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» Elterritorio
Fecha: 19/11/2025 14:11
Ayer el TP-2 de Posadas condenó con pena máxima a la exoficial Lourdes Tabárez y al exsuboficial Ricardo Escobar por el asesinato del albañil en 2014. La emoción de la familia. miércoles 19 de noviembre de 2025 | 5:30hs. Después de una audiencia que se extendió casi cuatro horas y de un juicio oral que duró más de 11 jornadas, ayer por la mañana la familia de Carlos Guirula (33) daba un cierre, al menos en parte, al duelo por su asesinato ocurrido once años atrás. El Tribunal Penal Dos de Posadas condenó a prisión perpetua a la exoficial Lourdes Tabárez y al exsuboficial Ricardo Escobar, por encontrarlos culpables de la tortura seguida de muerte del albañil. Además, sentenciaron a Lucas Saravia Allosa y a Carlos Alberto Da Silva a 4 años de prisión por el delito de “omisión de comisión de tortura”, esto es, por no haber impedido las agresiones que derivaron en el fallecimiento del hombre. Las penas, mínimas, se consideraron como saldadas por el tiempo que ambos estuvieron bajo prisión preventiva, por lo que desde ayer permanecen en libertad. En la sentencia, firmada por los jueces Gregorio Busse, Fernando Verón y Miguel Mattos, también se resolvió absolver por el beneficio de la duda -y dejar inmediatamente en libertad– a Carlos Zidorak y a Claudio Servián. Medida disidente con el pedido que había hecho el jueves pasado la Fiscalía, a cargo de Vladimir Glinka, quien solicitó entre 6 y 7 años de prisión efectiva para los encartados -salvo para Tabárez y Escobar, a quienes cargó con la condena máxima que finalmente ayer se les dictó-. Tabárez y Escobar, condenados por tortura seguida de muerte, fueron trasladados a penales de la capital Foto: M. Rodriguez La sentencia se incorporó por lectura y en la sala los murmullos y abrazos entre los ahora liberados y sus abogados defensores se hicieron notar. Nora, quien fue esposa de Guirula, y sus hijos, se contuvieron y se desahogaron entre los suyos una vez afuera del Tribunal. “Yo en un momento pensé que esto ya no iba a salir, así que fue un cierre, sobre todo para mis hijos”, confió Nora a El Territorio una vez terminado el debate y con la emoción aún a flor de piel. El próximo 4 de diciembre se conocerán los fundamentos de las condenas y absoluciones, en el mismo tribunal que desde el 21 de octubre de este año fue testigo de la reconstrucción del episodio mortal del albañil, asesinado el 19 de julio del 2014 en un motel en la intersección de las avenidas Andresito y Santa Catalina. Muerto a golpes A lo largo del debate se reconstruyó y probó que Guirula fue atacado a golpes y patadas tras ser detenido en un motel posadeño, después de disturbios y de que personal del lugar llamara al 911 porque la víctima se negaba a pagar la consumición de la habitación que había alquilado. En el operativo sufrió traumatismos en la cabeza, en las costillas, perforaciones en los pulmones y otras lesiones que -en conjunto y por la intensidad- le provocaron la muerte. En particular, el subjefe del Cuerpo Médico Forense Carlos Wolheim recalcó ante los jueces que “a vista macroscópica (en el cuerpo de la víctima) había lesiones puntiformes”: se identificó que el albañil tenía heridas vitales y otras que sufrió post-mortem, “compatibles con arrastre”. A la comisaría ya había llegado sin signos vitales. Con emociones a flor de piel, Nora Acosta estuvo acompañada de sus hijos en el último día del juicio. Foto: m. rodríguez “Algunas escoriaciones tenían formas lineales, otras lesiones externas dan la interpretación que eran por compresión”, es decir, por el peso de algo contra su cuerpo. Guirula sufrió trauma torácico grave y cerrado; en la parte derecha tenía tres costillas fracturadas, y cinco del lado izquierdo del cuerpo. Lo llamativo, señaló el especialista, era que “en el tórax y abdomen había muchas lesiones equimóticas (moretones consecuencia de roturas de vasos sanguíneos): estaba calcado y era compatible con la plantilla de un calzado”. Para la Fiscalía, este y otros exámenes revelaron que a Guirula lo llevaban arrestado pisándole la espalda, sumado a las patadas que recibió en la cabeza, todavía en el motel. Además de los golpes en el tórax, el hombre de 33 años sufrió “lesiones graves y gravísimas en el cráneo”. Wolheim graficó que Guirula tenía el “cerebro edematizado, es decir, hinchado, y