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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 27/11/2025 02:50
Luis Muiño afirma que detrás de muchos problemas actuales existe una falta de vínculos sanos, tanto en parejas como en relaciones familiares o amistades En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, el psicoterapeuta y divulgador de salud Luis Muiño exploró por qué la mayoría de las personas llega a terapia por problemas de amor o por la falta de vínculos nutritivos. Reflexionó sobre cómo la cultura actual, cada vez más individualista, narcisista y orientada al ego, dificulta la creación de lazos sanos y explicó que muchas insatisfacciones disfrazadas de estrés, ansiedad o conflictos laborales esconden la ausencia de una relación afectiva que sostenga, escuche y permita mostrarse vulnerable. Además, analizó los desafíos contemporáneos para formar pareja, desde la idealización extrema y los vínculos tóxicos hasta el miedo a comprometerse y la caída global de la sexualidad. También compartió qué caracteriza a una pareja sana y qué dicen las investigaciones sobre los vínculos que funcionan. El episodio completo podés escucharlo en Spotify y YouTube. Luis Muiño es un psicólogo, psicoterapeuta, divulgador y autor español conocido por su labor de difusión de la salud mental en radio, prensa y podcast. Es uno de los conductores del popular podcast de psicología Entiende tu mente y autor de varios libros sobre temas cotidianos de la mente y las emociones. La cultura contemporánea es cada vez más individualista y narcisista, algo que dificulta la formación de lazos afectivos sanos y profundos entre las personas (Imagen Ilustrativa Infobae) Ha trabajado como terapeuta tanto en el ámbito clínico privado como en proyectos de cooperación internacional y colabora habitualmente con medios, donde publica artículos y participa en espacios de divulgación. Su estilo combina el rigor clínico con un lenguaje accesible, y en los últimos años se ha consolidado como una voz influyente en España y en el ámbito hispanohablante sobre temas como las relaciones, el duelo y el bienestar emocional. —Sos psicoterapeuta y tenés uno de los podcasts más escuchados de España. Me encantaría que hablemos del amor, de las relaciones y de los problemas que ves en las relaciones actuales. Te escuché decir que el 80% de la gente llega a terapia por un problema de amor. —Quizás me quedé corto. Probablemente son más. En realidad, la falta de un vínculo sano, de un vínculo en el que te puedas apoyar, de una persona que se convierta de alguna manera en tu patio de recreo, con la que puedas, por ejemplo, sentirse vulnerable, eso creo que es el gran problema del mundo moderno. Y fíjate que a lo mejor me llegan las terapias, lo que me cuenta el paciente, las demandas, y parece que son otra cosa. “Oye, tengo un jefe psicópata”. Okay, empezamos a hablar de eso. “El jefe me tiene fatal. Luego, llego a casa, se lo cuento a mi pareja y es que ni me escucha, ni me entiende...” A lo mejor ese es el problema. Y poco a poco, acabamos hablando de amor. Y esto mismo te lo cuento cuando estamos hablando de relaciones padres e hijos, de relaciones de depresión, de ansiedad. Detrás, casi siempre está la falta de un vínculo sano, natural. Y creo, de verdad, que es el gran problema del mundo moderno. Por eso escribí un último libro. Me dejaron elegir tema y dije: “El amor, qué raro que nadie hable de eso”. En consulta, muchas inquietudes presentadas como estrés o ansiedad suelen esconder la ausencia de una relación afectiva que sostenga emocionalmente (Imagen Ilustrativa Infobae) —¿Te referís al amor romántico o puede tratarse de otro tipo de amor, como el que se tiene por los padres, los hermanos o los amigos? —Ahora te estoy contando el amor romántico, pero en realidad vivimos en una cultura cada vez más individualista, entonces es muy difícil conseguir ningún tipo de vínculo, de cualquier tipo. Hace cuánto tiempo hace que a lo mejor no tienes una charla simplemente en la que las dos personas se están escuchando, en la que la otra persona tiene atención plena hacia ti, te pregunta cada vez que tú cuentas algo y quiere entenderte fuera de él