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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 20/11/2025 02:41
Javier Iriondo aseguró que “tocar fondo puede convertirse en el punto de partida para la transformación personal y el desarrollo de nuevas fortalezas” En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, el escritor y conferencista español Javier Iriondo relató cómo una crisis personal impulsó su reinvención total y su acercamiento al desarrollo humano. Explicó que la confianza surge a partir de la acción y abordó estrategias para afrontar los miedos. Iriondo señaló que tanto la lectura como la disciplina mental contribuyen a transformar la mente en una aliada. El autor remarcó la importancia de salir del aislamiento, cultivar la autenticidad durante la era de las redes sociales y hallar un propósito personal a través de la contribución. Sostuvo que la plenitud no es un estado transitorio, sino la consecuencia de la evolución personal, la claridad en los objetivos y el compromiso diario con la mejor versión de uno mismo. El episodio completo podés escucharlo en Spotify y YouTube. Javier es un emprendedor, conferencista y autor enfocado en el desarrollo personal y el liderazgo. Tras una etapa como deportista profesional en Estados Unidos, se transformó en empresario y formador, ofreciendo charlas y programas en diversos países y para organizaciones de distintos sectores. Es reconocido por sus libros de superación, entre los que destaca el bestseller Donde tus sueños te lleven, uno de sus títulos más vendidos. En sus conferencias, integra historias personales con técnicas de coaching y estrategia emocional. Además, colabora con plataformas educativas y medios, y brinda consultoría privada a directivos, deportistas y emprendedores interesados en procesos de cambio y resiliencia. El escritor destacó que la confianza se construye con acciones concretas y enfrentando los miedos cotidianos (Freepik) —Sos escritor, sos conferencista, hablas de desarrollo personal, cómo llevar una vida mejor. ¿Por qué haces lo que hacés? — Por accidente. Yo fui deportista profesional. Ese era mi sueño, mi vida. Llegué con 20 años a Estados Unidos pensando que ya lo había conseguido, había hecho el sueño realidad y de pronto me vi envuelto en la mayor huelga de la historia del deporte de América, una cosa que era ajena a mí, pero me pilló. Y aquello fue el caos absoluto. Fue un derrumbamiento masivo porque aquel sueño se convirtió en una pesadilla. Y entonces acabé, borracho por las esquinas pensando qué hago con mi vida, porque aquello era un sinsentido y me tuve que reinventar totalmente. Y ahí comencé en el mundo de, como comercial, en el mundo de marketing, ventas, después liderando, creando equipos. Y es cuando tuve que, para reinventarme, leer infinidad de libros, empezar a aprender, me convertí en un estudiante y eso es lo que de alguna forma me llevó a esa parte del mundo de desarrollo personal. Primero para intentar cambiar yo, porque en aquel momento era como que quiero creer que soy capaz de salir del agujero en el que estoy, pero no me lo creo. ¿Y cómo consigo que este de aquí arriba sea mi socio y no el enemigo que tengo en este momento en la cabeza? Tenía que abandonar mi viejo yo y una parte de mí tenía que morir para dejar espacio para que una nueva pudiese crecer. Entonces yo empecé en ese paso desde la desesperación de haber tocado fondo y cuando tocas fondo dices ya no puedes caer más abajo, te estáis solamente poder subir. Pero para empezar ese cambio, lo primero es que tiene que haber un momento que tiene que haber una decisión radical que no sale de la mente sino del corazón. Una decisión de algo que porque te duele lo suficiente, porque tienes un sueño y hay algo que te conmueve y hace que tú tomes una decisión que cambie absolutamente todo, que marca un antes y un después. Y es cuando tú ya tienes esa decisión, es cuando estás dispuesto a pagar el precio, a hacer lo que haga falta, es cuando van apareciendo las cosas. Ahí tuve la suerte de que apareció un mentor también, alguien que me ayudó en ese sentido, que eso que tanto se dice, si cuando el alumno está preparado, aparece el maestro, ocurrió. Yo estaba buscando desesperadamente una oportunidad y ahí es cuando apareció una persona que me ayudó y me enseñó. Esa persona creyó en mí cuando yo no creía en mí mismo. Y a veces es importante encontrar a esa persona que en algún momento dado, cuando tú no crees en ti, alguien cree en ti. Y entonces, para mí fue ese proceso de que yo me aparté de muchas relaciones tóxicas, de personas que no aportaban nada más que negatividad y crítica. Me agarré a los libros, a escuchar en aquel tiempo casetes, información, todo lo que podía para aprender. Y es entonces cuando tú vas aumentando tu confianza, cuando tú vas aumentando tu potencial, porque todos tenemos un potencial. Todos tenemos una versión bastante mejor y entonces es cuando tú vas poco a poco aprendiendo, adquiriendo herramientas, habilidades, a través de la lectura, a través de hacer un curso, a través de formarte, ¿no? Y ahí es cuando eres capaz de ver oportunidades que antes no veías o te ofrecen oportunidades que antes no te ofrecían porque todavía no eras