Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • La Verde, una batalla olvidada: de la muerte del abuelo de Borges al increíble hallazgo de sangre en proyectiles desenterrados

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 26/11/2025 05:31

    Francisco Borges era coronel. Fiel partidario de Mitre, fue uno de los oficiales muertos en esa jornada Tal vez, cuando comenzó la batalla ya estaba dispuesto a que le volasen la cabeza o quizá fue parte de un final imaginado por su nieto escritor. En esas versiones en las que se confunde la épica con relatos orales familiares que refieren a los últimos instantes de vida, habría lucido un poncho blanco y montado un caballo del mismo color, y cabalgaba al galope frente a sus hombres hacia el mismo infierno donde los defensores estaban bien parapetados muñidos con modernos fusiles Remington. El coronel Francisco Isidro Borges, que desde Caseros había estado en todas, como en el sitio de Buenos Aires, Cepeda, Pavón, en la guerra contra el Paraguay, en la represión a López Jordán y en la lucha contra el indio, ahora era visto por sus pares, amigos y hasta ayer entrañables compañeros de trinchera, como un traidor. Francisco Isidro, quien en el futuro iba a ser abuelo del genial escritor Jorge Luis Borges, diez días atrás había cumplido 39 años, y dejaba a una joven esposa y a dos hijos de corta edad. Fue en La Verde, la batalla librada el 26 de noviembre de 1874, en el marco de aquella lejana y no tan conocida revolución. Ocurrió cuando Bartolomé Mitre llamó a la rebelión por el resultado de las elecciones en las que resultó electo presidente Nicolás Avellaneda, ya que había denunciado un fraude escandaloso. Bartolomé Mitre había sido presidente entre 1862 y 1868. En las elecciones de 1874 volvió a presentarse y fue a la revolución por el fraude cometido Más de 130 años después, en esa extensión de la pampa bonaerense en el partido de Veinticinco de Mayo, un grupo interdisciplinario de arqueólogos e historiadores especialistas en el estudio de los campos de batalla, a partir de los vestigios hallados, como proyectiles, vainas y restos de bayonetas, aportaron nuevos elementos para la comprensión de dicho enfrentamiento, donde casi 800 hombres frenaron un ataque de cinco mil, y donde 300 perderían la vida. Esta es la historia. En 1874, Domingo Faustino Sarmiento terminaba su mandato presidencial y había estallado, literalmente hablando, la lucha por las candidaturas. Se anotaron Nicolás Avellaneda, que a mediados del año anterior había renunciado como ministro de Instrucción Pública, y era apoyado por el gobierno; Bartolomé Mitre, ex presidente y entonces senador nacional por el Partido Nacionalista, que le había entregado el gobierno a Sarmiento, y Adolfo Alsina, vicepresidente del actual mandatario, líder del Autonomismo. José Inocencio Arias en sus últimos años. Con solo 800 hombres enfrentó a un ejército de cinco mil El conflicto explotó el 1 de febrero. Ese día, se celebraron elecciones a diputado nacional en todas las provincias. Los de Avellaneda se impusieron en 11, los de Alsina en dos y Mitre en una. Alsina decidió retirarse de la contienda y apoyó a Avellaneda luego de negociar el reconocimiento de sus diputados en detrimento de los mitristas, mientras que el ex presidente impugnó la victoria de su contrincante en la provincia de Buenos Aires, argumentando fraude. Hubo acusaciones cruzadas, con el agravante de que se aplicaba el sistema de lista completa, donde el ganador se quedaba con todas las bancas. Se decidió que la impugnación fuera tratada en el Congreso, en la apertura de sesiones, que sería el 13 de mayo. En el medio, el 12 de abril fueron las elecciones a presidente y Avellaneda consiguió una contundente victoria para el colegio electoral: 146 electores contra los 79 de Mitre. Este, acicateado por sus partidarios, que pugnaban por patear el tablero, cedió. Anunció que se