mismo. Es decir, la otra persona no te está llevando a su terreno, no está diciendo: “¡Ah! Sí, eso mismo me pasa a mí”, cuando en realidad no le pasa lo mismo ni de broma. ¿Cuánto tiempo hace que no tienes una charla así? —No es lo usual… —No. Cada vez la cultura es más egocéntrica, más narcisista. Las conversaciones consisten en esperar a que el otro acabe de hablar para decir lo tuyo. Hay menos empatía real, ¿no? Trato de ver las cosas desde tu punto de vista, desde lo que a ti te importa, desde lo que a ti te mueve. Y, por supuesto, hay menos atención plena hacia los demás. O sea, la atención está siempre metida en nosotros mismos. Eso yo creo que es el gran tema del mundo actual. Es una idea. Entonces, sí, efectivamente, en mi último libro y en muchas de las charlas que he hecho últimamente, hablo del amor romántico, incluso hablo contra el amor romántico, pero pasaría lo mismo y se podría escribir el mismo libro sobre la amistad o sobre la familia. —¿Cuáles sentís que son los problemas que más suelen llegarte? ¿Cuáles dirías que son las inconformidades más frecuentes por las que la gente acude a vos? — Yo la podría resumir en una: alguien que no consigue una pareja real. Eso se traduce en personas que están en vínculos tóxicos que les cuesta dejar, con lo cual, obviamente, no consiguen una pareja real nunca, ¿vale? Mientras no sigan en ese vínculo, no están abiertos a otras personas y, por otra parte, ese vínculo no es una pareja real. Gente que es single, pero no quiere serlo, está buscando realmente, pero no encuentra. Y luego, gente que se ha conformado con parejas que no les dan lo que tendría que dar una pareja. Yo creo que el mayor tema se podría resumir en una frase, es no conseguir un vínculo sano, un vínculo nutritivo, que te haga sentir esa especie de comunión de almas que solo se siente a veces. El psicoterapeuta subraya que el problema principal es no lograr una pareja o vínculo que genere una comunión de almas y sea nutritivo (Imagen ilustrativa de Infobae) — Decis que la pareja compensa menos, que cada vez necesitamos menos de una pareja. Entonces eso trae una dificultad a la hora de formarla, mantenerla, construirla. —En otras épocas, los antropólogos materialistas nos cuentan las razones por las que tener un vínculo, compensaba materialmente. O se puede explicar con la descendencia, los hijos. Tener hijos solo se podía casi tener en pareja, no había otra forma, ¿vale? Por motivos de una sociedad sexista. Por otra parte, estaba el tema de asegurar la sexualidad. Eso de “puedo tener sexo cuando quiera”. Y luego las posesiones. Las posesiones quedan bajo tus genes. Que eso era lo importante en otro tipo de épocas. Las posesiones van a ir a mi patrimonio genético. Esas son las tres razones, yo creo, que dan los antropólogos materialistas tipo Marvin Harris para mantener las parejas en otras épocas. Yo creo que eso ha sido verdad hasta el siglo XXI. Hoy en día eso no tiene ningún sentido. Si quieres tener hijos los puedes tener sola o solo. Y asegurar la sexualidad, pues ya no tiene mucho sentido en pareja. Ya no hay razones materiales, pero eso es una muy buena noticia. Es decir, las parejas solo seguirán existiendo en la medida en que, emocionalmente, cumple mis expectativas. De hecho, las mejores parejas que conozco son personas que saben que podrían ser singles sin ningún problema y no pasa nada. Y lo dicen y lo hablan entre ellos. No es: te necesito, no es oye, si se acaba nuestra pareja me vengo abajo. No, está bien. Si se acaba nuestra pareja seguiré bien. Lo que pasa es que estoy mejor en pareja. Es decir, que no compense, que no rente significa que cada vez más solo habrá parejas en la medida en que afectivamente sean nutritivas, realmente nos lo pida el corazón, porque la cabeza ya no tiene falta de pareja. La idealización en las parejas lleva a aferrarse a una imagen falsa, confundiendo el potencial de la persona con la realidad, lo que complica las relaciones sanas —¿Qué otras características para vos tiene una buena pareja, una pareja sana, aparte de lo que nos mantiene juntos? ¿Es simplemente las ganas de estar juntos? — Esa es la primera. Hay una frase que a mí me encanta porque creo que