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  • España se alía con una coalición de países para reclamar en Belém una hoja de ruta de soluciones para dejar atrás los combustibles fósiles

    » Diario Cordoba

    Fecha: 19/11/2025 19:11

    En los pasillos de la cumbre del clima de Belém se habla de calor en todos los idiomas del mundo. Calor porque, como si de una metáfora se tratara, en el recinto que acoge una de las negociaciones climáticas más importantes de la última década hay zonas donde no se respira por las altas temperaturas y los voluntarios reparten abanicos y agua como único método de supervivencia. Calor porque estamos en la segunda semana de este encuentro y aún son muchas, quizás demasiadas, las incógnitas sobre la mesa. Y calor porque este martes, tras días de especulaciones, una coalición de países comprometidos con la "ambición climática", entre los que se incluye España, ha dado un golpe sobre la mesa y ha exigido a la presidencia de Brasil que concluya este encuentro con la publicación de una hoja de ruta con soluciones prácticas y un calendario para dejar atrás los combustibles fósiles y reducir las emisiones globales que tanto están alimentando la crisis climática. Este martes, en el arranque de la segunda semana de la cumbre de Brasil (COP30), los representantes de una veintena de países se han manifestado en Belém para reclamar un compromiso claro para dejar atrás el petróleo, el gas y el carbón a escala global. La medida se aprobó hace ya dos años, en la cumbre de Dubái, pero desde entonces apenas ha habido avances sobre cómo convertir la promesa en acciones. "El objetivo es acordar qué medidas concretas y, sobre todo, qué calendario debemos aplicar para dejar atrás los combustibles fósiles. Necesitamos dejar atrás las palabras y establecer hitos claros", ha afirmado Sara Aagensen, quien lidera las negociaciones en nombre de España, tras la comparecencia celebrada en Belém para reivindicar este famoso "roadmap" contra los fósiles. Por ahora, son al menos 24 los países que han mostrado públicamente su apoyo a esta iniciativa aunque, en los pasillos de Belém, se rumorea que el plan podría reunir a más de 80 aliados. "El objetivo es acordar qué medidas concretas y, sobre todo, qué calendario debemos aplicar para dejar atrás los combustibles fósiles. Necesitamos dejar atrás las palabras y establecer hitos claros" Sara Aagensen Alemania y Reino Unido han mostrado públicamente su apoyo a esta iniciativa ya que, según han afirmado sus representantes, apostar por las energías renovables no solo es una muestra de buena voluntad climática sino que es, ante todo, "una cuestión de seguridad estratégica" para no depender de las importaciones extranjeras ni de los vaivenes políticos. Kenia, Sierra Leone y las Islas Marshall, por su parte, han defendido que este compromiso es para ellos "una cuestión de supervivencia" ya que, de no frenar el avance del cambio climático, sus territorios se verán abocados a daños en cascada de los que difícilmente podrán recuperarse. Colombia, por su parte, ha defendido que incluso los países petroleros como el suyo deben liderar esta transición porque "la urgencia de la crisis climática no nos deja opción". "No podemos ignorar este debate. Esta hoja de ruta debería estar en el corazón de los acuerdos de esta cumbre", ha afirmado Ed Miliband, representante de Reino Unido y uno de los portavoces de la High Ambition Coalition (HAC). El "paquete de acuerdos" de Belém El movimiento llega en una etapa decisiva de esta cumbre. Y es que después de una primera semana de negociaciones técnicas, desde este martes ya se han puesto en marcha de forma oficial los seis equipos para acelerar los debates de esta cumbre en mitigación, adaptación, finanzas climáticas, transición justa, tecnología, género y el gran balance tras una década del Acuerdo de París. Este martes, por ejemplo, la ministra Sara Aagesen, en nombre de España, ha mantenido reuniones con el grupo árabe, la coalición de países en vías de desarrollo, representantes de las islas del Pacífico en riesgo de desaparición por el aumento del nivel del mar, Rusia, Indonesia y Turquía para intentar desbloquear un acuerdo sobre reducción de emisiones. Y todo apunta a que el debate sobre este asunto, uno de los más importantes de la cumbre, se intensificará de cara a los próximos días y, probablemente, se alargará hasta la madrugada durante varias jornadas. La presidencia brasileña afirma que quiere cerrar un "paquete de acuerdos" y un "pacto de Mutirão" con todos los puntos de consenso más allá de las divergencias políticas La presidencia de Brasil, liderada por el diplomático André Correa do Lago, afirma que su intención es cerrar esta cumbre con un “paquete de acuerdos”. Los más optimistas afirman que habrá una parte que se llevarán a plenario este miércoles y otra que se dejará hasta el cierre del encuentro, previsto para este viernes. Aunque aún no está claro si los textos y las negociaciones están lo suficientemente maduras para dar sus frutos tan pronto. Sobre todo teniendo en cuenta que, tal y como reconoce la misma presidencia de Belém, hay "muchos asuntos interrelacionados" que dependen de cuestiones por ahora bloqueadas o en un limbo. Los borradores publicados hasta ahora, de hecho, aún lucen llenos de corchetes, paréntesis y cursivas. Y esto, diplomáticamente hablando, indica que aún hay muchos puntos de discordancia sobre la mesa. Una quincena de frentes abiertos En estos momentos, sobre la mesa de negociación hay al menos una quincena de frentes abiertos. Desde el programa global de adaptación hasta las iniciativas de transición justa, el debate sobre finanzas climáticas y el llamamiento a reforzar los planes nacionales de reducción de emisiones. También se habla de la elaboración de un texto independiente en el que se resumirán los acuerdos de esta cumbre y que, por ahora, está siendo definido como un "un pacto de Mutirão". Es decir, un acuerdo en el que se recogen todos los puntos de consenso más allá de las divergencias. El problema es que, según explican los analistas, todavía no está claro si este texto será una declaración política o formará parte de los acuerdos oficiales de esta cumbre. Y esto, lejos de ser un debate baladí, es lo que marcará la diferencia entre una promesa respaldada por el plenario de Naciones Unidas o el enésimo manifiesto que se lanza para reafirmar la urgencia de la lucha climática. A menos de tres días para el cierre oficial de este evento, aún hay una quincena de puntos de debate intensos sobre la mesa En un país como Brasil, donde se respira y se venera el fútbol, hay quien compara la estrategia de negociación de la presidencia de Correa do Lago como la de un entrenador que está presionado a su equipo para que lleve a cabo un juego agresivo, casi implacable, hasta conseguir el gol. En este caso, el acuerdo final de Belém. El tema está en entender realmente cuántos argumentos y tácticas tiene el equipo brasileño para hacer presión sobre las partes para lograr una victoria en los diferentes frentes que se ha propuesto atacar. Y sobre todo, cuál es la estrategia de respuesta de los 197 equipos contrarios ante las presiones brasileñas. Porque si algo ha quedado claro en Brasil es que (casi) todos quieren que este partido acabe con un acuerdo ambicioso para frenar el cambio climático pero, por ahora, aún no hay consenso sobre cómo lograrlo o por dónde empezar.

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