la clase de persona capaz de aprovecharlas o ni siquiera de verlas. Entonces, la primera inversión es invertir en uno mismo para que tú seas la clase de persona capaz de encontrar las oportunidades y poder aprovecharlas. Así que ese paso de la formación inicial para mí es absolutamente fundamental. Y a partir de ahí, siempre creo que cuando uno tiene ese hambre, el camino va a aparecer, pero tienes que empezar por esa evolución personal radical. Iriondo subrayó la importancia de la autenticidad y la contribución como caminos hacia la plenitud, especialmente en un contexto marcado por la ansiedad — Hablés de tu formación, que fue gran parte de lo que te llevó a hacer tu camino. ¿Recordás algún libro, algo que hayas aprendido en ese entonces que fue para vos transformador? —Un libro que marcó mi vida es muy sencillo. Es una fábula, un libro de Og Mandino, que es El vendedor más grande del mundo. Y es una fábula de un niño que es un camellero, que se enamora de la hija del jeque, vamos a decir, pero ¿quién soy yo para ser digno del amor de esa persona? No se sentía nadie, era simplemente el camellero. Entonces, pensaba que para poder aspirar al amor de esa mujer tenía que tener éxito, que necesitaba triunfar. Y entonces hubo una señal y hay una persona muy sabia que se da cuenta que es la persona a la cual le tiene que traspasar todo su conocimiento. Y entonces le da una serie de cartas donde son como los diez pasos del éxito y tiene que aislarse en una cabaña y estar durante diez meses cada mes leyendo tres veces al día esos pergaminos. Y yo hice lo que hacía en el libro. Cada mañana, me levantaba y leía ese pergamino. Al mediodía leía ese pergamino y a la noche lo leía en voz alta, tres veces al día, durante un mes, noventa veces. ¿Qué ocurría? Que al final esa sabiduría, ese pergamino, ese conocimiento, se te queda impregnado y comienzas a aplicarlo. Entonces, para mí fue un libro que fue un antes y un después, como uno de los primeros que fue desde cómo ganar amigos, influir en las personas. A partir de ahí ha habido infinidad. Pero yo cuando comencé a leer era como que: ¿por qué no me han dado a mí esto antes cuando yo era pequeño? ¿Por qué no me han dado estas cosas que me hubiesen ayudado tanto en las relaciones personales, en relaciones comerciales, en todo? Así que esa parte de formación es algo que uno mismo tiene que hacer. — ¿Te acordás algunas de las diez cosas que repetías mañana, tarde y noche? — El despertarte cada día dando gracias. Gracias por un nuevo día, gracias por un día libre de cambios, porque damos por hecho que el aire que respiramos va a estar ahí. Y cuando no somos agradecidos, estamos siempre pensando lo que no tenemos. O sea que una de las cosas era siempre: bienvenido un nuevo día libre de cambios para tener una mente flexible sobre lo que pueda pasar, ¿no? El ir en el día a día mucho más consciente, mucho más despierto de tu propia actitud y cómo tu actitud tiene un impacto en los demás. Yo me acuerdo que era un momento que iba donde un lugar a otro, iba a un restaurante, iba a la recepción del hotel con cualquiera y dije: “Voy a hacer que esa persona sonría sí o sí por ser el que esté”. Y era el darte cuenta cómo podías tener una influencia positiva en los demás cuando estabas consciente. Lo que ocurre hoy en día es que vamos secuestrados por nuestros propios pensamientos. Ahora hay una epidemia de ensimismamiento, donde te cruzas con una persona, con otra, nadie te ve, parece que eres invisible, porque todo el mundo está cada uno atrapado por el móvil, por una pantalla, atrapado en sus propios pensamientos, en su propia preocupación, y eso hace que te vayas desconectando del mundo, de los demás, pero es que de ti mismo. Y al final, las mejores vacaciones del mundo no son ni en Bora Bora ni en Maldivas, son cuando estás veinticuatro horas sin pensar en ti, sin preocuparte sobre el futuro y centrarte un poco más en los demás para ver qué puedes aportar, para intentar contribuir. Según el conferencista, el aislamiento y la búsqueda constante de aprobación en redes sociales dificultan la conexión genuina con los demás (Freepik) — Recién me mencionás esta preocupación por el futuro, que creo que es gran parte de lo que ocupa la cabeza de mucha gente. ¿Qué se hace frente a eso? Ante esta cuestión de todo el tiempo pensar y preocuparte por qué vendrá en el futuro. — ¿Cuáles son los beneficios de la preocupación? — Y, que te puede llevar a ocuparte, tal vez. — Bueno, normalmente la preocupación simplemente te hace sufrir dos veces, porque sufres por algo que no existe. Porque tenemos todos una mente viajera que le encanta ir al futuro y distorsionar el futuro. Es como que te lanza un montón de amenazas para que tengas cuidado, estés en alerta. Pero la preocupación no ha salvado nada a nadie. Como tú dices, lo que tienes que hacer es ocuparte. Entonces, una de las cosas es cuando uno lee, está en un momento difícil y todos pasamos por algún momento en la vida en el que todo se derrumba a tu alrededor y te embarga la preocupación y el miedo y la ansiedad y no sabes cómo salir, ¿no? En esos momentos, una técnica que a mí me sirvió era: vete a la situación más dramática de todas, a la peor de todas. ¿Qué es