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Parana » Informe Digital
Fecha: 19/11/2025 19:16
Finalizaron los alegatos de la defensa de los policías Diego Íbalo y Rodrigo Molina, imputados por el homicidio de Gabriel Gusmán. Los letrados Miguel Ángel Cullen, Patricio Cozzi y Daniel Rosatelli cuestionaron la acusación de la querella y pidieron al jurado que declare “no culpables” a ambos. “Esta es una causa compleja. Tan compleja es que no sabemos quién disparó. Con esto me bastaría para decir que ni siquiera lo que vine a defender ha sido sostenido. Ustedes deben decir si la prueba es suficiente o no, no para elucubrar”, sostuvo Cullen, quien también habló de “siete años de dimes y diretes”. El defensor expresó dudas sobre la existencia de pruebas de intimidación a testigos: “Si hay prueba suficiente de intimidación a testigos no fue por la Policía. Uno de los sujetos que vino aquí dijo que la familia de Gabriel Gusmán le había quemado la casa”, recordó. Cullen se apoyó en el parte inicial: “Desde el día 1 está el parte del oficial Somer que cuenta el oficial Esquivel se había entrevistado y que dice los efectivos con intenciones de repeler la agresión efectuaron uno cada uno un disparo ¿Para qué van a falsear la prueba si en el parte, en la primera foja, ya dijeron que los dos dispararon?”. Sobre la mecánica del hecho, Cullen cuestionó la versión de que “Gusmán cayó desplomado” y citó al jefe de los médicos forenses del STJ: “Vino Moyano, jefe de los médicos forenses del STJ, con muchísima honestidad, y no sostuvo eso. Cuando mostró las fotos, dijo tiene el raspón en el hombro derecho porque el cuerpo estaba en movimiento. Es tal cual lo relatan Godoy y Hollotte. Iban corriendo dándose vuelta y disparando”. El defensor señaló además un hallazgo clave: “Resulta que hoy se reconoce que la vaina número 1 que fue disparada por Diego Íbalo, se encontró, y esto no fue controvertido. Entonces Gusmán, en ese momento, luego de haberse tiroteado conjuntamente con otra banda del barrio (yo sí voy a decir banda, estoy cansado que no se pueda vivir en esta ciudad) emprende a tiros contra los funcionarios policiales, quienes hacen todo lo posible para no legar al destino fatal”. Insistió en la imposibilidad de esperar refuerzos en medio del enfrentamiento: “El planteo es que ante un sujeto que se da vuelta y les efectúa un disparo, tienen que esperar a una camioneta que está a más de una cuadra de distancia, ¡por favor!”. En el plano legal, Cullen cuestionó la interpretación del reglamento policial: “Dicen que la Ley policial impide disparar a alguien que está huyendo. Efectivamente el hecho que un presunto delincuente no autoriza hacer uso de las armas aún cuando no haya otro medio de capturarlo. Pero les voy a leer completo el artículo: comienza ‘cuando la resistencia fuera sin armas, deberá ser dominado sin ellas’. Es cuando está sin armas, pero Gusmán estaba con un arma. Entonces que no se diga que el Reglamento de Policía no los autorizaba”. También relativizó la puntería en una situación de estrés: “Una cosa que no se dijo pero que está en la prueba, es que la vaina estaba a 50 metros de distancia. En las olimpíadas se practica el tiro a 50 metros. Así y todo, les cuesta acertar al blanco. Imagínense un policía al que le están tirando un tiro, repele la agresión, si va a tener tiempo de parar, apuntar y pegarle en la cabeza”. Cullen admitió errores y la dificultad de probar ciertos testimonios: “Nosotros tal como lo hizo la acusación, intentamos a través de la prueba que podíamos traer, que creíamos que era útil, siempre en todo proceso hay gran parte de culpa. Siempre está la posibilidad de que nos equivoquemos, que nos dijo una cosa en el estudio y frente a ustedes se olvida. El momento donde nosotros necesitábamos que vengan los testigos, no vino nadie, les tienen más miedo a las represalias barriales que a la policía. Solo se atrevieron a venir