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  • Martín Piana: "Necesitamos un nuevo hombre que se haga responsable de su salud"

    » La Capital

    Fecha: 19/11/2025 11:44

    Cada noviembre se tiñe de azul en honor al mes internacional del hombre pero pocos saben que detrás de este color se esconde una pandemia silenciosa: el cáncer de próstata. Están entre nosotros pero nadie los ve. Son miles cada año, no se habla de ellos, parece que no existieran. Muchos mueren en silencio. ¿Quiénes son estos hombres "invisibles"? Son los que se diagnostican tardíamente. Se habla en reuniones de amigos con consternación, solo frente a un caso conocido, se realizan pocas campañas de concientización, hay escasa información. Y si no se habla, no conocen, no se informan, no se los diagnostica... El cáncer de próstata es el tumor maligno más frecuente en hombres argentinos y la 3 ra causa de muerte oncológica en varones, superado solo por los de pulmón y colorrectal. Representa el 12,5 % del total tumores registrados en hombres, y el 22,5 % de todos los nuevos pacientes oncológicos masculinos cada año. Eso significa que 1 de cada 6 hombres tendrán cáncer de próstata a lo largo de su vida. Y sin embargo, no se habla de ellos. Es como si no existieran. Importancia del diagnóstico a tiempo Desde su inicio y en su crecimiento el cáncer de próstata no produce síntomas y avanza en silencio. Así el 24–40 % de los hombres son diagnosticados en etapas avanzadas o con metástasis, lo que reduce significativamente las posibilidades de curación. Los síntomas aparecen en estadios avanzados, por eso los controles periódicos son clave. La detección precoz permite ofrecer la posibilidad de curación en más del 90 % de los hombres, con cambios radicales en sobrevida y la calidad de vida del hombre. El cáncer de próstata no se previene, se diagnostica a tiempo. Y ese tiempo lo es todo. Los estudios indican que hasta el 30 % de los hombres que hoy mueren por esta enfermedad podrían haberse salvado con un diagnóstico precoz: “la diferencia no la hace la enfermedad, la hace el momento en que se detecta”. Tabúes y controles 4 de cada 10 hombres aún postergan su control, incluso sabiendo que un simple análisis de sangre puede marcar la diferencia. ¿Por qué? Porque hay poca información, hay tabúes. Porque el miedo al tacto rectal, a la biopsia de próstata, a perder funciones sexuales, al estigma o al “qué dirán”, sigue vigente. Porque muchos siguen creyendo que estar bien es no sentir nada. Y cuando sienten algo, ya es tarde. Durante años, muchos hombres evitaban los controles por pudor o simplemente por no querer “saber”. Cuando finalmente consultaban por un PSA (Antígeno Prostático Específico) elevado, se indicaba una biopsia de próstata transrectal realizada al azar y bajo anestesia local. Era un procedimiento incómodo, doloroso y, con frecuencia, frustrante por sus resultados inconclusos. Ese método, aunque fue un pilar diagnóstico durante décadas, hoy es ampliamente cuestionado por la comunidad científica debido a sus limitaciones y complicaciones. Muchos hombres atravesaron la biopsia prostática transrectal con angustia, dolor e incomodidad, despertando una resistencia comprensible. Los resultados negativos no siempre traían alivio: en numerosos casos, el PSA seguía elevado, generando más incertidumbre que respuestas. Hasta un 47 % de fallas en el diagnóstico (falsos negativos) y un riesgo de infección de hasta el 5 % —con cuadros que requirieron largas internaciones y antibióticos endovenosos— transformaron un procedimiento necesario en una experiencia temida. Un cambio de paradigma Hoy el camino del diagnóstico cambió. La tecnología migro hacia la precisión. Por primera vez en la historia podemos ver el área sospechosa en la próstata para tomar una muestra directa a través de la piel del periné. Existen plataformas robóticas 3D asistidas por inteligencia artificial que permiten realizar biopsias por fusión de imágenes. Fusiona la resonancia magnética con la ecografía 3D en tiempo real, generando un mapa tridimensional exacto de la próstata. Así podemos dirigir la aguja con una precisión milimétrica al sitio sospechoso, alcanzando una eficacia diagnóstica del 93 % y reduciendo el riesgo de infección a menos del 0,5 %. Los profesionales vimos hombres que habían pasado por 2 o 3 biopsias convencionales sin resultados, pero con nódulo sospechoso en la resonancia magnética y un PSA (antígeno prostático especifico) que seguía en aumento. Llegaban cansados, con preocupación. Cuando realizamos la biopsia por fusión de imágenes por via transperineal con precisión al área sospechosa (biopsia target), encontramos a esos cánceres que habían pasado desapercibidos con la biopsia convencional transrectal. Ver la cara de esos hombres y sus familias cuando, por fin, obtienen una respuesta concreta, es algo que no se olvida. No es solo un diagnóstico: es la posibilidad de actuar a tiempo, de tener opciones, de recuperar el control. Cuando y como iniciar los controles. Todo hombre debe comenzar sus controles prostáticos a los 50 años. Pero si tiene antecedentes familiares debe empezar a controlarse desde los 40. El estudio inicial es sencillo: un análisis de sangre para medir el PSA (antígeno prostático específico). Este marcador no diagnostica por sí solo el cáncer, pero puede alertar sobre alteraciones que justifican estudios adicionales. Si el PSA está elevado o hay sospechas, se realiza un tacto rectal (con en consentimiento del paciente) y una resonancia magnética multiparamétrica (RMmp) de próstata, que permite visualizar lesiones sospechosas con gran precisión. En caso de hallazgos significativos, el siguiente paso es una biopsia de próstata guiada por fusión de imágenes, que permite tomar muestras dirigidas y precisas, reduciendo las molestias, los falsos negativos y los efectos adversos. Pero más allá de la tecnología, lo que realmente importa es el mensaje: los hombres que no se veían, hoy podemos verlos.

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