lo peor que puede ocurrir? Vete a lo más negativo posible. Decía: pues que lo pierdo todo, me quedo sin nada de nada y entonces podré vivir con un hermano, podré vivir con mis padres, a lo mejor me darán de comer, pero a mí lo peor. Y entonces era, bueno, pero desde ahí me podré levantar, desde ahí me podré volver a empezar. Porque la preocupación que ocurre, que todo lo que tú piensas es una imaginación, es mentira. El cerebro es el mayor contador de historias de terror del mundo, pero todo lo que tú piensas de forma imaginaria, tu cuerpo lo siente y lo padeces. Las emociones de preocupación, ansiedad en el estómago, es real, pero no es real por lo que está pasando, sino por lo que estás imaginando. Entonces, al final es darte cuenta de que hacer ese ejercicio de qué es lo peor que puede pasar. Y entonces dices: bueno, pues igual no estoy tan mal como el cerebro me quiere hacer creer. Y a partir de ahí es empezar a enfocarte en qué depende de ti, qué sí está en tus manos, qué puedes hacer ahora, hoy, en este momento, para salir de ese secuestro futuro al cual nos lleva la mente. Cada vez es más importante el intentar traer la atención al presente. De ahí la importancia del mindfulness, de que cada vez más gente habla de la meditación, de estar aquí y en el ahora para no estar todo el día navegando y naufragando en el mar de pensamientos y de preocupaciones que no van a ningún sitio. Al final es tu capacidad de intentar traer la atención ahora y a qué es lo que puedes hacer en este momento. La lectura y la disciplina mental fueron presentadas como herramientas clave para reconfigurar la forma en que la mente afronta desafíos — ¿Cómo crees que se puede desarrollar tal vez una confianza en uno mismo para afrontar los desafíos que van apareciendo en el día a día, en la vida? ¿Cómo se desarrolla esa capacidad de creer que uno puede afrontar esas cosas? — La confianza viene de un lugar y es de cómo te hablas a ti mismo, qué te dices a ti mismo. Entonces, ¿cómo se desarrolla la confianza? De una sola forma. Y lo que ha destruido gran parte de la confianza es la sobreprotección y el victimismo actual. La confianza viene de enfrentarte a las cosas difíciles, a las cosas que no sabes seguro si lo puedes hacer, a eso que te da miedo, que no tienes la garantía de que vas a hacerlo bien, pero a pesar de todo, lo haces. Y cuando te enfrentas a eso que temes es cuando te das cuenta de que eres más capaz de lo que pensabas. Ahí comienzas a hacer que las cosas pasen. Cuanto más huyes de algo, cuando más evitas algo, más se destruye la confianza y la autoestima. Cuando más procrastinas, peor es la autoestima. Pero cuando tú dices y decides voy a hacer eso aunque me tenga que poner pañales y esté cagándome de todo, es decir, voy a hacer eso que temo. Y de repente, cuando te enfrentas a eso, dices: “¿Y por esta tontería he estado sufriendo tanto tiempo?” Y te das cuenta de que era tu mente que te estaba intentando proteger para que no hicieses cosas. La mente quería que fueses a la cueva de alguna forma para que no tengas desilusiones, para que no tengas decepciones, para que no te hagas daño, ¿no? Pero al final, la vida y la confianza crece con la acción. Es decir, que la confianza crece de forma directamente proporcional a los miedos y a los problemas a los que te enfrentas. Pero ahí también tiene que ver con seguir leyendo, seguir escuchando, aprendiendo para que tus pensamientos sean tus amigos en vez de tus enemigos. Si tú no eliges la información, el mundo entero te da la información. Gran parte de la información que recibimos hoy en día, si tú no eres muy metódico, es basura, para intentar venderte algo, manipularte, que opines de esta manera por la polaridad, por mil cosas. Entonces hay que ser quirúrgico y preciso en qué escuchas, qué lees, a quién escuchas, y eso te va ayudando cada vez más, te va dando un mayor nivel de confianza y de comprensión para enfrentarte a esas cosas. Pero al final, la confianza sobre todo crece en la acción, crece enfrentándote a eso que estás evitando. Iriondo afirmó que la plenitud depende más de la evolución personal y la claridad de objetivos que de circunstancias externas (Imagen Ilustrativa Infobae) — ¿Cómo hacés en el día a día para desarrollar esa fortaleza? — Va a haber días que no tienes esa fuerza, pero has tomado una decisión y tienes un compromiso. Hay días que no te quieres levantar de la cama. Hay días malos. Pero eso no significa que sea una vida mala. Y nos pasa a todos. Entonces es una montaña rusa y hay momentos en los que no tienes ganas, pero has tomado la decisión de que voy a seguir intentándolo aunque no tenga ganas. Entonces, una manera de encontrar esa fuerza tiene que haber los objetivos muy claros. Tienes que tener escrito esa razón, ese porqué, tus objetivos, tus metas, para que te ayuden en ese camino a tener muy claro cuáles son los pasos que tienes que dar. La otra razón es activar un mecanismo del cerebro que es el sistema de inhibición conductual, que es decir, el ser humano a veces hace mucho más, por evitar el sufrimiento que por lograr un sueño. Entonces, una estrategia es primero diseño: ¿qué es lo que quiero? ¿Cómo me gustaría cambiar, cómo quiero ser? Y tienes que diseñar