eso marcó la gravedad del trauma. Un defecto intracerebral tiene otra connotación y es riesgoso para la vida”. Tabárez: perdón y “clemencia” Al cierre de los alegatos y como última oportunidad de declarar, los seis imputados decidieron declarar. La primera en romper el silencio fue la exoficial Lourdes Tabárez. Con la mirada puesta en María Guirula y Nora, hermana y esposa de la víctima que atendían a la audiencia desde el fondo, la imputada pidió disculpas y a los jueces “pido clemencia”. “No va a volver a la vida su hijo señora, no va a volver a la vida nadie, tampoco nosotros. No tengo más palabras para representar lo que significa para cada uno de nosotros, hasta hoy, lo que marcó esa noche”, dijo la exoficial. A horas de la sentencia, para Tabárez “entre hoy y mañana puede cambiar nuestra vida, para peor si así lo decide la Justicia”. Defendió su inocencia y suplicó “clemencia a los jueces, por mi familia y por cada uno de nosotros”. “Jamás estuve en esta situación, era mi trabajo y yo tenía que justificar el sueldo, pero eso no significó ir a agredir contra la vida de una persona. Yo fui simplemente a cumplir mi trabajo: lo que pasó fue una tragedia para todos”, cerró la condenada. Al pedido de disculpas se sumó Ricardo Escobar, quien además pidió que la sentencia “nos dé tranquilidad a todos, que sea lo justo para todos y que se termine”. Pérdida de sangre Wolheim precisó que Guirula “tenía un sangrado por arriba de dos litros, aproximadamente, lo que, para una persona de 1,80 metros, representa la pérdida del 40% de la volemia”. Al tiempo que reconoció que “fue una lesión fatal” y que el cúmulo de traumatismos -de tórax, craneal, costales y otros- llevaron a que sufriera un paro cardiorrespiratorio: “Hay que entender que una persona con pérdida de 750 mililitros de sangre ya está en estado inconsciente, y la víctima tuvo un sangrado mayor a litro y medio”. Fueron varias las oportunidades en las que, a lo largo del debate, se apuntó al estado de ebriedad de Guirula y su posible reacción violenta que habría motivado el uso de fuerza de parte de Tabárez. En su turno de declarar -el 28 de octubre-, el perito del Cuerpo Médico aclaró que “estábamos ante un individuo con 3 gramos de alcohol. Entonces no es lo mismo soportar un golpe amortiguando (la caída) a que te agarren en estado de confusión”. Además, recordó que en el cuerpo del albañil se vieron lesiones por compresión y otras compatibles con arrastre -por el formato lineal de las escoriaciones-. Si bien reconoció que “no puedo precisar la mecánica del golpe, sí puedo decir que si hubo algún golpe o compresión torácica se pudo provocar ese desplazamiento sanguíneo”. El debate más difícil del año El fiscal Vladimir Glinka, encargado de sostener la acusación a lo largo del juicio, observó que la sentencia se ajustó, en parte, a lo que se habían planteado, en un caso que -reconoció- “fue el más difícil del año para mí”. Las condenas con perpetua para las dos figuras acusadas centrales, “en gran medida fue lo que vine a buscar, me parece. Tenemos dos condenas de prisión perpetua que no es poco. Tenemos dos condenados por ‘haber hecho poco’ y dos absueltos por el beneficio de la duda”, repasó al evaluar el resultado. Respecto del desafío probatorio, Glinka fue contundente: “Esta fue la causa más difícil del año para mí”. Recordó que el expediente acumula “13 cuerpos y casi 3.000 fojas” y que la reconstrucción del hecho, realizada en la etapa inicial y grabada en video, fue decisiva. “Fue muy bueno para esta causa que se hayan tomado medidas al comienzo, como la reconstrucción del hecho. Era el testimonio real de ese momento y eso ayudó un montón. Son 13 reconstrucciones, si mal no recuerdo, que dieron un panorama muy grande”. Organizar ese volumen de material demandó una estrategia específica, contó. “Juntar todo lo que está ahí fue lo más difícil, y por eso hice una línea de tiempo para tratar de explicar con el mayor detalle posible cómo se fueron dando las cosas”. Aún conforme con el resultado, mantuvo la exigencia propia de un fiscal a cargo de un debate histórico y que estuvo bajo la mira de toda la comunidad misionera: “Soy muy autocrítico… Hay cosas que hubiera explicado mejor, pero siendo una causa tan larga, creo que fue un trabajo aceptable”. Para Glinka, el balance global del proceso fue positivo para la postura acusatoria, sin dejar pasar que el juicio