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Gualeguay » Debate Pregon
Fecha: 16/11/2025 13:39
Dialogamos con él, quien comparte su apreciación sobre el diario a través del tiempo y su mirada crítica. También se refiere a la transformación de Gualeguay, especialmente desde el siglo XX, destacando el espíritu pujante de la ciudad hasta la década del 70’ y cuestionando la caída del crecimiento económico a partir de ese período. Ads Gandini, además, recuerda su labor como trabajador bancario, menciona las entidades financieras que existían en su época de empleado y reflexiona sobre cómo el sistema bancario acompañó el desarrollo local en distintos momentos. El ferrocarril Primer Entriiano marcó un hito en la ciudad. Gustavo, ¿desde cuándo recuerda que lee el diario? — Sí, la verdad que hace mucho tiempo. Desde que era adolescente recibíamos el diario en casa y, cuando me ausenté de Gualeguay y luego regresé en 1970, pasé a ser suscriptor. Me reencontré con el diario y sigo leyéndolo hasta el día de hoy. Ads El palacio de Tribunales fue creado en 1908. El diario pasó de elaborarse con máquina linotipo a los sistemas actuales, más modernos. Más allá de lo tecnológico, ¿cómo fue observando el nivel informativo, periodístico y la presentación del diario a través del tiempo? — El cambio ha sido rotundo. Siempre estuvo acorde a los tiempos y fue evolucionando desde sus inicios. Tiene toda la historia de nuestra ciudad, de la provincia y del país. Hasta hoy podemos decir que es un diario moderno y en sintonía con la época que vivimos. Ads Foto del parque industrial, que tuvo Gualeguay, en los años 60, Barrio Molino, esta foto fue encontrada en el año 1992. Siempre hay cosas para mejorar. Desde su mirada crítica, ¿qué le gustaría que se corrija o se mejore? — Me gustaría que fuera más local. Ahora veo que la tapa del diario, dicho sea de paso, a veces se olvidan de subirla a internet. Pero principalmente me gustaría que tuviera más contenido de temas locales, más opinión local, que es lo que la gente más consume: la vida diaria de la ciudad. La sucrusal del banco Nación se creó en 1909. Cuéntenos sobre su vida personal. ¿Usted vive en Gualeguay? ¿Fue trabajador bancario? — Sí, durante 30 años fui trabajador bancario en la sucursal del Banco Entre Ríos de Gualeguay. Usted mencionó que se fue y volvió. ¿Cómo ha visto la transformación de la ciudad a través del tiempo? — La transformación fue grande. Cuando volví en 1970, la ciudad estaba en plena expansión. Recuerdo la construcción del edificio El Águila, que fue un cambio fundamental. También el edificio del Gran Hotel Gualeguay y el edificio Plaza. Era una transformación amplia, acompañada por un sistema bancario que ofrecía créditos y permitía que la clase media concretara sus proyectos. Así se ponía en marcha la economía con el apoyo crediticio. Esa década del 70’ fue de un gran impulso para Gualeguay. Molino y fiderería de Armelín y Cía. ¡Y también había más sucursales bancarias! — Sí. Estaban el Banco Unido, el Banco Hipotecario, el Banco Italia, el Banco Nación y el Banco Entre Ríos. Cinco bancos en los años 70. ¿Dónde estaba ubicado el Banco Unido? — En calle Chacabuco y San Antonio. ¿Cuál es más antiguo: Nación o el extinto Italia? — El Nación, creo. Tiene un edificio hermoso. Una vez incluso pusieron en funcionamiento una calefacción con leña que —dicen— no solo calentó la casa del gerente sino también todo el edificio. Estaba muy bien construido. Era de la época en que Gualeguay se transformaba, a principios del siglo XX, gracias a Puerto Ruiz y a las obras que se realizaron: tribunales, policía, muelles del puerto… todo mostraba un Gualeguay muy progresista para su tiempo. Y a eso hay que sumar el tren, ¿verdad? — Sí, el tren fue fundamental. El ramal Gualeguay–Puerto Ruiz fue el primer ferrocarril de Entre Ríos, creado desde el sector privado, sin esperar al Estado. A eso se sumó la creación de la biblioteca popular y el Teatro Italia. Era un Gualeguay