tu futuro yo, como esa persona con confianza, una persona madura, una persona que ha hecho que las cosas pasen, una persona que ha asumido responsabilidades, ha ido cambiando la vida. Y verte a ti mismo como esa persona. Y al otro lado extremo tienes que poner: ¿qué va a pasar en mi vida si me abandono? ¿Cuáles van a ser las consecuencias a nivel personal, a nivel emocional? ¿Qué va a ocurrir con mi vida dentro de un año o dos si no cambio? ¿Qué va a ocurrir con mi pareja, mi familia, a nivel económico? Todo. Y creas un pequeño infierno, más grande todavía del que a lo mejor puedes estar pasando. Y cuando tú ves ese monstruo, digo: “No quiero caer ahí, me niego, no voy a abandonarme”. Entonces, cuando tú ves eso, entonces el cerebro de alguna forma se activa para evitar ese sufrimiento, ese dolor. Y al mismo tiempo tienes que mirar hacia dónde quiero ir. Y esa versión de mí que quiero conseguir, donde digas: es que ser así depende de mí. Ser esa persona más madura, con mayor nivel de responsabilidad, con esa confianza, es algo que depende de mí. Los resultados no sé cuándo vendrán. Cuando plantas la semilla, no te quedas mirando. Los resultados vendrán cuando vienen. Primero tienes que crecer, tienes que evolucionar, pero te tienes que centrar no en lo que quieres lograr, sino sobre todo en la clase de persona en la cual te tienes que convertir para conseguir esos resultados. Y ese cambio personal y esa actitud y ese compromiso sí que está en tus manos, depende de ti. Entonces, asumir esa responsabilidad, tener claro las cosas que quiero conseguir, soñar con eso, visualizarlo. Para superar el síndrome del impostor, Iriondo recomendó practicar la autoaceptación y dejar de buscar validación en los demás (Imagen Ilustrativa Infobae) — Para mí hay algo clave que me mencionaste hace un ratito que es salirse de uno mismo. Creo que cuando uno está muy ensimismado en sus propios problemas, sus propias ideas, es cuando empiezan los problemas. — Se dice que si una persona estuviese 24 horas sin pensar en sí misma, no tendría depresión. Cuando leés psicología, psiquiatría, los suicidas, cuando escriben, la palabra que más utilizan es yo. Y es “pobre de mí”, “mira lo que me ha pasado”, “mira lo que me han dicho”, “lo que me ha ocurrido”... Y es todo es un enfoque en uno mismo constantemente y eso es una garantía de sufrimiento. Decía el Dalái Lama que el sufrimiento del ser humano es su incapacidad de dejar de pensar en sí mismo. Cuando tú de pronto tienes la oportunidad de ayudar a alguien en algún acto, de levantar a alguien, de ayudarle a creer, de ayudar de alguna forma, de pronto te sientes mucho más útil. Tu vida tiene mucho más sentido. Dos, te olvidas de ti. Por eso la contribución es el camino hacia la plenitud. Todo el mundo te vende la felicidad a un módico precio, para quien te va a las tiendas, te la venden, ¿no? Pero nadie te vende la plenitud. ¿Por qué? Porque la plenitud viene de la ausencia de emociones destructivas. La plenitud viene de un mayor sentido, de una evolución personal. Lo que pasa es que las redes sociales y toda la tecnología, ha llevado a la sociedad cada vez más a estar centrado en sí mismo. Y la marca personal y yo y cómo estoy y cómo aparento y cómo me ven y mi imagen y me tengo que mostrar. Entonces, ha ocurrido algo que es como si la autenticidad humana estuviese en peligro de extinción. Entonces, ¿qué es la autenticidad? La autenticidad es la forma en la cual tú conectas contigo mismo. Cuando tú estás con una persona que es auténtica de verdad y ves una persona humana, humilde, sencilla, transparente y dices: “Qué a gusto estoy con esta persona. Me siento cómodo con esta persona porque veo que es una persona de verdad”. Y es muy fácil conectar. Pero en vez de ser auténticos, hoy en día que estamos, pues todo el día editando la imagen maravillosa, ¿no?, de, de uno mismo y vamos ocultando la parte de nosotros que consideramos imperfecta, que no quiero que vean, porque quiero gustar al mundo entero. Quiero que tengan una buena imagen de mí. “Tengo miedo al rechazo”. La soledad actual es el miedo a no ser visto. Y entonces, miedo a no ser visto porque igual me quedo como invisible. Entonces, voy creando un personaje que es el que creo que va a gustar. El problema es que a lo mejor va a gustar el personaje a gente que no conoces ni son tus amigos y les gusta el personaje, pero no te conocen a ti. Y el problema es que hay una ruptura y tú llegas a casa y estás todo el día con el personaje editando la vida que parezca maravillosa, ocultando esa parte de mí que no quiero que vean. Y entonces dices: “¿Quién narices soy?”