define a las parejas de verdad, y es que “pareja son dos personas que se unen para resolver problemas que no tendrían si no estuvieran juntos”. Una frase paradójica. Yo de single no tengo esos problemas. Okay, pero es que quiero estar contigo. Eso es una pareja. ¿De acuerdo? Para mí. Que no haya ninguna otra necesidad que no sea la afectiva, emocional, la de comunicación... Nada más. La segunda te diría anti necesidades. Por motivos hormonales las parejas funcionaban por adicción. Es decir, “no puedo vivir sin ti, no hay manera”. Todavía seguimos cantando canciones así. ¿Vale? Por idealización del otro, es como yo me reinvento al otro en función de lo que yo quiero, de lo que yo busco y quiero que lo tenga y me enfado si no lo tiene. Antes funcionaban así las parejas. Y por posesión. Es decir, no me importa el bienestar de mi pareja, lo que me importa es que esté conmigo. Los celos mal llevados, etcétera. Esas tres cosas creo que tienen que desaparecer completamente en el mundo moderno para que una pareja funcione. Es decir, una pareja que funciona por adicción, idealización o posesión no funciona. Antes el vínculo de pareja respondía a cuestiones materiales como descendencia, sexualidad y patrimonio, hoy el único motivo válido es el bienestar emocional (Imagen Ilustrativa Infobae) —Pero en esa etapa inicial en la que idealizás a alguien, ¿cuánto puede pasar hasta que empezás a ver sus defectos o esas cosas que no te gustan tanto? —El tiempo que sea. ¿30, 40 años? —¿Hace 30 años que está en pareja y sigue atribuyéndole cosas a su pareja que en realidad no tiene? —Y decepcionándose continuamente. Algo que me puede decir un paciente es: “Mi pareja es una persona que realmente tiene muchas ganas de ser fiel, de ser una persona de cara, una persona en la que se pueda confiar. Lo que pasa es que es verdad que cada vez que sale con los amigos, cada vez que bebe, entonces, se levanta alguien. Pero realmente él en sí es, es un tipo... ¿Sabes? Lo que tengo que hacer es intentar que salga menos con esos amigos”. O “mi pareja es una persona que se responsabiliza, que asume que en la vida cotidiana hay que esforzarse tanto como los demás. Y lo que pasa es que está teniendo mala suerte y lleva treinta años sin encontrar trabajo”. Eso que te digo es literalmente cosas que me dicen a montones en terapia. Es decir, yo puedo seguir idealizando a un Peter Pan que lleva 30 años sin encontrar trabajo, sin ningún problema. Puedo seguir creyendo que la culpa es de las circunstancias. Yo puedo seguir idealizando a un infiel compulsivo sin ningún problema. Yo puedo seguir idealizando a una alcohólica y creyendo que ella no es... “Es que es el alcohol”. —O sea que es aferrarse mucho al potencial de la persona, pero no lo que la persona realmente te demuestra que es. —Ojalá fuera el potencial. Cuando idealizamos nos aferramos a la imagen que nosotros tenemos de la persona. No vemos a la persona, vemos lo que nosotros querríamos que fuera la persona. Porque una vez además que forma parte de tu pareja, es parte de tu ego. Es decir, es parte de tu yo. Reconocer que tu marido con el que llevas veinte años simplemente es un “falopero”, cocainómano, no es fácil. Ya está, o sea, es un cocainómano, no tiene más, no, no hay muchas vueltas que darle. No es fácil, porque eso significa mucho sobre ti mismo. Y ese es el riesgo de la idealización. En la actualidad la idealización, el miedo al compromiso y la dificultad para dejar vínculos tóxicos dificultan la formación de parejas estables, según el especialista (Imagen Ilustrativa Infobae) —¿Qué pasa con el tema sexo? Que recién me decías que cada vez hay menos… —Efectivamente, cada vez tienen menos sexo en el planeta. En mi libro recojo desde un edicto, un llamamiento del Ministerio de Salud japonés a que la gente tenga sexo. No a que procreen, porque uno podría pensar: no, el problema es de población y no, es a que tengan sexo, simplemente porque es que de repente, en Japón hacen una encuesta y descubren que en torno al 50% de japoneses llevan, como un año más o menos sin tener sexo en pareja, sin ningún motivo. O sea, no porque estén enfadados ni nada por el estilo. Recojo en mi libro también algo