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Parana » El Once Digital
Fecha: 20/11/2025 00:30
El S-2T Turbo Tracker 2-AS-23 realizó un sobrevuelo final frente a la Base Comandante Espora y cerró más de seis décadas de servicio. Su baja marca el final global de la familia S-2 en misiones militares antisubmarinas. El cielo de Bahía Blanca fue escenario de un hito para la historia militar argentina. El S-2T Turbo Tracker 2-AS-23, último avión antisubmarino operativo de su tipo en todo el mundo, realizó un vuelo rasante frente a la Base Aeronaval Comandante Espora antes de ser retirado definitivamente del servicio. El instante reunió a personal militar, veteranos y entusiastas que presenciaron el paso de una aeronave que marcó más de seis décadas dentro de la Armada Argentina. El sobrevuelo no fue un gesto simbólico más: representó la culminación de la misión de un avión que durante décadas patrulló el Atlántico Sur, cubrió miles de kilómetros de litoral marítimo y desempeñó un rol estratégico en la vigilancia del Mar Argentino. El Turbo Tracker, un ícono de la aviación naval, fue mantenido operativo hasta sus últimos días tras meses de trabajos, pese a las dificultades para obtener repuestos y sostener sistemas tecnológicos ya obsoletos frente a los estándares actuales. Un avión clave para la defensa marítima Diseñado como aeronave antisubmarina y de patrulla marítima, el Tracker cumplió funciones esenciales para la Argentina desde su llegada en los años sesenta. En su etapa inicial operó desde los portaaviones ARA Independencia y ARA 25 de Mayo, y tras la baja de esas unidades pasó a funcionar íntegramente desde bases terrestres, especialmente desde Comandante Espora. Su capacidad para despegar y aterrizar en portaaviones, su tren de aterrizaje robusto y su diseño de ala alta plegable lo convirtieron en un avión ideal para operaciones navales. Durante décadas, fue el único sistema antisubmarino aéreo del país, en un contexto donde ninguna otra fuerza de la región mantenía ese tipo de capacidades. Esa particularidad llevó a que la Armada sostuviera su operación incluso cuando el resto del mundo lo había retirado. En Estados Unidos, Canadá, Japón, Brasil y Australia la familia S-2 ya era parte del pasado. Argentina, en cambio, continuó empleando al 2-AS-23, convertido con el tiempo en un ejemplar único a nivel global. Protagonismo durante la Guerra de Malvinas El Turbo Tracker ocupa un lugar destacado en la memoria militar argentina por su participación en el conflicto de 1982. Durante la Guerra de Malvinas, los aviones de la escuadrilla volaron más de 520 horas sin registrar pérdidas. Cumplieron misiones de vigilancia, detección de buques y apoyo a las operaciones navales, lo que permitió obtener información clave en tiempo real. Por su desempeño, la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina recibió la condecoración Honor al Valor en Combate, uno de los reconocimientos más significativos para unidades militares argentinas. La modernización que extendió su vida útil A partir de los años noventa, la Argentina encaró junto a Israel el programa TATA, que permitió remotorizarlos con turbohélices Garrett/Honeywell, renovar la aviónica y mejorar autonomía y rendimiento. Esa modernización fue decisiva para prolongar la vida operativa del 2-AS-23 mucho más de lo previsto originalmente. Sin embargo, la disponibilidad de repuestos se volvió cada vez más compleja, y la flota comenzó a reducirse progresivamente. Aun así, la Armada mantuvo operativo al último Tracker, tanto por necesidad como por compromiso con la preservación de la capacidad antisubmarina. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por CastexOnline (@castexonline) Un retiro con impacto internacional La baja del 2-AS-23 no solo marca un capítulo en la historia argentina: representa el final mundial de los aviones S-2 en misiones antisubmarinas militares. Considerado uno de los modelos más emblemáticos de la posguerra y un símbolo de la Guerra Fría, el Tracker tuvo presencia en más de una decena de marinas alrededor del planeta. Su salida definitiva en Argentina cierra la última página operativa de una aeronave que marcó generaciones. Hacia una nueva flota: ingreso de los P-3C/N Orion Con el retiro del S-2T, la Armada avanza en la incorporación de los P-3C/N Orion adquiridos a Noruega. Estos aviones, más modernos y con mayor capacidad de largo alcance, están llamados a ocupar el rol de vigilancia marítima y control del Atlántico Sur. Su llegada implica un salto tecnológico significativo, aunque la salida del Turbo Tracker deja un sentimiento particular dentro de la aviación naval: se despide no solo un avión, sino una tradición completa. TURBO TRACKER | Última operación desde la Base Aeronaval Punta Indio Ficha técnica – Grumman S-2T Turbo Tracker -Tipo: Avión antisubmarino bimotor turbohélice, embarcado y de patrulla marítima -Operador: Armada Argentina – Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina -Matrícula destacada: 2-AS-23 (número fábrica 0702) -Dimensiones: Envergadura 22,13 m; longitud 13,13 m; altura 5,06 m -Velocidad máxima: Aproximadamente 250 nudos (463 km/h) -Motorización: Motores turbohélice Garrett/Honeywell TPE-331-15AW (programa TATA argentino-israelí) -Características: Tren triciclo, ala alta plegable, capacidad de operar desde portaaviones Historia en Argentina: -Primeros S-2A en 1962 -Incorporación de S-2E en 1978 -Modernización a S-2T desde los 90 -Baja definitiva del último S-2T en 2025 La despedida del 2-AS-23 no solo implica el retiro de una aeronave: representa el cierre de una época en la que la aviación naval argentina sostuvo capacidades únicas en la región y conservó vivo un símbolo de su historia operativa y de su compromiso con la defensa del Mar Argentino. (Con información de Argenports)
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