. Y esa es la mayor infidelidad que uno comete consigo mismo. Es una traición a los principios de uno mismo, a lo que tú eres de verdad. Porque entonces no puedo ser yo, porque entonces igual a lo mejor me rechazan. Entonces, pues cambia de amigos urgentemente. O sea, porque solo son amigos, ¿no? Entonces, cuando tú intentas encajar... te borras del mapa. Porque una cosa es el sentido de pertenencia, que es fundamental. El sentido de pertenencia viene desde la, desde las tribus. Tenemos un sentido de pertenencia de grupo, ¿no?, de equipo. Y ahí es donde encajamos y nos sentimos seguros. Pero para encajar tengo que pensar como los demás, tengo que hacer como los demás y tengo que ir un poco siendo otra persona distinta. Entonces, uno de los grandes problemas en ese sentido es que las redes han magnificado esa soledad, diríamos, esa epidemia donde más del 55 por ciento de las personas hoy en día afirman sentirse solas de alguna forma, o incomprendidas o no vistas, ¿no? Tienen la conectividad, pero desde luego que no la conexión. El exdeportista relató que la decisión radical de cambiar surgió “cuando el dolor resultó insostenible” y fue necesario dejar atrás el pasado (Imagen Ilustrativa Infobae) — Algo que viene vinculado a eso y que lo vengo escuchando mucho en el último tiempo es el síndrome impostor. Sentirse en cualquier momento me van a descubrir, se van a dar cuenta que no soy esto. Y también creo que le pasa a muchas personas que han conseguido mucho en la vida. ¿Qué pensás de este síndrome? ¿Qué significa? — Lo tiene todo el mundo. Hay una frase maravillosa que dijo Emma Watson. Emma Watson, la actriz de Harry Potter. Dijo: “Cuanto más éxito he tenido y cuanto más éxito tengo, más pánico tengo que descubran que no estoy a la altura, que no soy suficiente”. Es decir, la única cosa es la imagen que la gente tiene de ti y otra cosa es la imagen que tú tienes de ti. Tú te conoces a ti mismo con todas tus imperfecciones. Y somos nuestros peores jueces. Somos maltratadores profesionales en algunas ocasiones, ¿no? Y me pasa a mí, porque quién soy yo para hablar de eso, ¿no? Entonces, ese síndrome del impostor, esa percepción de que parece que debería tener todas las respuestas porque mira lo que he conseguido, mira lo que he tenido. Y el miedo a que descubran tus propias dudas y tus propios miedos que todos tenemos. Entonces, esa especie de miedo ridículo de que te descubran, pues, los miedos y dudas que todos tenemos. Y al final tiene que ver con qué partes de mí no acepto y qué tengo que aceptar. Entonces, ese síndrome del impostor tiene que venir por empezar a decir: gracias. A veces es muy revelador cuando alguien le dan un cumplido. Oye, qué bien has hecho ese trabajo. “No, no, no, yo no, porque yo...” Y se empieza a disculpar, ¿no? De alguna forma, cuando parece que nunca está nada lo suficientemente bien. Entonces hay que hacer ese trabajo de, de aceptación de uno mismo, de aceptación de los defectos, de todo, de quererse uno mismo, aceptarse. Que no es resignarse, ni me aguanto ni me conformo. No. Es decir, la aceptación hace falta valentía y eso es un paso para intentar salir de ese síndrome del impostor, porque no estás aquí para demostrar nada a nadie. A nadie. — Recién me hablaste de plenitud, que no es lo mismo que felicidad. Si tu plenitud fuera, por ejemplo, una mesa que se sostiene con cuatro patas. Recién me hablaste, bueno, mencionamos una que es salir de vos mismo. ¿Qué otras anclas sentís que tenés en tu vida que te permiten vivir de manera plena? — Una es tu propia evolución personal, tu desarrollo personal. Sin evolución personal hay una sensación de estancamiento y de no crecimiento. Entras como en el invierno de la vida. Está demostrado que somos más felices también y más plenos en los momentos en los que estamos aprendiendo cosas, cuando estamos comprendiendo, cuando hay revelaciones. Nunca había entendido eso de esa forma, ahora lo entiendo. Entonces, ese desarrollo y esa evolución personal te ayuda a tener una vida más plena. El que encuentres aquello que conecta contigo, en que te encuentres un mayor nivel de paz y de aceptación con uno mismo. Pero sobre todo los mayores momentos de lo que más plenitud genera es cuando, en alguna ocasión, tienes la oportunidad de ayudar, de marcar la diferencia y de dejar huella. Cuando te encuentras con alguien, a lo mejor, que ha dejado de creer, que está derrumbado por lo que le ha pasado en la vida, por quién sabe qué circunstancia, y le vuelves a ayudar de alguna forma para que vuelva a levantar la cabeza, para que levante la mirada y consigas que esa persona le vuelvan a brillar los ojos. Y cuando consigues eso, eso es éxito de alguna forma. Y eso es lo que te lleva a una vida más plena. Pero al final es un equilibrio entre cosas que tienen que ver mucho más con el interior, que cosas que tienen que ver con el exterior, que siempre estamos persiguiendo. Porque ahí aparece el animal llamado deseo, que nos saca de todo, de toda la plenitud, vamos a decir, que ese es un tema interesante. Javier Iriondo resaltó el poder transformador de la acción y el compromiso diario con el crecimiento personal (Imagen Ilustrativa Infobae) — Deseo como algo negativo. — Es un tema curioso el deseo. El deseo es fundamental y el deseo es el problema. El deseo es la causa de muchas de las frustraciones, porque mucha gente tiene enormes frustraciones porque no consigue sus deseos y los lleva a la frustración. “Deseo esto, quiero aquello, quiero lo otro”. Pero al mismo tiempo, el deseo es algo que se necesita para mejorar. El deseo es innato, la aspiración humana a mejorar, a aprender, a evolucionar, a lograr algo mejor para los tuyos y una mejor vida. O sea, que todos tenemos el deseo de mejorar. Pero como digo, al mismo tiempo, el deseo a veces es un contrato que firmas contigo