en Argentina, es decir, sobre llamamientos a que la gente tiene cada vez menos sexo. En Inglaterra, que tiene más estadísticas sobre esto, es tremendo. Tienen tres veces menos sexo los ingleses que hace 30 años. La idea es esta: cada vez va a haber menos relaciones en cualquier sentido y el sexo incluye relacionarte. No nos olvidamos de eso. O sea, las relaciones puramente casual, no existen. Prácticamente no existen, ¿no? O sea, esto de que sin que haya un cierto vínculo yo tenga sexo con alguien es muy raro. Yo no creo que cada vez haya menos sexo porque cada vez, los jóvenes sean menos sexuales. Creo que lo que son es menos de vincularse de cualquier forma. Entonces, esto de ligar, tú estás en una pantalla... Vuelvo a lo mismo, estamos en una cultura muy individualista, muy narcisista. Vincularse es difícil, es un acto de valentía. La falta de empatía y de atención plena hacia los demás genera relaciones superficiales, en las que se prioriza el yo por encima del nosotros (Imagen Ilustrativa Infobae) —¿Esto es porque hoy existen muchas formas de darse placer o de subir la autoestima a través de estímulos, pantallas o cosas que refuerzan el ego, entonces, tal vez una interacción con alguien por chat ya alcanza? ¿Va un poco por ahí? —Absolutamente. Tener placer con un juguete sexual a solas, estar frente a una pantalla viendo porno, porque las cifras de porno están más o menos igual, ¿vale? Se puede seguir manteniendo el narcisismo, el ego... Porque vincularse supone dejar un poquito de ti mismo, romper con una cultura de vínculos de apego evitativo. O sea, vivimos en una cultura que fomenta el apego evitativo, esa idea de: con la otra persona sí, pero cuidadín. ¿Sabes? Siempre hay esta cultura de la sospecha. Si te fijas, no sé, los reels de Instagram haciendo llamamientos siempre es: “cuidado, cuidado, cuidado”. Es como ve pensando en ti misma todo el rato. O sea, nadie fomenta esa idea de vamos a pensar en el nosotros. Hay una investigación que a mí me gusta, que es la de Robert Stenberg, que lo que hace es seguir a parejas durante mucho tiempo y ver cuáles son las que funcionan, no las que duran. Stenberg encuentra que hay tres factores en las parejas que de verdad funcionan, que son: comunicación, atractivo y química no solo sexual, sino también que la otra persona me apetezca abrazarla, que me apetezca tocarla y planes conjuntos, es decir, es capacidad de mirar juntos hacia algún sitio. —No parecen tan ambiciosos hasta ahí. —No es tan ambicioso, ¿verdad? Bueno, pues la inmensa mayoría de las parejas no tienen esos tres factores. La inmensa mayoría. El costo hundido es un tema recurrente en terapia, muchas personas siguen en relaciones por el tiempo y energía invertidos y temen asumir el fracaso (Imagen Ilustrativa Infobae) —O sea no se comunican bien. Uno no le puede ser honesto al otro sobre lo que le está pasando, de lo que necesita y no hacen cosas en común… —No tienen una proyección de futuro pactada en la que hayan llegado los dos. Es decir, la proyección de futuro siempre es del uno o del otro y hay un desequilibrio. —Y después la atracción siento que es algo que sucede sobre todo al principio, o sea, es una de las más fáciles de descartar, ¿no? Como digo, no es algo que te enterás al año tres si la persona te apetece o no te apetece. —Al principio esta fase que Alberoni y otros teóricos han llamado el amor pasional, los tres primeros años, es una cuestión hormonal. La otra persona te pone mucho, pero no quiere decir que te guste. Una vez que se pasa esa química hormonal, empiezas a descubrir si te gusta o no te gusta. Eso era como funcionaba la pareja tradicional. Y por cierto, casi siempre descubrías que no te gusta. Esto se ve en muchísimas parejas, ¿no? Que no le gusta su pareja. Lo que habla Alberoni cuando habla de ese mantenimiento del atractivo es que durante todo el tiempo hay una mezcla entre pasión y conocimiento del otro. Es decir, me gusta por cosas que son diferentes a mí, me pone mucho cuando hace esto, que yo no lo hago, ¿vale?, que no me he inventado. Realmente conoces al otro y te atrae por lo que es. Te atrae por su diferencia. Te atrae por algo completamente distinto. Y eso sí que se