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  • El escalofriante recuerdo de Alan Ruschel a 9 años de la tragedia de Chapecoense: “El piloto avisó que íbamos a aterrizar, pero no lo hacíamos”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 28/11/2025 15:08

    Alan Ruschel actualmente es el capitán del Juventude de Brasil (EFE/Alejandro García) El 29 de noviembre de 2016 marcó para Alan Ruschel, como para el fútbol mundial, un antes y un después. El actual capitán del Juventude de Brasil sobrevivió a la tragedia aérea de Chapecoense, donde solo seis personas de 77 consiguieron salir con vida durante el viaje a Medellín para disputar la final de la Copa Sudamericana. Hoy, a nueve años de aquel episodio, el futbolista repasa los secuencias que definieron su vida y su carrera profesional. En conversación con Marca, Ruschel reconstruyó minuto a minuto los momentos previos al accidente, como el impacto físico y emocional. Narró el modo en que el viaje, que debía ser una celebración para el club, se transformó en una pesadilla: “El piloto avisó que íbamos a aterrizar, hicimos una vuelta, otra vuelta, y nada… no aterrizábamos. De repente, se apagaron todas las luces del avión, quedó todo en silencio. Nadie gritó, no hubo pánico, solo esa sensación de ‘¿qué está pasando?’”. Y luego, añadió: “Después vino una turbulencia muy fuerte, sonó la alarma dentro del avión… y ahí ya no me acuerdo de más nada. Supongo que fue el momento del impacto". Antes del accidente, Chapecoense había realizado otros recorridos en ese mismo avión para torneos internacionales. En la entrevista, el defensor explicó que el aparato no había generado sospechas directas sobre su estado, aunque reconoció que existían dificultades burocráticas para su contratación: “Era la primera vez que el club jugaba una copa internacional, usaba vuelos chárter… todo era un sueño para nosotros. Nadie pensó nunca que podría ocurrir lo que finalmente ocurrió”. Durante ese viaje decisivo, una mínima variación en el asiento elegido influyó en su supervivencia. Relató: “Sabía que sería un trayecto largo y elegí una fila detrás para acostarme. Un periodista tomó mi lugar y justo entonces Follmann, sentado más adelante, me llamó. Cambié de sitio, viajamos juntos y ahí permanecí hasta el accidente. El avión parecía en condiciones adecuadas”. Solo seis personas de 77 consiguieron salir con vida del accidente aéreo del plantel de Chapecoense (AFP) El relato de Ruschel se vuelve difuso tras el impacto. Aunque no retuvo lo acontecido durante el rescate, los profesionales de emergencia le transmitieron después que, en estado de shock, entregó sus documentos personales y solicitó que contactaran a su padre. Según sus rescatistas, repetía insistentemente que sentía frío y fuertes dolores en la espalda y el brazo, lesiones que requirieron intervenciones quirúrgicas y una larga recuperación. “Me devolvieron mi alianza, mis documentos y todo lo que llevaba encima”, recordó. El diagnóstico inicial fue devastador. El médico de Chapecoense llegó a considerar que Ruschel no volvería a caminar después de revisar las lesiones en su columna. “El médico me pinchó con una aguja mi pie y yo lo sentí. Entonces dijo que existía una gran posibilidad de que pudiera caminar de nuevo. Por lo general, lesiones de ese tipo tardan 50 ó 60 días en permitir movimiento. Yo, en una semana, diez días, ya estaba de pie”, resumió. El periodo posterior en el hospital estuvo marcado por la incertidumbre emocional, ya que desconocía la magnitud real del accidente. Solo con la llegada de un psicólogo pudo asimilar la noticia de la pérdida de sus compañeros. El reencuentro con Follmann y Neto, los otros futbolistas sobrevivientes, evidenció el peso de la situación, especialmente la larga amistad que lo vinculaba con Follmann desde las divisiones juveniles de Juventude. “Yo no tenía ni idea de lo que había pasado. Cuando desperté, preguntaba por la gente, por mis compañeros, y nadie me decía nada. Los médicos estaban orientados a no contarme de golpe lo que había