debía hacer la revolución pero una vez que Sarmiento entregase el poder, porque el sanjuanino representaba a un gobierno constituido. Una pequeña muestra de lo hallado en el campo de batalla: proyectiles y botones en los que se distinguen el escudo nacional La llamada “Revolución Mitrista” tuvo dos teatros de operaciones: Cuyo-Córdoba y provincia de Buenos Aires, aunque el alcance fue mayor: en Buenos Aires el general Ignacio Rivas; el general José Arredondo en Cuyo; el teniente coronel Plácido Martínez en Corrientes, el general Antonio Taboada en Santiago del Estero, y además se había plegado un sector de la Armada. El gobierno, al tanto de los preparativos, decretó el estado de sitio, primero en el litoral y después a todo el país. El presidente Sarmiento presionó a los oficiales jefes a mantenerse leales al gobierno, entre ellos a Francisco Borges. Borges estaba comprometido con Mitre, ambos eran masones de la logia Confraternidad Argentina N° 2, pero el militar le aseguró a Sarmiento que tendría su fidelidad, ya que sabía que la revolución estallaría una vez que éste dejase el poder. Una vez ocurrido esto, entregó las unidades que comandaba, los regimientos 2, 3 y 5 de caballería de línea, que custodiaban la frontera norte contra el indio. Así luce el paisaje donde 151 años atrás se desarrolló la batalla. Al cumplirse cien años, se colocó un monolito (Carlos Landa) Si bien hubo enfrentamientos en distintos puntos del país, nos concentraremos en La Verde, combate del que hoy se cumplen 151 años. En la noche del 25 de noviembre de 1874 fuerzas del gobierno al mando del teniente coronel José Inocencio Arias acamparon donde sería la batalla. Al parecer, desobedeció las órdenes del gobierno de dirigirse a defender la estación de ferrocarril de Altamirano, punto de bifurcación de las vías. Primero avanzó hacia Las Flores, donde derrotó a la vanguardia de Mitre y acampó en La Verde. Las fuerzas de Mitre al frente del llamado “Ejército Constitucionalista”, no estaban lejos y mandó a un parlamentario, que invitó a Arias a rendirse. Los mitristas eran 5500 contra 782. Pero Arias mandó decir que él y sus tropas estaban resueltos a morir peleando. Arias era un uruguayo de 28 años que había tenido su bautismo de fuego en Pavón, y que en la guerra del Paraguay había sido gravemente herido en Curupaytí, donde perdió la audición de un oído. Por eso le decían “el sordo”. Los estudios llevados adelante con Luminol arrojaron resultados positivos de restos de sangre en algunos de los proyectiles desenterrados (Carlos Landa) Arias colocó a los tiradores en la casa, en el corral y en una fila de árboles. En dos potreros repartió al batallón y a la caballería. Los revolucionarios decidieron avanzar en tres columnas, encabezadas por Mitre y su estado mayor. A sus flancos, estaba la caballería, detrás los infantes y cerraban tres escuadrones de jinetes. Antes de iniciarse la lucha, Borges, a quien sus amigos habían apodado “Pancho”, se adelantó a todo galope con bandera blanca para convencer a su viejo y querido amigo Arias de que se dejase de locuras que la proporción era seis contra uno. No hubo caso. Se despidieron con un abrazo. Cuando comenzó el ataque, la fusilería de las fuerzas del gobierno hizo estragos. Se usaron fusiles Remington calibre 43, de fabricación norteamericana, cuyas primeras remesas habían sido adquiridas por el gobierno de Sarmiento. Parte del equipo de arqueólogos junto a algunos elementos recogidos en el campo (Carlos Landa) El embate de los mitristas, que también disponían de Remington aunque en menor medida, obligaron a los efectivos que estaban en los potreros a replegarse hasta una empalizada y un foso. Como el alambrado no estaba del todo expandido en el interior, los fosos cumplían la función de contener al ganado. Los soldados los habían excavado aún más, transformándolos en espléndidas defensas. Luego de tres horas, Mitre le