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» Diario Cordoba
Fecha: 27/11/2025 21:27
Hay una forma de trabajar lenta, que dedica tiempo a los clientes y los trata como personas, es decir, como entes con algo que decir, con algo que aportar, como iguales. Es una forma de trabajar con atención al detalle y que nos genera satisfacción. Como cuesta tiempo, este servicio es caro. Los servicios que solemos contratar son baratos, rápidos, y la rapidez hace que no seamos iguales del que nos vende o nos da servicio. Lo tomamos o lo dejamos, que es lo que en Derecho llamamos adhesión. El cliente sólo dice sí o no. Si paga o no paga. En lo demás no se le atiende, y como no tiene nada que decir técnicamente no se le trata como a una persona. Se le vendería igual -y se hace- a un robot o a un pez de acuario. Para que el cliente sea menos persona y el que vende más divino, por tanto, el objetivo es que el primero diga sí cuanto más y más rápido. Como las personas necesitamos poco realmente, se busca nuestro sí ofreciendo cosas que no necesitamos en absoluto, construidas siempre sobre la espalda de otro: servicios de 24 horas, entregas a capricho y gratis, bagatelas añadidas como espejos y cristales colorados. Así somos, como ese tronco navideño catalán que deja caer el regalo cuando lo apalean. Según soberbias, el respeto -o sea, tratar al otro como si fuera uno mismo en ese trance, cosa cristiana o kantiana según se quiera y al final probablemente del genoma humano funcional- se entiende de modo vertical y no horizontal: si no me tratas como a un dios, no te trataré como a una persona. Es triste que al final se pague por ser persona, o sea, que los sacrificios vayan a Plutón, tan dios del infierno como de la pasta. *Abogado
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