ocurrido, solo cuando llegara el psicólogo para ayudar con la noticia. Yo estaba evolucionando muy rápido físicamente, cada día mejor, y cuando finalmente me contaron lo que había pasado me quedé bloqueado, sin reaccionar. Fue un shock muy grande”, expresó al ser consultado por lo que aconteció tras despertar del coma. Las casualidades jugaron un papel constante en esa etapa. Detalló que no pudo disputar el partido de semifinales en Chapecó ante San Lorenzo por un extravío momentáneo de su pasaporte, requisito indispensable para el torneo. La búsqueda del documento lo dejó fuera de la cancha y lo obligó a gestionarlo en Porto Alegre, poco antes de la final. Durante esos días, su esposa expresó una “sensación extraña”, interpretada entonces como un vaticinio positivo para la final, ajenos ambos a lo que ocurriría después. Alan Ruschel al momento de ingresar a la clínica tras ser rescatado (EFE) El proceso de rehabilitación física requirió pasos graduales, sin certezas al inicio sobre la posibilidad de regresar a las canchas. “Primero pensé en volver a caminar, después aprender de nuevo a correr y a moverme en el campo. Fue muy difícil, pero finalmente lo logré y volví a jugar. El tiempo ha pasado muy rápido desde entonces”. La reintegración a la alta competencia no estuvo exenta de desafíos. En los primeros entrenamientos, algunos compañeros mostraban precaución hacia él, pero esa dinámica no duró: “En uno o dos meses, ya todos entrenábamos al máximo. Eso me ayudó a volver a la competencia, porque me preparó para el ritmo real del fútbol profesional”. El regreso al fútbol tuvo una visibilidad internacional cuando Ruschel participó en partidos amistosos de Chapecoense contra el Barcelona en el Camp Nou y con la Roma. Categorizó esa experiencia como una de las más especiales, destacando el intercambio con jugadores como Lionel Messi y las muestras de apoyo recibidas. “El fútbol me permitió aprovechar esa oportunidad de competir de nuevo. Jugar contra el Barça, hablar con Messi, recibir el elogio de volver después de todo fue increíble. Después vino el partido contra la Roma, marqué un gol y esos partidos me prepararon bastante para el regreso oficial que se acercaba”. En la memoria del capitán del Juventude pervive el vínculo forjado con Follmann desde su llegada al club en 2007. Repasó los trayectos paralelos de ambos, la separación profesional y el reencuentro en Chapecoense, que los situó en la misma fila del avión. “Resulta especial haber sobrevivido juntos luego de tantos años de amistad en el fútbol”, indicó. No todas las etapas de su relación con el club de Chapecó estuvieron exentas de controversias. Ante las palabras de un directivo que afirmó que estaba allí “por lástima”, Ruschel respondió: “Eso me dolió, sinceramente. Porque yo sé lo que trabajé para volver a jugar. Si ese directivo pensaba así y su voz tenía peso dentro del club, preferí pedir para salir y buscar otro camino”. Tras esa etapa, pasó por Goiás y, más tarde, regresó a Chapecoense. Allí asumió la capitanía y colaboró directamente en la obtención del campeonato de Santa Catarina y el ascenso a la Serie B del fútbol brasileño. A pesar del retorno exitoso, Ruschel percibe que su recorrido de superación no recibe el reconocimiento proporcional a lo vivido: “Creo que en nuestro país se valora a veces lo que no es tan importante y que lo que yo viví acaba viéndose como algo normal. Sobreviví, volví a caminar, regresé al deporte profesional y siento que la gente normaliza demasiado mi historia. Me gustaría que se apreciara más porque puede inspirar a otros”. De cara al futuro, el futbolista no descarta cerrar su ciclo profesional en Juventude, donde todo empezó, aunque mantiene abierto el vínculo sentimental con Chapecoense por los logros y relaciones tejidas en ambos clubes: “Aquí en Juventude empezó todo para mí. Conseguí grandes logros como un ascenso y la permanencia en Primera División. Seguimos creciendo y estoy plenamente identificado con este equipo”.

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