente vinculado al fentanilo”, reveló Gisela. Cuando empezaron a difundirse las noticias sobre las víctimas del fentanilo, Gisela empezó a creer en la posibilidad de que a su madre le hubiera pasado lo mismo: “Empecé a averiguar, empecé a ingresar en los grupos y llegué a una lista donde figuraba el nombre de mi mamá, que el juez ya tenía con las historias clínicas en investigación. En ese momento, y hasta el día de hoy, nadie me avisó nada”. “Mi mamá es el caso número 19. Ella está en las primeras 40 historias clínicas que ya fueron peritadas por el juez, que son 38 las que ya él declaró que tienen muerte con causa. Así que ella es una de las primeras que está ahí ya en investigación”, agregó. Gisela nunca volvió al Italiano. Su hermano pidió la historia clínica, pero advierte que no figura la medicación que le fue suministrada a su madre. Como todos los familiares confía en la investigación del juez Kreplak, admite “cierto acompañamiento de la política”, pero aclara: “A mí nadie se me acercó a ofrecerme una mano de nada. Acá nadie dijo, “gente, víctimas, familiares, necesitan apoyo, necesitan una mano, ¿en qué podemos ayudar?, el Estado, no”. Sobre el resto de las familias que aún tienen dudas y sospechas, dijo: “Logramos por lo menos acompañarlas, orientarlas, redireccionarlas, explicarles que existen leyes, que no te pueden negar una historia clínica, que no te pueden cobrar una historia clínica. Un montón de cosas que nadie tampoco nos las informó. Nosotros mismo como familia ayudamos a otras familias”. “La lucha es para que se haga justicia y para que esto no vuelva a suceder. Yo creo que ahora estamos focalizados en eso más que nada. En que no vuelva a pasar, que realmente se cumplan las leyes, la ley de asistencia a la víctima y la ley de los derechos del paciente. Y que se pueda lograr la ley de trazabilidad, para que haya un control, para que esto no vuelva a pasar, para que todos los responsables, desde el que esté más arriba hasta el que esté más abajo, ministro de salud, dueño del laboratorio, empleados, todos los que fueron responsables, se hagan cargo y sean condenados”, advirtió. Y agregó: “Da mucho miedo todo lo que sucedió y da mucho miedo que vuelva a pasar, porque estamos todos expuestos. Es la salud pública, la salud privada. Acá no hay diferencias de clases sociales, no hay diferencia de edades, porque murieron abuelos, murieron chicos, adolescentes, murieron niños en hospitales públicos, en hospitales privados. Es terrible”. Historias con nombre y apellido: Roberto Cuaglia Roberto Cuaglia ingresó al Hospital Italiano Centro el 5 de mayo de este año. “En febrero le habían puesto un stent en la carótida derecha interna, en el (sanatorio) Delta. Lo llevamos a la guardia porque en la recuperación del stent se empezó a descompensar un poco y lo veíamos muy pálido”, le contó a El Ciudadano su hija Valeria. “Nos dijeron que estaba muy anémico y que necesitaba una transfusión. Así que quedó internado. Como no había cama, quedó internado en la guardia, pero él entró caminando, hablando”, agregó. Al otro día, en el informe le explicaron a Valeria que habían tenido que sedarlo, porque estaba inquieto y ellos necesitaban hacerle una tomografía. Nunca más volvió a ver a su padre despierto. A sugerencia de ella deciden pasarlo a sala, para que esté con sus familiares, pero finalmente esa decisión nunca se concreta, porque en esos pocos minutos su salud se deterioró aún más: “Me explicaron que tenía una crisis respiratoria, que estaba desorientado y que lo tenían que intubar. Así que bueno, un golpe fuerte”. “El 7 de mayo nos dijeron que tenía una neumonía bilateral, que es una bacteria resistente, que le estaban pasando antibióticos y ahí empiezan los problemas de riñones, él estaba muy hinchado y todos los días eran partes médicos muy pesados, hasta el 20 de mayo que hace un paro cardiorrespiratorio y fallece”, explicó Valeria. Valeria siempre dudó de las causas de la muerte de su padre. Cuando vio la primera marcha del fentanilo en Buenos Aires, y escuchó las historias de los familiares, encontró demasiadas similitudes: “Era muy parecido a lo de mi papá, entonces quería averiguar”. El 7 de agosto vio una entrevista de familiares en Canal 3, registró el WhatsApp, y les envió un mensaje. Allí recibió la confirmación de que su padre estaba en la lista de las personas que habían sido tratadas con fentanilo contaminado. Allí le aconsejaron pedir la historia clínica. “Fui al Hospital y unos días después me llamaron para entregármela impresa. Pregunté por qué no me habían avisado, por qué no me habían dicho que la historia clínica de mi padre estaba en la Justicia, por qué ocultaron todo eso, que es lo que siempre reclamo”, afirmó Valeria. No hubo respuestas. “El destrato hacia nosotros fue mentirnos en la cara, no decirnos lo que estaba pasando realmente. Entonces uno hubiera pensado de otra manera en este momento. Pero no, ellos decidieron ocultarlo. Me dicen que hubo un allanamiento el 26 de mayo, que se llevaron las historias clínicas. Y bueno, y desde ahí empieza la lucha. Empezamos con las familias a buscar, a ir a Buenos Aires cuando empieza lo del tema de la Comisión de Investigación, para que se haga la ley de trazabilidad, que me parece importante, pero lo que me parece es que son muy lentos, porque otra vez estamos sobre lo mismo”, explicó. “De la política espero que se muevan un poco más rápido. Esto tendría que ser más rápido, porque estamos igual que al principio, no tiene trazabilidad, puede pasar con otro medicamento porque no hay control”, advirtió. “Esto es una emergencia sanitaria, no se le está dando la importancia que tiene. Hay muchos, hay muchos fallecidos, hay personas con secuelas, hay bebés con secuelas, hay niños con secuelas, hay niños fallecidos, entonces es como que de la política espero eso, que se mueva más rápido, que salgan las leyes ya, ya tendría que estar todo controlado, ya, para que no vuelva a pasar”, agregó Valeria. Sobre el juez Kreplak, señaló: “Sé que va a hacer justicia, que va a ser ejemplar, y nuestros familiares van a poder descansar en paz. Nosotros vamos a poder hacer el duelo tranquilos”.
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