mismo para sentirte insatisfecho hasta que no consigas ese deseo. Entonces, ¿qué ocurre? El deseo es esa idea que nuestra mente quiere creer que cuando logre aquello y cuando tenga esas circunstancias y condiciones, y tanto la cuenta y paga el otro, entonces por fin seré feliz. Entonces, el deseo hace que estés siempre mirando allá a lo lejos y no seas capaz de disfrutar ahora, el momento, el presente de tu vida. Que estás siempre esperando a que otro aquello ocurra y tu vida es el proceso. Entonces, el deseo a veces es el ladrón, a veces de la paz. Entonces, ese equilibrio entre uno y otro. La gran pregunta es: ¿tú tienes deseos o los deseos te tienen a ti? ¿Y de quién son los deseos que persigues? ¿Son tuyos o la sociedad te ha inculcado que debes de perseguir eso? Entonces, si tú fueras la última persona del mundo, ¿seguirías persiguiendo lo que estás persiguiendo ahora mismo? Porque te hace mejor, te reta a superarte, porque realmente te inspira eso. O no, ya dejaría de perseguir eso porque no tendría sentido. Entonces, esa reflexión de decir: “No, tienes que perseguir aquello que te haga mejor, aquello que esté en línea con tus valores y no lo que la sociedad te dice que deberías a veces perseguir”. Porque si no vamos persiguiendo cosas a veces muy locas y cuando lo consigues, dices: “Puede que haya veinticuatro horas. ¡Ah, qué bien!”. Y después, ¿y ahora qué? Vuelta a empezar. — Javier, te iba a preguntar: ¿qué más creés que es fundamental para tener una vida con bienestar? ¿Qué cosas te funcionan a vos? ¿Qué hábitos? ¿Qué encontraste? — Para mí es encontrar paz. O sea, encontrar tranquilidad. Y para mí tiene que ver mucho con mucha conexión con la naturaleza. Siempre tiro para el monte, pero creo que para mí, por lo menos, la ciudad y la tecnología acelera, acelera a la gente y te mete en el mundo de las prisas, donde siempre vamos con la sensación de que no llego a todo, a todas partes. Entonces, es la capacidad de parar, parar más para reflexionar, darte un tiempo más para pensar, para leer. Para mí es mucho conectar con la naturaleza. Para mí, es importantísimo el deporte. Sin deporte hay muchos más problemas por un motivo de energía, ¿vale? Entonces, normalmente a las siete de la mañana estoy en el gimnasio. Es algo que toda la vida he hecho deporte, me viene bien, me encanta. Pero hoy en día ocurre una cosa: el ritmo de vida es tal que uno de los grandes problemas hoy en día, además del del enfoque y la atención, la dispersión mental que es salvaje, es que eso nos lleva a un nivel de agotamiento y que tenemos menos niveles de energía. Cuando tú tienes menos nivel de energía porque no te alimentas bien, porque no haces deporte, no descansas suficiente, etcétera, entramos en un nivel más bajo de energía vital y eso hace que seamos mucho más negativos. Los pensamientos positivos y la fortaleza mental requieren que tú tengas energía física vital. Y cuando no tenemos energía física vital, somos mucho más pesimistas. Diríamos que el nivel de energía condiciona nuestra psicología. Y cuando te sientes más fuerte físicamente, con más energía vital, te sientes con más confianza y mucho más capaz. Y cuando uno está cansado, que es un desastre, todo se te hace un mundo. Reaccionas mucho más de forma desproporcionada. Una cosita parece que es el fin del mundo. Cuando te sientes mucho mejor, es que eres capaz de enfrentarse a las cosas infinitamente con más entereza, mejor, con más madurez y más tranquilidad. Así que para mí tiene que ver esos tiempos de pausa, de naturaleza, de tiempo para uno mismo, de desconexión también de la tecnología para encontrarte. — ¿Estás leyendo algo que te gustó y crees que vale la pena compartirlo? — Últimamente tiro con mucho audiolibro y pódcast porque viajo bastante, con lo cual aprovecho. Ayer mismo venía escuchando el último audiolibro de Brené Brown. Me encantan sus libros. Hay una charla de ella que ha sido una de las tres más escuchadas de la historia, una charla TED, sobre el poder de la vulnerabilidad. Muy recomendable. Ilusiones colectivas es el que estaba hace poco leyendo. Hace poco también uno que me bajé de Oprah Winfrey… — Su biografía es muy buena. — Sí, conozco la historia de ella hace mucho tiempo. Muy interesante. — Ella es una historia totalmente de resiliencia y de ganar mucha confianza en sí misma y desafiar todo lo que parecía que estaba destinado para su propia vida, ¿no? — Sí, ella es un poco un ejemplo... Marcos Cartagena, un libro muy sencillo, bonito, Las ochenta y siete palabras más bellas de Japón, para desconectar. Lo que hablabas de Oprah Winfrey, yo estaba viviendo en Florida con 20 años y entonces Oprah estaba en el auge, ¿no? De alguna manera, la mujer más poderosa de América. Y es cuando uno cree que… “Tú no sabes de dónde vengo, tú no sabes lo que ha pasado en mi vida”. Y todo el mundo tiene una historia para justificar dónde está. Si las cosas no me funcionan, no van bien, es porque “mira lo que me pasó”, “mira mis padres”, porque lo que me dijeron, o porque no tengo la educación, los recursos, la mentalidad. Y entonces, resulta que Oprah Winfrey, la mujer más poderosa del mundo que ha sido, de lejos, con todos los medios, ella nació de una madre que fue