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» Misionesopina
Fecha: 25/11/2025 11:57
Por Jorge Fontevecchia* El triunfo electoral de Milei, más que un plebiscito a su gestión, lo fue a la continuidad de Cristina Kirchner como ordenadora del peronismo y figura central de la oposición. Denota la dificultad del peronismo en su capacidad de actualizarse, lo que fue su principal característica a lo largo de su existencia: el Perón de 1952 distinto al de 1945, distinto a la vez a él mismo en 1973, distinto del de Carlos Menem en los 90 y distinto al del kirchnerismo en 2003. Cristina Kirchner tapona esa posibilidad de actualización. Es el gran lastre del peronismo actual y el gran activo de Milei. Hay una parte importante de la clase media surgida de progenitores que tuvieron la posibilidad de acceso social por el progreso que políticas del peronismo generaron a partir de la segunda mitad del siglo pasado que no son antiperonistas y serían “electoralmente peronizables” si el kirchnerismo dejara de ser sinónimo de peronismo. Gran parte de la sociedad argentina tiene, aunque sea inconsciente, su identidad en esa ideología de base. Es evidente que el peronismo, para ser competitivo con el Frente para la Victoria en 2015, el Frente de Todos en 2019 y Unión por la Patria en 2023, tuvo que buscar candidatos que hubieran disentido explícitamente de Cristina Kirchner y su cáscara intelectual representada por La Cámpora: Daniel Scioli, Alberto Fernández y Sergio Massa. Lo mismo con Kicillof en septiembre de 2025, cuando ganó las elecciones provinciales. Sea “por derecha o por izquierda”: deskirchnerizar. Para, por lo menos en la percepción, mostrar alguna forma de reperonizar. El peronismo era significante de felicidad, Perón le había “robado” todo a Aristóteles y su eudaimonia para quien el fin último es la felicidad del individuo y la realización plena de la naturaleza humana. Traducido en la práctica con vacaciones pagas, acceso a lugares turísticos con hoteles sindicales o la figura de la heladera llena. El cristianismo “le había robado todo” a Platón, mucho después la Iglesia católica construyó la Doctrina Social (palabra que aborrece Milei) de la Iglesia de la cual el peronismo se convirtió en su significante argentino sintetizado en trabajo y familia: “Del trabajo a la casa, de la casa la trabajo”. La idea del peronismo de una comunidad organizada es en el cual el Estado y la sociedad sean el espacio necesario y el espacio soporte donde se establezcan los intercambios libidinales. Es en esa comunidad de intereses donde se construyen lazos afectivos, imaginarios y simbólicos, donde se pueden procesar los conflictos regulando los vínculos recíprocos entre los sujetos. El problema es que hoy el peronismo es visto nuevamente como portador de caos, como lo fue el de otra viuda, Isabel Perón. Hoy, en gran medida por la oposición interna que Cristina Kirchner hizo al gobierno de Alberto Fernández impotentizándolo aún más de lo que pudiera ser su propia naturaleza. Le ganó la interna, pero destruyó a su partido. Lo mismo le pasó a Mauricio Macri con Larreta y ahora a Cristina, que “larretiza” a Kicillof jibarizando su carácter de candidato natural a la presidencia. Quizás la “astucia de la razón” no solo trajo a Milei para hacerle un service a la sociedad, sino también mantiene expuesta la causa de la causa: Cristina Kirchner, y la sigue trayendo con las lapidarias revelaciones públicas de los testimonios del juicio de Cuadernos haciendo más patéticos sus bailes en el balcón. Quizás la “astucia de la razón” de Hegel esté cerrando un círculo histórico de cincuenta años con los dos demonios hoy apenas fantasmáticos: la guerrilla y la dictadura, en formato de farsa con Cristina Kirchner y Javier Milei (rehenes mutuos), y ambos completen, con éxitos y fracasos en cada caso, el service a la Argentina, que sea terminar con la polarización kirchnerismo-antikirchnerismo que, según explica en su reportaje el reconocido sociólogo trasandino Manuel Antonio Garretón, con su traducción local está más viva que nunca en la elección de Chile en forma de polarización. Allí sigue siendo “el clivaje fundamental de la sociedad” haciendo que “hoy el liderazgo de la derecha lo toman quienes se identifican con el legado de Pinochet”, en lugar de la derecha moderada de Piñera antipinochetista o la de Macri en Argentina antiprocesista, aunque le gritaran “basura vos sos la dictadura”. Así como la recuperación democrática llegó antes a Argentina, ojalá estemos también adelantados algunos años en la llegada del fin de la polarización, además de Milei-Kast y Macri-Piñera. Rémora fantasmática de los dos demonios de hace cincuenta años se percibe en el “todo es válido para aniquilar al enemigo, incluso utilizar sus métodos”; en el caso de kirchnerismo y mileísmo, su antirrepublicanismo, tomar al periodismo como enemigo, la violencia –gracias a Dios– verbal, y aunque contenidos, los impulsos totalitarios. La democracia es mediación, las instituciones son los mecanismos que realizan la intermediación y si tampoco los medios pueden mediar, la sociedad además ingresa en la ignorancia. El peronismo podría parafrasear el eslogan de 2019 que sostenía que “sin Cristina no se puede y con Cristina no alcanza” para 2027 en “con Cristina no se puede y sin Cristina solo no alcanza”. Scioli estuvo a poco más de un punto de diferencia de haber ganado el balotaje, Alberto Fernández ganó en primera vuelta y Massa estuvo a solo dos puntos de ganar en primera vuelta, y su error fue no competir con ella, a pesar de que creía firmemente que para dar vuelta la página había que ganarle a Cristina Kirchner en una interna; esa oportunidad ya se perdió. Con nostalgia aguda, Massa insistía en que en lugar de Fuerza Patria, había que volver a llamar peronismo al partido que compitió en 2025. Para Immanuel Kant, el tiempo es interno y el espacio externo, sostenía, en sus palabras: “El tiempo es la forma sensible que posibilita todos los fenómenos, a diferencia del espacio, que solo posibilita los fenómenos externos”. El tiempo es una intuición que estructura la experiencia interna, la “forma a priori de la sensibilidad”, y que permite dar sentido secuencial a los hechos. “No se libera de una pasión tratando de sustituirla, sino atravesándola”, sostenía Carl Jung. Ya la atravesaron, se le podría decir al peronismo, ya pasó suficiente tiempo, jubilen a Cristina, vuelvan a tener futuro. No jubilen al peronismo. *Artículo publicado en Perfil.com
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