dos mujeres. Siempre las mujeres, porque llaman a la Policía porque hay gurises, porque están sus hijos, porque están hartas, cansadas. Esas son las leonas que se animaron a venir a hablar”. En su explicación al jurado sobre la actuación policial, Cullen apeló a figuras jurídicas: “Hay veces que el Estado no pena, no castiga la muerte de una persona a manos de otra. Hay momentos, circunstancias que una sociedad como la argentina permite que una persona pierda la vida a manos de otra. Se llaman causas de justificación, no elimina la muerte. El Estado justifica este accionar, y eso es lo que evaluaron los fiscales, que tantas críticas han recibido. Estoy el 99% de las veces enfrentado a los fiscales, pero no dejo de aplaudir cuando hacen las cosas bien”. Concluyó pidiendo “un veredicto de no culpabilidad para los policías que cumplieron su deber y que desgraciadamente en el cumplimiento de su deber tuvieron que dar muerte a Gabriel Guzmán”. Patricio Cozzi adhirió al planteo de Cullen y cuestionó la modificación del hecho en el centro del proceso: sostuvo que ello “vulnera el principio de congruencia, vulnera el debido proceso y por ende se encuentra totalmente vulnerado el derecho de defensa”. Definió la acusación como “poco seria” por pedir una pena perpetua con “liviandad” y reprochó que la querella citara erróneamente el artículo 271 del Código Penal, que “habla del prevaricato, nada que ver”. Cozzi cuestionó también la llamada “prueba de oro” de la querella: la suposición de que el doctor Moyano demostraría que el cuerpo estaba “perpendicular al piso, parado”. Recordó que Moyano explicó que “el cuerpo estaba en movimiento”. Sobre los testigos, Cozzi señaló que Leyes dio “tres versiones distintas” e incluso “reconoce haber estado mintiendo”. En contraste, dijo, las testigos Godoy y Olote “no vinieron a mentir”, y denunció intentos de desacreditarlas con “Chumberío de barrio”. Subrayó que el relato de Olote ratificó la versión policial: “Olote ve que frena el móvil y automáticamente ve que cae Guzmán por el disparo”. En relación con la imputación por comisión por omisión contra Íbalo, Cozzi explicó que si Molina actuó en legítima defensa “es imposible ser autor de esta omisión” para Íbalo. Además, afirmó que la acusación nunca probó que Íbalo “quiso el resultado de muerte de Guzmán omitiendo deliberadamente la conducta”. Solicitó la declaración de no culpabilidad para Diego Íbalo. Daniel Rosatelli cerró la ronda de defensas reafirmando que “la verdad no se puede disfrazar” y remarcó que los policías acudieron al barrio por un “pedido de auxilio”. Afirmó que Godoy y Olote declararon con “claridad” que Guzmán “no solo que los recibió los disparos, sino que continuó disparando contra estos dos funcionarios policiales”, por lo que, a su juicio, actuaron en “cumplimiento de un deber y de una legítima defensa”. Rosatelli criticó la “ilógica” de la querella al pedir al jurado que decida quién disparó, cuando según su planteo esa es la obligación de la acusación. Señaló, además, que se intentó manipular la evidencia al sugerir que los policías debieron esperar “otros 14 segundos más a que llegue otro móvil”, algo inviable en la “milésima de segundo” del enfrentamiento. El defensor abordó la prueba forense y citó al perito de Gendarmería: Gonzalo González declaró que “no pudo determinar cuál fue el arma que le dio muerte a Gabriel Guzmán… Porque no hay proyectil”. Destacó la honestidad de los policías, ya que “podrían tranquilamente haber negado”, pero ambos admitieron: “Los dos tiramos”. Sobre la imputación por omisión contra Íbalo, Rosatelli la calificó de “absurdo” y planteó retóricamente qué se le podría haber exigido a Diego: “Que se deje matar el compañero”. Finalmente pidió al jurado un veredicto de “no culpabilidad”, instando a “salvar la verdad” y afirmando: “Estos dos hombres son inocentes”.
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