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» Elterritorio
Fecha: 19/11/2025 14:08
Desde hace 10 años, el Sargento Primero Horacio Orlando López convierte madera reciclada en juguetes, repara bicicletas y arma espacios llenos de color para que ningún niño de Cerro Azul pase la Navidad sin una sonrisa. Su misión solidaria se volvió un símbolo de la comunidad. martes 18 de noviembre de 2025 | 20:45hs. Desde hace una década, en Cerro Azul hay un nombre que se repite cada vez que se habla de solidaridad: el Sargento Primero Horacio Orlando López, de la Unidad Regional VI. Para muchos vecinos, no es solo un policía. Es el hombre que, año tras año, transforma pedazos de madera en juguetes, bicicletas olvidadas en oportunidades nuevas y calles comunes en escenarios que anticipan la Navidad. Lo suyo empezó en 2015, casi en silencio, cuando decidió fabricar a mano los primeros juguetes para los chicos de su barrio. Diez años después, su taller casero se convirtió en un pequeño refugio de creatividad y esperanza. Cada noviembre, mientras el pueblo empieza a encender sus luces festivas, López ya está rodeado de tablas, pinceles y herramientas. Allí construye juegos didácticos con madera reciclada, pinta autos y casitas, repara bicicletas que los vecinos donan y les devuelve vida para que lleguen a manos de quienes realmente las necesitan. “Después Papá Noel tiene que salir a repartirlos”, dice siempre con una sonrisa, mientras la pintura aún está fresca. Y es él mismo quien, vestido de rojo o con su uniforme, recorre los barrios para entregar cada regalo, uno por uno. Pero su tarea no se detiene en diciembre. López arma refugios para perros y gatos, reacondiciona ropa, calzado y elementos ortopédicos para su ropero solidario, y trabaja en conjunto con familias, referentes barriales y la Municipalidad para acercar ayuda donde más se necesita. También dedica incontables horas a decorar plazas y espacios públicos con motivos de Navidad, Pascuas, Reyes Magos o Mes del Niño. Las familias se acercan, sacan fotos, conversan; y esos lugares se convierten en puntos de encuentro donde la comunidad respira un poco más unida. “Ver la alegría de los chicos y las familias es lo que me impulsa a seguir”, afirma. Y su lema, repetido entre vecinos, resume lo que muchos sienten por él: “El trabajo del policía no termina cuando termina la guardia. Uno sigue sirviendo desde otro lugar”. La historia del Sargento Primero López demuestra que la seguridad también puede construirse desde la ternura, la entrega y la cercanía. En Cerro Azul, la Navidad no empieza cuando llegan las fiestas: empieza cuando, desde su pequeño taller, López enciende la chispa que cada año vuelve a llenar de sonrisas a toda la comunidad.
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