dijo al general Rivas: “El triunfo se ha hecho imposible. Es ya necesario ordenar la retirada”. Durante la batalla murieron entre 300 y 500 soldados, según las informaciones de la época. Arias le escribió una carta a Mitre, informándole que se estaba ocupando de los heridos revolucionarios y había permitido que los soldados regresasen al campo de batalla a ocuparse de los compañeros. “Si V.E. puede hacerme saber de Borges, yo se lo agradecería en el alma”, pedía Arias. Borges, en el medio de la refriega, había decidido morir. Montado en un caballo blanco, se envolvió en un poncho del mismo color y cabalgó al frente de sus hombres hacia donde se concentraba el fuego de los defensores. Fue alcanzado por dos disparos. Agonizó todo ese día y murió al anochecer. Se hallaron muchas vainas de proyectiles, los que dieron la idea de la magnitud del combate (Carlos Landa) Por 1870 había conocido en Entre Ríos a Frances Ann Haslan, con quien tuvo dos hijos, Francisco y Jorge Guillermo. Este último se casó con Leonor Acevedo, y tuvieron a Jorge Luis. El reconocido escritor le dedicaría cinco poemas, entre ellos “Al coronel Francisco Borges”. Con el objetivo de profundizar en el conocimiento dinámico de la batalla y la tecnología empleada, el Grupo de Estudios de Arqueología Histórica de Frontera de la UBA estudió en el propio campo la Batalla de la Verde, con un detalle inédito, que es la aplicación de metodologías de la criminalística y de las ciencias forenses en la denominada Arqueología de Conflicto, donde nuestro país es pionero y prolífico en cuanto a sitios de combate estudiados. Para ello, dividieron al campo de batalla en cinco grandes sectores, donde del 1 al 4 correspondían a la ubicación de los atacantes y el 5 a la posición de los defensores. Se realizó una prospección y un barrido con detectores de metales. Los hallazgos fueron sorprendentes: se encontraron 155 vainas, algunas con marca cóncava de percutor y 66 con marca plana de percutor. Además se desenterraron 354 proyectiles ojivales y esféricos, 31 deformados por el impacto, muchos de plomo de fusiles Remington calibre 43, botones militares de latón con la figura del escudo patrio y con la marca de fábrica, importados de Francia e Inglaterra, hebillas de cinturón y de correaje, y fragmentos de bayonetas. Estos valiosos elementos fueron georeferenciados, generándose mapas que permitieron evaluar con más precisión la dinámica de la batalla, que duró tres horas. Fue el presidente Avellaneda quien amnistió a los oficiales revolucionarios que habian sido juzgados por tribunales militares Los lugares donde fueron desenterrados proyectiles y vainas ayudaron a determinar desde dónde se disparó y hacia dónde. Las vainas orientaron desde dónde se hizo fuego y las balas hacia dónde se dirigieron. Además, revelaron dos patrones: por un lado, las maniobras y despliegues en espiral con respecto al núcleo de la batalla, centrada en el puesto de la Estancia La Verde; y por otro, el espacio donde se parapetaron las fuerzas de Arias. Fue así como el grupo interdisciplinario integrado por Raúl Doro, Carlos Landa, Alejandra Raies, Emanuel Montanari, Luis Coll, Carlos María Diribarne y Diego Alejandro Alvarez concluyó que fueron ocho los movimientos desde el inicio del ataque hasta la retirada mitrista. Se precisó que durante el asalto al corral, por la cantidad de vainas halladas, los arqueólogos suponen que los defensores sostuvieron un fuego certero y bien ejecutado. Asimismo, concluyeron que el enfrentamiento, en gran parte, estuvo dominado por el intercambio de los Remington y de las armas a chispas y a percusión, y que los combates cuerpo a cuerpo se habrían restringido cuando la caballería mitrista desmontó para pelear como infantes, según los restos de bayonetas halladas. Los proyectiles fueron sometidos a quimioluminiscencia (Luminol) para la detección de rastros hemáticos latentes humanos, es