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  • Despejando dudas sobre la protección solar en épocas de altas temperaturas, con la Dermato–Cosmiatra Rocío Korell

    Concordia » Despertar Entrerriano

    Fecha: 28/11/2025 11:22

    Durante los meses de calor reaparecen las dudas sobre la protección solar: cómo usar correctamente el protector, qué hábitos marcan la diferencia, qué zonas solemos descuidar y cuáles son los riesgos del daño acumulado desde la infancia. Para despejar estas dudas y derribar mitos que circulan cada verano, Despertar Entrerriano dialogó con Rocío Korell, dermato–cosmiatra especializada en patologías cutáneas y cosmiatría oncológica, quien brindó una guía completa para cuidarse de manera adecuada bajo el sol. Más allá del protector, ¿qué otros hábitos ayudan a prevenir el daño solar? Lo primero es respetar los horarios. La radiación ultravioleta es más intensa entre las 10 y las 16, y su punto máximo se da alrededor de las 13, cuando el sol está en el cenit. Antes y después de ese rango el impacto es menor, así que organizar las actividades al aire libre es clave. También es fundamental mantenerse hidratado; siempre recomiendo dos litros de agua por día, porque las infusiones no cuentan como hidratación real. Y sumaría aumentar el consumo de frutas y verduras, porque los antioxidantes ayudan a que la piel responda mejor frente al daño solar. En cuanto a la protección textil, influyen varios factores: cuanto más oscuro es el color de la prenda, mayor es la protección; mientras más grueso el tejido, mejor bloquea los rayos; si la tela está mojada protege menos; y el entramado denso también marca una diferencia importante. Las fibras sintéticas y brillantes protegen más que las naturales y mates, así que la ropa es parte estratégica del cuidado. ¿Cuándo empieza a ser necesario reforzar la protección solar? La protección es necesaria todo el año, no solo en verano. Sin embargo, hay grupos y momentos donde la precaución debe ser mayor. Por ejemplo, los bebés menores de seis meses no pueden exponerse al sol bajo ningún motivo en playas, natatorios ni actividades similares. Tampoco pueden usar ningún tipo de fotoprotector, por lo que, si hubiera una situación excepcional, la consulta con el pediatra es obligatoria. Después de los seis meses, el uso del protector debe ser el indicado por el pediatra, porque no es recomendable colocar productos de adultos en la piel infantil. Y en todos los casos el protector debe renovarse: cada dos horas si es de 50 o 60 SPF, y cada una si tiene menos de 50. Incluso en días nublados hay que protegerse, porque el 50% de la radiación sigue llegando. Cuando hay inmersiones también cambian las reglas. Los protectores “resistentes al agua” mantienen su eficacia tras 40 minutos de agua continua o dos exposiciones de 20. Los que son “waterproof” soportan 80 minutos o dos inmersiones de 40. A esto se suma la radiación que reflejan algunas superficies: la nieve rebota entre un 50 y un 80% de la radiación, la arena y el aluminio entre un 15 y un 25, y el agua alrededor del 20. Todo eso se acumula con el índice UV que recibimos de forma directa. ¿Qué diferencia hay entre los distintos tipos de rayos UV y cómo afectan a la piel? El sol emite dos tipos principales de radiación: UVB y UVA. Los UVB penetran en la capa más superficial de la piel, la epidermis, y son los responsables del enrojecimiento, las quemaduras y, a largo plazo, del cáncer de piel. También participan en la síntesis de vitamina D. Los UVA van más profundo, hasta la dermis. Ahí generan fotoenvejecimiento, manchas y alteraciones en la producción de colágeno. Las cabinas solares también emiten UVA, por eso producen las mismas complicaciones que una exposición solar intensa y sostenida. ¿Cómo se debe elegir el factor de protección y qué significa el número? Siempre insisto en que el FPS debe indicarlo un profesional de salud de la piel, porque depende del fototipo —que es la capacidad de adaptación de la piel al sol— y de si existen trastornos o sensibilidades particulares. También hay diferencias entre protectores físicos (inorgánicos) y químicos (orgánicos), y la elección correcta solo puede hacerse evaluando cada caso. ¿Qué zonas del cuerpo suelen olvidarse al colocar protector? Hay áreas que casi siempre quedan sin proteger y, con el tiempo, generan manchas o quemaduras. Las manos, el cuello, el escote y las orejas son las más olvidadas. También el cuero cabelludo cuando no se usa gorro o sombrero, y es una zona que puede lesionarse con facilidad. ¿Qué pasa si se usa un protector vencido o mal conservado? Todos tienen vencimiento. En el envase aparece un símbolo de tarrito abierto con un número y la letra “M”, que indica cuántos meses puede usarse desde la apertura. Si el protector está vencido, o si estuvo expuesto a humedad o altas temperaturas, pierde efectividad y deja de proteger, aunque visualmente parezca estar en buen estado. ¿Qué impacto tiene la exposición crónica en el envejecimiento y el riesgo de cáncer de piel? La exposición crónica significa daño acumulado, y ese daño puede desencadenar varias patologías como queratosis actínica, carcinoma basocelular y carcinoma escamocelular. Cuando la exposición es intensa y aguda, el riesgo más asociado es el melanoma maligno, que tiene un pronóstico más delicado. Un dato que siempre repito es que el 50% de la radiación que recibimos en toda la vida se acumula antes de los 18 años. Por eso los niños y adolescentes que no reciben protección adecuada —en horarios, ropa y accesorios— tienen un 50% más de riesgo de desarrollar melanoma y otros carcinomas en comparación con quienes sí fueron protegidos Rocío Korell Dermato–Cosmiatra — Matrícula DC 6840 Especializada en patologías de la piel y cosmiatría oncológica Diplomado en Química Cosmética Turnos y consultas: 345-4041022 Redes: @rk.dermato

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