mantiene muchos más, más allá de tres años. Hay que trascender a las hormonas. Si el amor fuera algo solo hormonal, no hay ninguna diferencia entre el Paleolítico, Romeo y Julieta, y una comedia romántica de ahora. No hay. Es puramente hormonal. Si nos dejamos así, pues eso, la pasión duraría tres años. El erotismo solo duraría tres años. Según Muiño, las mejores parejas están juntas porque así lo desean, no porque lo necesiten ni por miedo a la soledad o a perder el patrimonio (Imagen Ilustrativa Infobae) —Logan Ury, directora de Hinge —una famosa app de citas—, hizo varios estudios sobre por qué a los solteros les cuesta conseguir pareja. Según ella, hay varias razones principales. La de los maximizers: personas que buscan “lo mejor” y siempre sienten que podría aparecer alguien superior, porque comparan todo con una lista ideal. La segunda es la de quienes creen que “todavía no merecen” una relación y postergan salir a una cita hasta “estar listos”, ya sea adelgazar, mejorar en el trabajo o alcanzar alguna meta personal. ¿Qué opinás? —La segunda para mí es lo típico de las culturas individualistas, ¿no? En realidad yo quiero entrar a una relación con mi ego bien puesto. Lo que ocurre en el siglo XXI es que nos enseñan que lo más importante cuando entres en una relación es estar por encima, es estar muy bien, ser más incluso que el otro. Entonces necesito adelgazar, necesito, no sé, trabajarme... Por ejemplo, esto me lo dicen muchos pacientes: “Tengo que aprender a estar solo antes”. ¿Y eso? ¿Qué quiere decir eso realmente? Es decir, te tomas la relación como si fuera una especie de gimnasio o algo así. Es decir, ¿por qué aprender a estar solo? Si te gusta estar en pareja, ¿por qué tienes que aprender a estar solo? Eso es como decir: “Antes de comerme este plato, voy a aprender a pasar hambre”. No puedo depender de la comida, ¿no? O sea, no, venga, tengo que ser capaz. Entonces dejo el plato y hasta que yo aprenda a pasar hambre, no me como el plato. Pero bueno, ¿sabes? Es una cultura de eso, ¿no? Del narcisismo, de yo solo tengo que poder, del auto, auto, auto, ¿no? Y creo que cuando la cuenta ella me parece muy verosímil, lo veo muchísimo en terapia, tienes razón. Es esta segunda, ¿no? Es como... Lo importante es mi yo, mi ego, antes de entrar en pareja. Vale, quizás en el siglo XXI tenga sentido, vuelvo a lo mismo, pero a lo mejor si queremos tener una relación sana, podemos entrar con todas nuestras mierd*s. Se puede tener una relación con todos nuestros defectos, con nuestra mochila, todos la tenemos. No vas a llegar perfecto a una relación, es absolutamente imposible. De hecho, vas a llegar altamente imperfecta, como llegamos todos, como llegó yo, ¿vale? Con un montón de problemas, por supuesto. Y, ¿qué tiene que ver eso con que quiera tener una relación? Eso sobre lo segundo. Y lo primero vuelve a ser lo mismo para mí. Vuelve a ser esta cosa que te decía de que la pareja es de alguna manera parte de tu yo en una cultura individualista, narcisista. Presumir de tu pareja es una cosa que cada vez hace más gente, por ejemplo, en redes sociales. No nos importa mucho como sea, ¿sabes?. Ir a terapia suele responder a la búsqueda de un espacio donde poder hablar sobre el amor, la soledad o la falta de vínculos nutritivos, afirma Muiño (Imagen Ilustrativa Infobae) —¿Qué le diría a alguien que no puede dejar a su pareja por culpa? ¿Cómo afrontar este escenario? —Déjala por cariño hacia ella. Transforma la culpa en responsabilidad. La culpa es inútil. La culpa nos hace paralizarnos y hacer más daño aún. Es decir, si te quedas, le vas a hacer muchísimo más daño porque realmente le estás fastidiando la vida, la posibilidad de futuro. Precisamente, déjale por cariño hacia él. O sea, di: “Vale, lo mejor que puedo hacer por él es hacerle daño durante unos meses”. Esto es como una operación. Sí, hace daño, pero luego te sana. Entonces, déjale. ¿Y por qué? Porque más allá de que ya no estás enamorada, le quieres y le tienes cariño y quieres que le vaya lo mejor posible. Así que le tiene que ir lo mejor posible sola o solo o con otras personas, pero ya no contigo. Si sigues y no estás enamorada, lo que estás es haciéndole