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Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 23/11/2025 11:30
Psicólogos y estudios explican que la música triste funciona como espejo emocional y como una catarsis estética segura. La música tiene un poder que se siente sin demasiadas explicaciones. A veces una melodía en tono menor atraviesa la alegría y nos atrae. Que nos guste escuchar música triste cuando estamos contentos parece una contradicción, pero revela modos sutiles de equilibrio emocional, memoria y placer estético que merecen ser interpretados con calma. Especialistas —psicólogos y musicólogos— coinciden en que la llamada música triste no siempre implica malestar. En muchos casos actúa como una herramienta reflexiva: permite sentir una tristeza estética, segura y simbólica, sin el dolor real asociado a experiencias personales. Esa distancia emocional facilita la contemplación y, a menudo, produce alivio o renovación afectiva. Un estudio del Gabinete de Psicología de Tenerife pidió a voluntarios escuchar fragmentos en tonalidad menor y diferenciar la emoción que la pieza expresaba de la que ellos realmente sentían. El hallazgo: reconocían la tristeza percibida pero experimentaban ternura, nostalgia o calma. Es decir, la emoción expresada y la vivida no siempre coinciden. Emoción percibida versus emoción sentida Esta distancia emocional funciona como un resguardo: nos asomamos al sentimiento sin sufrirlo en carne propia. La idea recuerda la noción de catarsis, vigente desde Aristóteles y retomada por Freud: liberar afectos de forma simbólica. Así, una canción melancólica puede ofrecer introspección sin revivir el trauma que originó esa tristeza. Neurociencia y placer estético Investigaciones de neurociencia muestran que la música melancólica activa áreas vinculadas a la empatía y al placer estético, como la corteza prefrontal medial y el estriado ventral, según informes revisados por el NIH. Además, la anticipación de un giro armónico puede liberar dopamina, transformando la melancolía en una sensación gratificante y segura. Escuchar música triste siendo feliz también puede funcionar como espejo: conecta el presente con recuerdos y logros pasados. Ese reencuentro emocional no arruina la alegría; la profundiza. Integrar nostalgia y bienestar reafirma identidad y resiliencia. En muchos oyentes, la escucha consciente provoca un contraste que enriquece la experiencia afectiva, no la contradice. Fuente: La 100
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