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» tn24
Fecha: 28/11/2025 17:31
La policía francesa capturó en Laval al hombre que faltaba para completar la banda, pero las piezas valuadas en más de 100 millones siguen sin rastro. La investigación por el robo de joyas reales en el Museo del Louvre sumó un avance clave con la detención del cuarto integrante de la banda que irrumpió en la Galería Apolo el 19 de octubre. El sospechoso, originario de Aubervilliers, fue localizado en la ciudad de Laval por la brigada de represión del bandidaje y quedó acusado de “robo organizado” y “conspiración criminal”. Según fuentes judiciales, era el último eslabón pendiente del grupo principal, cuyos otros tres miembros ya habían sido detenidos semanas atrás. Junto con esta captura, la fiscal de París, Laure Beccuau, informó que también quedaron aprehendidas otras tres personas —dos mujeres y un hombre— aunque no precisó cuál habría sido su participación en la operación. La funcionaria describió que los cuatro ladrones “eran todos vecinos; todos vivían aproximadamente en Seine-Saint-Denis”, un dato que, para los investigadores, explica la cohesión del grupo pero también la sorpresa por su perfil: hombres con antecedentes por robos menores que, en palabras de Beccuau, “ascienden rápidamente hasta involucrarse en delitos de extrema gravedad”. La reconstrucción del golpe muestra una planificación breve pero efectiva. A las 9:30 de la mañana, los delincuentes colocaron un montacargas frente al museo y dos de ellos, vestidos con chalecos amarillos, accedieron a la sala mediante una plataforma elevadora. En pocos minutos rompieron las vitrinas, tomaron las joyas y escaparon en scooters de alta cilindrada. El ADN hallado en uno de los cristales rotos permitió identificar a Abdoulaye N., un chofer con antecedentes que admitió su rol en el hecho “a instancias de desconocidos”. Mientras tanto, el botín millonario continúa sin aparecer. De las piezas sustraídas —diademas, collares y broches pertenecientes a la reina María Amalia y a la reina Hortensia— sólo se recuperó la corona de la emperatriz Eugenia, dañada y abandonada en plena fuga. La desaparición del resto reavivó críticas a la seguridad del Louvre, cuya gestión fue cuestionada por priorizar “operaciones visibles y atractivas” en detrimento del resguardo del patrimonio, según el Tribunal de Cuentas francés. La presión pública llevó al presidente Emmanuel Macron a impulsar un plan de modernización que incluye un nuevo acceso, más controles y una reconfiguración de los espacios más concurridos del museo.
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