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Parana » AIM Digital
Fecha: 21/11/2025 07:46
La presencia de los alimentos ultraprocesados (AUP) en las comidas diarias de la población global superó niveles históricos, de acuerdo con una serie de documentos científicos difundidos por la revista The Lancet. Se trata de una investigación conformada por tres artículos que alerta sobre esta tendencia que modifica costumbres alimentarias y eleva el riesgo de enfermedades crónicas tanto en países desarrollados como en regiones emergentes, según los autores. Los análisis presentados, llevados a cabo por 43 expertos, destacan la urgencia de una reacción internacional coordinada. Evidencias del impacto de los ultraprocesados en la salud y la alimentación La clasificación Nova, establecida por el profesor Carlos Monteiro y su equipo en el año 2009, divide a los alimentos en 4 grupos: sin procesar o mínimamente procesados, ingredientes procesados, alimentos procesados, y ultraprocesados. El primer estudio de la serie publicada por The Lancet detalla que, según este sistema, los alimentos ultraprocesados consisten en productos fabricados con sustancias derivadas como aceites hidrogenados, jarabes y aditivos variados. Monteiro participó de este trabajo, en el que se indica que estos artículos suelen desplazar comidas tradicionales y opciones de origen natural. “El creciente consumo de alimentos ultraprocesados ??está transformando la dieta a nivel mundial, desplazando los alimentos frescos y mínimamente procesados", señaló el experto. Y agregó: “Este cambio en la alimentación se ve impulsado por poderosas corporaciones globales que generan enormes ganancias al priorizar los productos ultraprocesados, con el apoyo de un intenso marketing y un fuerte lobby político para frenar políticas de salud pública eficaces que promuevan una alimentación saludable”. Los resultados de diversas encuestas nacionales, reportados en la serie, ilustran el aumento constante de la participación de estos productos en la dieta. Así, el documento ofrece datos que muestran cómo el porcentaje calórico proveniente de ultraprocesados pasó en los últimos 30 años del 11 al 32 por ciento en España y del 4 por ciento al 10 por ciento en China. Como números representativos de la región de Latinoamérica, los valores de México y Brasil aumentaron del 10% al 23% en el mismo período de tiempo. Por otro lado, en Estados Unidos y el Reino Unido se supera el 50% desde hace veinte años. En el plano individual, la exposición generalizada a ultraprocesados se asocia a desequilibrios nutricionales graves, exceso de calorías, grasas y azúcares y menor presencia de componentes protectores como fibras o proteínas. La serie reúne evidencia de 104 estudios de seguimiento prolongado, de los cuales 92 vinculan mayor consumo de productos ultraprocesados con problemas como obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mayor mortalidad prematura. Según los datos publicados por The Lancet, los ultraprocesados aumentan el riesgo de diabetes tipo 2 en un 25 por ciento y el de sobrepeso u obesidad en un 21 por ciento, mientras la mortalidad total y por enfermedades cardiovasculares crece en un 18 por ciento en ambas categorías cuando se priorizan estos productos en la dieta. También se observó un impacto en la salud mental, ya que estos alimentos dañinos mostraron un incremento de las posibilidades de desarrollar depresión de un 23 por ciento. Según explicó Mathilde Touvier, investigadora del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia, “si bien se celebra un debate sano sobre los UPF dentro de la comunidad científica, este debe distinguirse de los intentos de intereses creados por socavar la evidencia actual. El creciente número de investigaciones sugiere que las dietas ricas en alimentos ultraprocesados ??perjudican la salud a nivel mundial y justifica la necesidad de medidas políticas”. Medidas regulatorias y alternativas de política alimentaria La segunda parte de la serie, con la participación de expertos como Gyorgy Scrinis, Barry Popkin y Camila Corvalan, describe propuestas de intervención estatal para revertir la tendencia ascendente de los ultraprocesados. Los especialistas argumentan que restringir la presencia de estas opciones en espacios públicos y avanzar sobre regulaciones en materia de etiquetado o impuestos puede generar cambios estructurales, con el objetivo de frenar la estrategia comercial de las empresas líderes del sector. Corvalan señala que “para afrontar este desafío, los gobiernos deben tomar la iniciativa e implementar políticas audaces y coordinadas, desde incluir indicadores de UPF en el etiquetado frontal de los envases hasta restringir su comercialización e implementar impuestos para financiar un mayor acceso a alimentos nutritivos y asequibles”. El documento menciona como antecedente emblemático el programa alimentario escolar de Brasil, que busca destinar el 90 por ciento de los insumos a alimentos frescos y de procesamiento mínimo para 2026. A su vez, el profesor Barry Popkin reclama que los ingredientes distintivos de los ultraprocesados sean incorporados a la información visible en los envases, a fin de limitar sustituciones poco saludables, de acuerdo al comunicado oficial difundido por The Lancet. La idea es sumar restricciones a la comercialización en supermercados y agencias públicas, enfriando la demanda de estos productos. Un punto señalado en el informe es que las iniciativas regulatorias deben complementarse con acciones concretas que faciliten el acceso a alimentos frescos y mínimamente procesados. Los autores enfatizan que, para que la reducción en el consumo de ultraprocesados sea sostenible, resulta indispensable que las poblaciones tengan opciones saludables disponibles y asequibles en su entorno cotidiano. Marion Nestle, profesora de la Universidad de Nueva York, sostiene que adaptar la normativa a las características de cada país puede permitir un abordaje más eficiente. Desde su punto de vista, no bastan los controles sobre grasas, azúcares o sal: se requiere una estrategia que contemple el fenómeno económico y social que rodea a los ultraprocesados. El papel de la industria y el desafío de una respuesta global El tercer capítulo de la serie examina a fondo la influencia de la industria alimentaria en la expansión de los ultraprocesados. Según el análisis de The Lancet, las empresas más grandes dirigieron el crecimiento del sector alimentario hacia productos baratos, rentables y de consumo rápido. Lograron consolidar su influencia por medio del lobby político, de la organización de campañas de comunicación y de estrategias para generar evidencia favorable e instalar dudas sobre el consenso científico. La serie señala que las compañías defienden sus intereses en contextos regulatorios y políticos a través de alianzas con grupos de presión y la promoción de dudas respecto de la evidencia sobre el daño a la salud. El documento puntualiza que el volumen de ventas de estos productos industriales alcanza los 1,9 billones de dólares anuales y permite que los fabricantes dispongan de recursos económicos sin precedentes. Simon Barquera, del Instituto Nacional de Salud Pública de México, advierte que “las grandes corporaciones, y no las decisiones individuales, están detrás del auge mundial de los alimentos ultraprocesados”. Los investigadores proponen aislar los procesos de formulación de políticas públicas de la influencia empresarial, fortalecer la vigilancia sanitaria y generar una red global de defensa del derecho a una alimentación saludable. Según la experta sudafricana Karen Hoffman, “así como nos enfrentamos a la industria tabacalera hace décadas, ahora necesitamos una respuesta global audaz y coordinada para frenar el poder desproporcionado de las corporaciones de alimentos ultraprocesados ??y construir sistemas alimentarios que prioricen la salud y el bienestar de las personas”. El llamado de la serie demanda un cambio estructural en el sistema alimentario internacional, con respaldo científico y coordinado, para garantizar alternativas accesibles y saludables para todos.
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