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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 19/11/2025 18:52
Donato Di Santo contó qué hizo luego que asesinaran a Gianni Versace, de quien era el cocinero El 15 de julio de 1997, la habitual calma de Ocean Drive en Miami Beach se vio alterada por el asesinato de Gianni Versace, una de las figuras más influyentes del mundo de la moda. Aquella mañana, la rutina del diseñador, marcada por su paseo y la compra de revistas, terminó de manera trágica en la puerta de su mansión. En medio de la conmoción que siguió al crimen, el hoy jurado de MasterChef Celebrity Donato De Santis, por entonces cocinero de la familia Versace, asumió un papel inesperado en la gestión de la crisis que afectó al entorno más cercano del modisto. El crimen ocurrió poco antes de las nueve, cuando Versace regresaba a su casa tras su paseo habitual. Un hombre joven, identificado como Andrew Phillip Cunanan, cruzó la calle y disparó dos veces al diseñador, impactándolo en el cuello y la cabeza. La escena fue presenciada por Mersiha Colakovic, quien llevaba a su hija a la escuela. El primero en socorrer a Versace fue su pareja, Antonio D’Amico, que salió de la casa tras escuchar los disparos. Aunque el corazón del diseñador seguía latiendo cuando lo trasladaron en ambulancia, la muerte cerebral fue irreversible. Donato Di Santis, quien ya había trabajado durante seis años junto a la familia Versace, no se encontraba en la mansión en el momento del ataque. Según su testimonio, recibió la noticia mientras estaba en otro lugar: “Justo en una mañana que yo estaba en otro lado, me llaman: ‘They killed Gianni. They killed Gianni. They shot Gianni’. Yo recién despertaba, ¿viste? De las noticias del mundo todavía no se sabía nada”. Al enterarse, Di Santis fue al hospital, donde permaneció toda la noche y se convirtió en un nexo entre la familia, los abogados y la prensa. Donato De Santis y Allegra Versace, la hija de Donatella, en la mansión de Miami En las horas posteriores al asesinato, Di Santis asumió tareas que excedían sus funciones habituales como cocinero. Relató que debió coordinar la logística para proteger la privacidad de la familia y gestionar la presión mediática: “Me quedé toda la noche haciendo de puente entre la familia, los abogados, la parte legal y la prensa. Tenía que organizar las limusinas, eh, fake para mandarla a un lado, al otro”. Estas limusinas falsas se utilizaron para despistar a los periodistas y evitar que la atención mediática se centrara en los movimientos reales de la familia. La gestión de la crisis incluyó también la organización de la comunicación interna y externa, en un contexto de incredulidad y dolor. Di Santis recordó la reacción de los allegados: “La gente incrédula: ‘No, yo quiero ver a mi hermano. No puede ser, no’. ‘Vos tenés que hacer de todo’ y yo: ‘Lo voy a hacer lo que el puedo’”. La presión para facilitar el reconocimiento del cuerpo por parte de la familia se topó con obstáculos legales, ya que, según contó Donato, en casos de asesinato, el cuerpo pasa a ser propiedad del Estado y solo puede ser manipulado bajo estrictas condiciones. Donato De Santis, uno de los tres jurados de MasterChef Celebrity Ante la imposibilidad de un reconocimiento directo, De Santis buscó soluciones excepcionales. Explicó que, tras consultar con los abogados y constatar que la única autoridad capaz de intervenir era el gobernador de Florida, realizó gestiones para que la familia pudiera ver a Versace. “Llamé al gobernador, te juro, al gobernador de la Florida”. Finalmente, gracias a su empeño, el reconocimiento se realizó a través de una cámara de vidrio, una medida adoptada por razones sanitarias y legales. El impacto emocional de la tragedia marcó profundamente tanto a la familia como al propio De Santis. La incredulidad y el dolor dominaron las primeras horas, mientras el personal y los allegados intentaban asimilar la pérdida y responder a las exigencias legales y mediáticas. En medio de la confusión, De Santis se convirtió en un sostén clave, asumiendo responsabilidades que excedían su rol habitual y enfrentando la complejidad de una situación inédita. La experiencia de Donato Di Santis en aquellos días muestra la dimensión humana y logística de una tragedia que, más allá del escándalo mediático, dejó una huella imborrable en quienes la vivieron de cerca.
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