abusada, violada, a los trece años. Y luego le pasó exactamente lo mismo y fue madre a los trece años. Y siendo una mujer negra en aquellos tiempos, con todos los estigmas y tenía un pasado que tú dirías: nadie hubiese dado un duro por esa mujer. Cero. Y sin embargo, a pesar de su pasado, se ha convertido en la mujer más poderosa del mundo. O sea, tenía una capacidad que en Estados Unidos lo que decía ella iba a misa, influía en las votaciones, en las elecciones, como nadie jamás se podía imaginar. Y eso hay que tenerlo en cuenta, porque a veces la gente cree que estoy condicionado por mi ADN o por mi pasado. Entonces, el pasado, al final, es algo de lo que tú tienes que extraer tus lecciones y borrar el resto. Y el pasado, desde quien eres hoy, lo tienes que reinterpretar y extraer la esencia, ¿no? Y es quitar tu pasado del medio de tu futuro, porque el pasado no es una condena. El pasado es la experiencia, es un trampolín y son las raíces que uno tiene que mantener con orgullo siempre. Pero el pasado no es una prisión, no es una cadena, sino es, como digo, extraer la experiencia desde ahí, porque lo que importa no es lo que ha pasado, sino lo que puede pasar a partir de ahora. Lo que importa no es lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser. Lo que importa no es lo que has hecho, sino lo que puedes hacer a partir de ahora, ¿no? Ni dónde estás, sino a dónde vas. Entonces, Oprah Winfrey, en ese sentido, es una mujer que me parece impresionante, ¿no? De dónde vino y lo que ha, lo que ha logrado. El autor aconsejó desconectarse de la tecnología y conectar con la naturaleza como hábitos para recuperar energía y bienestar emocional (Imagen Ilustrativa Infobae) — Hay varias de estas historias de personas conocidas que inspiran: J. K. Rowling, la autora de Harry Potter, Elon Musk tuvo una vida muy complicada, una infancia un poco trágica con su relación con su padre. A veces me pregunto qué es lo que tienen esas personas, si nacieron con algo adentro distinto, porque cualquiera, ante esa misma situación o misma vida, hubiese usado eso como justificativo para quedarse donde están y para explicar por qué tal vez no fueron hacia lo que querían. ¿Crees que hay algo distinto en este tipo de personas o qué es aprendido? — Cada persona es un mundo y no sabes las circunstancias de cada uno o cómo es o el hambre que tiene. Sí que muchas de las personas que han conseguido cosas increíbles tienen un pasado trágico. También algo curioso con muchos artistas del mundo de la música y con los que he podido hablar, gente muy famosa en el mundo de la música, es como que a veces sus mejores canciones, han salido los momentos más horrorosos personales. Porque curiosamente es cuando has llegado a las catacumbas, llegas a sentir cosas que nunca jamás habías sentido. Pero eso también les ha ayudado a conectar con algo tan profundo que de ahí ha salido luego el trabajo que ha conectado con todo el mundo. Porque ha salido de muy dentro. Mi primer libro, Donde tus sueños te lleven, es el libro que escribí para salvarme a mí mismo. En un momento que lo había tenido todo y de pronto mi mundo se derrumbó. Aquel libro que escribí para mí ha cambiado miles de vidas. No se sabe cuánta gente se ha tatuado el título del libro. Me lo recomiendan los psicólogos en equipos, en todos los lugares. Pero realmente yo no estaba escribiendo un libro, estaba escribiendo algo que me salía del alma, que eran experiencias de mi vida, todo basado dentro de una novela. Y fue por ahí, ¿no? Entonces, a veces ocurre que aquel momento en el que tú pensabas que era el peor día, los peores momentos de la historia, cuando mires atrás, dices: “Menos mal que aquello ocurrió, porque me he convertido en la clase de persona que soy”. Y los casos, por ejemplo, de JK Rowling, que hablas, su historia es espectacular. Y no sé si has escuchado la charla que da ella, no sé si es en Stanford o en Harvard, la charla de graduación. Ahí cuenta su historia. Ella se casó con un maestro portugués y entonces, bueno, se divorció. Tuvo una niña, tuvo un matrimonio terrible. Y entonces, más o menos como que le patearon de casa y volvió a Inglaterra, pero con una mano adelante y otra detrás, sin nada, en la pobreza máxima, como decía, en la indigencia. Y entonces, ¿qué fue lo que le ocurrió? Que toda la vida sus padres le habían metido el miedo por vena, el miedo al futuro, y necesita la seguridad y la estabilidad. Y cuanto más obsesión tienes por la seguridad, mucho más vas a sufrir porque vas a tener mucha más inseguridad, de alguna forma. Entonces, de pronto, lo que le ocurrió es que todo aquello por lo que había sufrido tanto, esos miedos al futuro que le habían inculcado sus padres, que le habían hecho sufrir tanto, esa situación de perderlo todo, de pronto se hizo realidad. Se quedó mirando y dijo: “Sigo viva. Tengo una máquina de escribir y tengo una hija. Y tengo unos amigos que me ayudan un poco”. Y ahí era cuando ella empezaba a escribir los cuentos que le contaba a su hija. Y ahí fue cuando se puso a escribir Harry Potter. Y empezó a escribir y, bueno, aquel primer tomo se lo dio un editor, le dijo: “Esto no vale para nada” y otro no, y no vale para nada, a unos ocho o doce editores. Y ya el