muchísimo más daño. Fíjate que la culpa es un elemento terrorífico, porque sirve para: yo me siento culpable, entonces sigo haciendo más de lo mismo porque me paralizo, con lo cual sigo haciéndole más daño. Es terrorífica. La culpa es como viral, se aumenta a sí misma, ¿no? Entonces como sigo haciéndote más daño, entonces ya me siento más culpable aún, con lo cual sigo más paralizado, con lo cual sigo haciéndote más daño. Transfórmala en responsabilidad. Tú lo que tienes es responsabilidad hacia el futuro sobre esa persona, porque la quieres. Según Muiño, la presión social para mejorar el ego antes de iniciar una relación fomenta el individualismo y dificulta la apertura emocional en pareja (Imagen Ilustrativa Infobae) —Una de las razones que te escuché mencionar sobre por qué muchas personas no dejan una pareja que ya no quieren es el “costo hundido”. Invertí tanto tiempo y energía, mi familia lo quiere, mis amigos son amigos de sus amigos, construimos un mundo en común… ¿Cómo desarmo ahora todo lo que armé? — En esto sí que voy a ir más allá del amor. Vivimos en una cultura en que lo más importante es que manejemos el coste hundido. Porque estamos en el siglo XXI, nos metemos en un montón de cosas muy diferentes... Tenemos, como hemos dicho, mucha libertad para elegir un montón de cosas, vamos a pifiarla por lo menos 10 veces estrepitosamente a lo largo de nuestra vida. Es decir, vamos a meter un montón de energía y de tiempo en algo que es un completo fracaso, al menos diez veces. Unas de esas, o dos o tres, van a ser parejas. Tenemos que hacernos a la idea de que vamos a estar años en una pareja y luego vamos a decir: “¡Qué desastre! No he sacado nada de todo esto. No ha servido para nada. He montado toda una historia y la verdad es que se acabó”. Nada de nada. Eso es lo único que nos va a permitir ir a por la siguiente aventura, por la siguiente experiencia vital. Yo creo que hay que tolerar la frustración que supone el coste hundido. No sabes la cantidad de personas que siguen en una relación, como tú dices, pero es que llevan 30 años así. Con lo cual el coste hundido va aumentando. Es como: ¿cómo, qué me digo a mí mismo? Esto me lo preguntó una paciente el otro día. Pero entonces, o sea, ¿cómo me digo a mí misma que estos veinte años han sido una completa estupidez? Digo, pues diciéndotelo. Es que no hay otra forma. Fue una completa estupidez. Si tú lo crees así, pues sí, seguramente. “¿Y no saqué nada de todo esto?” “No, nada”. Un mal ejemplo de lo que no te gustaría volver a repetir, pero poco más. ¿Sabes? Para eso no hacen falta veinte años. “O sea, que la cagué”. “Sí, ya la cagaste”. Y yo la he cagado, ¿sabes? Muchas veces en mi vida, muchísimas. Ya está. Fue y a por la siguiente. Las parejas saludables se unen por elección y deseo emocional, no por necesidad, y construyen juntos proyectos y una comunicación auténtica (VisualesIA) —Luis, te voy a hacer la última pregunta que le hago a todos los invitados y es si nos puedes contar algo que en el último tiempo te sorprendió, te conmovió, te dejó pensando. Puede ser una recomendación, un libro, una película, una anécdota, lo que sea que sientas que vale la pena hoy dejar para compartir. — Me conmueven cada vez más los héroes cotidianos. De repente descubrir una historia de alguien que hace algo muy sencillo, ¿sabes? Y dices: “Wow”. Eso supone valentía, una serie de características que muchas veces yo no tengo, ¿vale? Hace una hora, hablando con mi pareja, ella es peruana, y estábamos hablando de los manifestantes allí, chavales jóvenes que salen a la calle, que se están jugando la vida, literalmente. Y dije: “Oye, son valientes. Y son valientes por una cosa pública”. Es decir, se están jugando por algo que no es para ellos, no es egoísta. ¿Sabes que poca gente hace eso hoy en día? Entonces, dije: “Joder, me conmueve”. Mis respetos para ellos. Independientemente de que esté de acuerdo con lo que pidan, lo que sea. Pero en sí el acto me parece conmovedor. La valentía de alguien que se juega la vida para pedir algo público, algo que es para todos, que no es egoísta, hoy en el mundo actual, dije: “Me conmueve”.
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