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  • Entre Ríos, Argentina

  • La flor oficial con una leyenda que siempre cautiva

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 21/11/2025 03:25

    El ceibo es la flor oficial de la provincia de Entre Ríos. Lo es también de Argentina y de Uruguay. Crece en varios países americanos y abunda en la Mesopotamia, y por ende en la provincia que habitamos. Es importante destacar que el color rojo de esta flor está presente en el escudo de Entre Ríos, color que además es el que identifica los ideales libertarios y federales que demostraron con creces los habitantes de esta parte del país en históricas luchas. El color rojo, además, está en la bandera de Entre Ríos, la que fuera tomada de aquella usada por José Artigas y luego por Francisco Ramírez. Mediante el decreto N° 879/1987 MGJE del 5 de marzo de 1987, del gobernador Sergio Montiel declaró bandera oficial de la provincia de Entre Ríos a aquella insignia ilustre: los colores de la bandera nacional con una franja roja atravesándola. Esa franja roja es sinónimo de federalismo. Es, además y como apuntábamos, el color de la flor del ceibo. Hay una vieja leyenda sobre esta flor. La misma se ha contado infinidad de veces con algunas variantes, pero vale recordarla. La misma dice que en las orillas del Paraná vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Aunque era fea, en las tardes veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños… Pero llegaron los invasores, esos atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y la libertad. Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva. El grito del moribundo carcelero despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera. La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol. Al amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.

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