doce que le dijo: “No, esto no hay quien lo aguante, esto es un tostón”. Pero uno de los editores le había dado el manuscrito del libro a su niña de ocho años. Y la niña se enganchó totalmente y cuando fue a devolverlo, dijo: “No, no, no, déjamelo, por favor, que quiero seguir leyendo”. Y se quedó un poco asombrado de cómo le gustaba a su hija. Y le dijo: “Voy a publicar 1500 libros, pero búscate un trabajo porque tú no vas a poder vivir de esto”. ¿Qué quiere decir? Hace ya unos diez años había facturado más de, no sé si eran 17 billones de libras, sobre tal cual, entre todos los libros, la saga, las películas, todo una auténtica locura. Imagínate a los otros diez editores y dijeron: “Esto no vale para nada”. Es decir, que nunca sabes. Pero a ella le ocurrió que tocar fondo fue el trampolín. Y son muchas las personas que tocar fondo ha sido el trampolín. Nunca subestimes la fuerza de alguien que lo ha perdido todo cuando dices: Ya no tengo nada que perder y todo que ganar. “La confianza se fortalece al enfrentar lo desconocido y salir de la zona de confort”, sostuvo Iriondo durante la entrevista — Quiero preguntarte cuál sentís que en todo este camino de autoconocimiento, en todo el recorrido que has hecho, ha sido o es la decisión que más te llevó a donde estás. — Un momento que es el que marca mi historia. Y es el momento en el que estoy subido a un puente con 21 años diciendo hasta aquí. Después de año y medio de caos cruel, terrorífico. Y en ese momento en el que de pronto simplemente digo: “No quiero seguir sufriendo”. O sea, era un nivel de impotencia que era incapaz de llorar, porque yo creía que ya era incapaz de salir de aquel agujero en la que estaba, por la situación en la que estaba. Y en ese momento mi madre pasó por la cabeza y fue como un tortazo en toda la cara, como diciendo: “¿Qué haces?”. Porque yo digo: “Yo puedo acabar con mi sufrimiento, pero no voy a acabar con el sufrimiento, se lo voy a pasar a mi madre, que va a estar fustigándose toda la vida y diciendo qué he hecho yo para que mi hijo haga esto”. Y fue un momento de decir: “No hace falta ser valiente para morir. Hace falta ser valiente para vivir”. Y eso fue un momento de decisión. No sé qué voy a hacer, ni cómo, ni cuándo, ni qué, pero hasta aquí se acabó. Y esa es la decisión radical que dices: “Y ahora a ver qué es lo que pasa, qué es lo que vendrá”. Pero esa decisión que hay algo que dentro de ti como que explota y dices: “Y a partir de aquí voy…”. Entonces, ese es el punto que para mí marcó absolutamente todo. Y después de haber conseguido muchas cosas, haber empezado distintos negocios, volví a perder todo otra vez por una serie de temas de inversiones en Brasil, y tuve que volver a empezar. Y mi cura en ese caso fue escribir. Escribir parte de mi historia camuflada en un libro en el Himalaya, un libro de escalada, una historia basada en hechos reales. Pero ese fue el segundo momento. Al final ahí también tenía algún porqué. Porque tenía cuatro hijos y decía: “Tengo que levantarme, pero rápido y urgentemente de aquí”. Así que no hay tiempo de lamentos. Es hacerte responsable cuando te caes. Para mí era el momento de aceptar lo que ha ocurrido. — Javier, voy a hacerte la última pregunta que le hago a todos los invitados y es que nos dejes algo para compartir que en el último tiempo te emocionó, te conmovió, te sorprendió, lo tenés dando vueltas en la cabeza. Puede ser una recomendación, una anécdota, lo que quieras hoy dejar acá para compartir. — Voy a recomendar un documental de humanidad, ¿vale? Es muy cortito y me hizo llorar. Y cambié los nombres de los personajes de mi primer libro en homenaje a esas personas en ese documental. Lo puedes ver, encontrar en YouTube. Se llama El intento de rescate de Iñaki Ochoa, de Informe Robinson. En Canal+ están siempre los informes Robinson, que hablan del deporte y ese es un documental de 28 minutos. A mí me inspiró una barbaridad. Es un momento de humanidad salvaje de dar la vida por alguien. Ocurrió en el Annapurna, ocho mil metros de altura, donde se quedó. Y entonces tuve la oportunidad de escribir el libro, de terminarlo y poder dárselo a su madre, a la gente que estuvo coordinando el rescate y lo coordinaban desde El Diario de Navarra. Porque ocurrió algo increíble. Yo tenía una empresa que vendía unos cuadros de motivación para empresas y estaba viendo la tele, viendo aquel documental mientras yo terminaba el libro. Y de pronto en aquella sala donde se reunían se ven unos cuadros y había uno que llevaba mis iniciales y yo era como uf, ¿qué me está diciendo aquí el destino en un cuadro mío? Decía: “JIN Sueños. El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de esos sueños”. Y luego llegué al diario y no había solamente un cuadro, había cinco cuadros que eran de los míos. Y es un documental sobre la humanidad que hoy en día a veces estamos perdiendo. Por la locura, por la velocidad, por la locura de la política que nos tenemos alrededor de la polaridad, que ese intento de deshumanizar a los demás. Y creo que lo que hay en ese documental es un gesto de humanidad tras otro espectacular y que necesitamos mucho más de eso, recuperar la humanidad.
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