de enorme progreso. Lamentablemente, después se fue quedando. ¿Usted atribuye el estancamiento al ámbito político, a la comunidad o a ambas cosas? — Yo diría que a ambas. Somos muy conservadores. A la comunidad le cuestan los cambios. Criticamos mucho, pero cuando hay que modificar algo, aparece ese conservadurismo y no hacemos nada. Saladero de Puerto Ruiz-1905 Siempre se dice que estamos en un lugar geográfico privilegiado, pero no le hemos sacado provecho… — Exacto. No hemos tenido una clase dirigente —política o empresarial— que impulse un verdadero progreso. Perdimos esa iniciativa. Recordemos empresarios como don Pedro Armelín, que dirigió el Molino Santa Luisa, un emporio de trabajo e industria. Era un ejemplo de empresa moderna para su tiempo, hasta principios de los años 40’. La producción se distribuía a todo el país. Además, tenía un concepto moderno de empresa. Armelín quería un barrio para sus obreros, y lo tuvo; quería una capilla, y la tuvo. Es decir, lamentablemente, desde aquella época no volvimos a tener un empresariado así, que generara tanta mano de obra sumado al resto de los empresarios de ese entonces. ¿Qué productos elaboraba el Molino? — Fideos, harina. Recuerdo que donde estaba la panadería La Fénix, en calle San Antonio, funcionaba la panadería Valenti, y en la entrada había un cartel que decía: “Aquí se trabaja con harina del Molino Santa Luisa”. Era sinónimo de calidad el pan que allí se elaboraba. Y a mediados del siglo XX, Gualeguay tenía muchas empresas de distintos rubros. Hoy esa cantidad ha disminuido… —Sí, lamentablemente. También influyeron los cambios que se fueron produciendo… ¿Políticos? — Políticos y económicos. El puerto perdió importancia por falta de dragado. Además, el saladero —base económica de la ciudad— se volvió obsoleto con la aparición de los frigoríficos. Ahí comenzó la caída. Desde los saladeros surgieron grandes trabajadores y grandes familias que van a llevar adelante la política, no solo en Gualeguay, sino en Entre Ríos. Cuando gana el radicalismo principio siglo XX, el gobernador y el vicegobernador de Entre Ríos eran de Gualeguay. Eso habla de la importancia política y económica que tenía nuestra ciudad. Pero cuando cae el puerto, cae la ciudad. ¿Por qué? Porque recordemos que Entre Ríos era prácticamente una isla, difícil de comunicar con el resto del país hasta la llegada de los grandes puentes y el túnel. Todo eso afectó el progreso. El saladero, que hoy es un término en desuso, movía toda la economía de la ciudad… — Así es. Allí se salaban las carnes, se hacían velas… Todo ese movimiento sostenía la actividad del puerto y de la ciudad. Pero con la transformación industrial nos quedamos atrás. Gualeguay no tuvo un frigorífico propio como Gualeguaychú. Y aun allí no fue fácil. ¿Cree que Gualeguay podrá retomar un camino de progreso? — Sí, creo que sí. Pero hay que retomar las ideas. Primero, poner gente que trabaje, que estudie, que haga proyectos. Sin proyectos no se puede avanzar. Somos conservadores; no impedimos el progreso, pero tampoco lo impulsamos. Hay que reactivar el puerto, dragarlo. Con el puerto de Ibicuy funcionando, podríamos ser un puerto satélite. También hace falta poner en marcha el parque industrial. Y recuperar el balneario municipal. Pero, sobre todo, no poner trabas a quienes tienen ideas. En Gualeguay solemos ver sólo lo negativo. Falta unión. En Gualeguaychú tienen diferencias internas, pero cuando hay que avanzar, lo hacen juntos. Acá es más difícil: nos ponemos zancadillas entre nosotros. Por último, una semblanza sobre el diario. ¿Qué siente al ver que aún existe un medio local escrito, en tiempos en que tantos han desaparecido? — Me encanta. Es un orgullo para la ciudad tener un diario como El Debate – Pregón. En mi familia siempre lo leímos: mis padres, yo, mis hijos. La historia de nuestra ciudad está en el diario. Si no fuera por él, Gualeguay no sería lo que es.
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