se desarrolló con intercambios firmes entre las partes, especialmente en los alegatos. Aunque aclaró que “cualquier tipo de enfrentamiento en ese contexto es enriquecedor. Hay que despegarse de la necesidad o del orgullo y tratar de buscar, en mi caso, la verdad real. Yo escucho cuando ellos hablan, trato de ponerme en su lugar para ver qué tienen para decir”. Insistió en que los roces forman parte de la dinámica judicial y no deben leerse en clave personal. “A veces uno utiliza alguna frase que puede incomodar a otro, pero eso es parte de la función. No es personal. Nosotros con los abogados discutimos un montón y cuando salimos nos pasamos la mano, nos felicitamos por el trabajo y seguimos trabajando en otras causas”, explicó. Once años por justicia Para Nora Acosta, viuda de Carlos Guirula, ayer se dio “un cierre”, judicial pero también emocional, tras conocerse la sentencia condenatoria para dos de los seis imputados por la tortura seguida de muerte de su esposo. Aunque admitió que esperaba fallos más severos para el resto de los acusados, afirmó que la decisión de los jueces Busse, Verón y Mattos marca un punto de alivio para su familia. “Estoy conforme con las condenas de Tabárez y Escobar, esperaba un poquito más para los otros, pero en general conforme, más por mis hijos”, confió en diálogo con este diario. Explicó que para ellos, que atravesaron la infancia y la adolescencia sin su padre, la sentencia representa una instancia reparadora. “Para ellos es importante tener un cierre, saber que se hizo un poco de justicia después de tantos años que me ha costado la paz de ellos… Son chicos felices que no cargan bronca, que fue lo que yo quise proteger todos estos años”, reconoció. El juicio culminó con la presencia de dos de los hijos de Guirula en la sala, decisión que -según Acosta- surgió de ellos mismos. “Siempre les dije, hablamos de todo lo que pasó… Ellos estaban esperando también este momento y quedaron conformes”. Con una sonrisa que casi no pudo evitar, Nora aseguró que este juicio les permitió “dar un cierre” a la lucha por justicia: “Yo ya realmente pensé en un momento que esto no salía, que no se iba a hacer… Es un cierre, para ellos es un cierre”. También señaló que lo que siente hoy es una mezcla de tranquilidad y necesidad de seguir adelante. “Es bueno ver qué hacemos, cómo seguimos, pero sí, un poco de tranquilidad de que esto no quedó en vano, y que no se vuelva a repetir”, pidió. Nora tampoco fue indiferente a los pedidos de disculpas que ofrecieron los imputados al terminar la audiencia. Al respecto, remarcó que sólo las palabras de uno de los acusados -absueltos- las sintió auténticas. “Nuestro Día del Padre es ir al cementerio hace 11 años. Cuando tu hijo te dice ‘necesito hablar con mi papá’ y se levanta y se va al cementerio… es dolorosísimo”. Pese a todo, resaltó que el trabajo emocional con sus hijos fue una prioridad absoluta: “Mucha gente me decía ‘¿Cómo hacés para que no le tengan bronca?’… Con muchísimo amor y muchísimo cuidado. Inclusive el hecho de traerlos fue por pedido de ellos, para que puedan tener su cierre”. También contó que uno de los hijos prefirió no ingresar a la sala, decisión que respetaron. “Cuesta mucho, pero se logra con mucho cariño… se cerró algo que yo pensé que ya no tenía, que ya no iba a ser”, dijo. Para Acosta y sus hijos tampoco fue un detalle menor la identidad y cómo presentaron a Guirula a lo largo del juicio. “Él no era cualquiera, para nosotros es muy importante. Por eso le corregí a uno de los abogados: cuando escuchaba el viernes que decía ‘Girula, Girula’, yo pensaba: si está ahí Carlos les va a decir, ‘yo soy Guirula: G-U-I… aprendan a leer’”. “Es muy importante para ellos su identidad. Su papá está muy presente siempre, por eso la corrección del apellido. Para ellos es importante”, defendió. En sus alegatos finales, la defensora de Escobar, Romina Olivera, negó que existió tortura porque “no hubo un acuerdo previo, no tuvo un fin y no ocurrió bajo ocultamiento” y pidió el sobreseimiento del acusado o que, en caso de ser hallado culpable, se le dicte la pena mínima por homicidio con dolo eventual. Para Olivera, los imputados “cumplían un deber y pudo haber excesos”, pero “nunca hubo intención de tortura”. Sostuvo que “no sabemos quién determinó las lesiones” que causaron la muerte del hombre.
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