decir sangre. Método popularizado por series de televisión como CSI, Bones o Dexter, puede aplicarse a vestigios antiguos. Se analizaron artefactos de 800 años hallados en La Puna, hachas de material lítico del noreste argentino, en los hospitales de la batalla de Gettysburg y en sitios donde funcionaron centros clandestinos de detención durante la última dictadura militar. Para efectuar la aplicación de este método sobre la muestra seleccionada, en primera instancia, se generó un elemento testigo de verificación, constituido por una plomada esférica a la que se le aportó sangre humana O+ y A+. La muestra se dejó expuesta en superficie por tres meses, luego enterrada en sedimento de las mismas características que las del sitio, para luego extraerla, limpiarla con pincel suave y lavarla con agua al 90% de alcohol y testear con el producto de luminol, arrojando resultados positivos. Este procedimiento se efectuó con el objetivo de replicar las condiciones en las cuales fueron tratadas las piezas arqueológicas en gabinete. El análisis se llevó a cabo en la Escuela Técnica N° 31 “Maestro Quinquela” de La Boca, ya que se precisaba de un ámbito adecuado sin luz y la asistencia de fotógrafos profesionales. Este establecimiento cumplía con ambos requerimientos. Se hallaron 18 elementos positivos a partir de la aparición de un color azul fluorescente. La ubicación espacial de plomo con reacción positiva de sangre permitió inferir qué bando recibió mayor cadencia de fuego y de qué sectores se produjeron más intercambios de disparos. Las vainas aportaron identidad, cantidad y tipos de armas usadas. Se sometieron a un análisis con técnicas forenses de balística comparada para identificar armas individuales y grupos de armas. A partir del estudio en el microscopio balístico, se diferenciaron tres grupos de vainas accionadas por tres diferentes armas. Luego de La Verde, Mitre marchó al frente de un ejército debilitado por las deserciones hacia Nueve de Julio. El 2 de diciembre, le entregó su espada a Arias, se rindió en Junín y se terminó la revolución. El ex presidente, salvo una banca de diputado nacional, no volvería a ocupar puestos de relevancia en la escena nacional. Muy cerca de allí, está el pueblo de Del Valle, que recuerda a Narciso del Valle, un militar que peleó contra los aborígenes. Cuando se cumplió el centenario de la batalla, hubo un festejo porque los pobladores saben lo que significó este suceso y se erigió un monolito, cerca de donde habían enterrado a los caídos. Hoy el grupo de arqueólogos presenta en el pueblo el libro “Yuyo verde y roja sangre. Mitre y Borges en las trincheras. Arqueología histórica en el campo de batalla de La Verde (1874)”. El equipo tiene una asignatura pendiente: ubicar el lugar donde se levantó el hospital de sangre y la o las fosas donde fueron enterrados los muertos. En esta cuestión, los arqueólogos manejan tres hipótesis y aclararon que es como buscar una aguja en un pajar. Si se hallaran restos humanos, tendría sentido determinar el tipo de sangre detectada en los proyectiles, así como la extracción del ADN. Ellos explican que lo ideal es conseguir un escáner especial que se conecta a un dron que barre la superficie omitiendo vegetación. Así sería más sencilla la localización de anomalías en un terreno que aún esconde secretos, allí donde dicen que el coronel Borges fue a la muerte en un caballo blanco. Fuentes: A sangre y plomo. Análisis de balística comparada y evidencias de rastros hemáticos latentes en proyectiles de la batalla olvidada de La Verde, de Raúl Doro, Carlos Landa, Alejandra Raies, Emanuel Montanari, Luis Coll, Carlos María Diribarne y Diego Alejandro Álvarez; Bartolomé Mitre, de Miguel Angel De Marco; Campañas militares argentinas. La política y la guerra. Guerra exterior y luchas internas (1865-1874), Tomo 4, de Isidoro Ruiz Moreno

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por