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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 15/11/2025 04:33
Javier Milei Javier Milei vive días de gloria. El domingo de halloween electoral transformó la calabaza en carroza. Arropado por una avalancha de votos el Presidente ensaya su mejor versión. Avanza desplegando nuevos modos y reserva para la intimidad sus arrebatos y rabietas. A fuerza de intentar moderar tensiones, Milei finalmente parece haber reacomodado las piezas de su tablero de poder. Desmontó el fallido dispositivo sobre el que pretendía articular las decisiones. No más triángulo de hierro. No más forcejeos y suspicacias. La polea de transmisión del mando quedó en manos de Karina, su hermana: “El jefe”. Es Karina Milei quien parte y reparte. Su staff de lugartenientes tienen nombre propio: los Menem, Martin y Lule. El team emergió empoderado de las elecciones de medio término. La retirada de Francos y la llegada a la jefatura de Gabinete de Manuel Adorni, parece amortiguar las presiones celestiales. Santiago Caputo, el chico que juega a la mancha con los aviones, tuvo que ceder paso a la hermanísima, al menos por ahora. Tiempo al tiempo. El anuncio del acuerdo marco para profundizar la relación bilateral entre Argentina y Estados Unidos difundido por la Casa Blanca fue celebrado por el Gobierno y sella un entendimiento, un compromiso, la consolidación de un rumbo. Es un hecho histórico. “Estuvieron rindiendo un poquito…”, se jactó Javier Milei ante una audiencia libertaria en relación a los 14 viajes que lo llevaron a EEUU desde que comenzó su mandato. “Nunca estuvimos tan juntos”, aportó el flamante embajador norteamericano Peter Lamelas. Se trata de una alianza estratégica, basada en “valores democráticos compartidos y una visión común de libre empresa, iniciativa privada y mercados abiertos”, según el comunicado oficial de la Casa Blanca. La noticia enmarca un nuevo tiempo para la administración Milei, ofrece una plataforma de despegue para concretar los cambios y transformaciones prometidos por Milei. Está todo dado para acelerar el tiempo de las realizaciones. La buena nueva encontró a Milei arropado por los suyos. Disertando en el Foro sobre economía regional organizado por el Club de la Libertad ratificó su ideario reformista. “Desburocratizar, atraer inversiones, bajar impuestos y transferir mayor autonomía a las provincias” son los nuevos mandamientos del catecismo linertario. Aún no se conoce la letra chica pero los análisis preliminares del acuerdo hablan de obligaciones y exigencias a las que el gobierno mileísta deberá honrar para asegurar el suceso del pacto comercial acordado. La indispensable construcción de consensos parlamentarios probablemente no estará exenta de debates. Está claro para los gobernadores, ya muchos lo han hecho saber a viva voz, que una cosa es consensuar y otra muy distinta ser llamados para solo acompañar. No quieren firmar contratos de adhesión. Teléfono para Diego Santilli. El flamante ministro del Interior es el encargado de sumar la buena voluntad de los gobernadores. Arrancó con facultades recortadas. La decisión de quitarle áreas clave como Migraciones o el Renaper, debilita el delicado márgen de negociación con los jefes provinciales. Santilli se la banca. Ni pestañea. Dispone del santo oficio de la paciencia. Un arte que en política suele dar buenos resultados. Un asunto en el que Daniel Scioli podría dar cátedra. El revoleo de cargos que motivó la partida de Guillermo Francos no lo movió ni un milímetro de su lugar; la secretaría de Deportes y Turismo. Santilli tiene un objetivo claro: la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Tendrá que hacer buena letra. Asumió con plena conciencia de que habita una casa ajena, una especie de no lugar. No se pasó abiertamente a las filas de LLA pero tampoco llegó al ministerio por cuenta y orden del PRO ni de Mauricio Macri. Es un migrante. María Eugenia Vidal fue muy clara al respecto. Diego Santilli ocupa el ministerio del Interior por decisión propia y no es parte de ningún acuerdo con el PRO. En el Juego de la Oca libertario, Patricia Bullrich le lleva varios cuerpos al “Colo” Santilli. Ella también tiene sueños de mucho más. En lo inmediato la esperan otras tareas que no admiten distracciones. Le sobra paño para hacerse cargo de la conducción del bloque de LLA, pero su principal desafío será tomar el control en nombre del oficialismo de los debates que se vienen. Este viernes desembarcó en el Senado. La recibió Victoria Villaruel. Nadie espera que la relación entre Patricia Bullrich y Victoria Villaruel sea plácida. Se trata de dos muñecas bravas con personalidades de tipo A. El encuentro de algo más de una hora las mostró en sus roles prolijamente institucionales. No hubo fotos. Nadie esperaba que las hubiera. Borrada totalmente del Gobierno, Villaruel tendrá que lidiar con la implacable impronta bullrichista. Acostumbrada a confrontar Patricia ya protagonizó dos ruidosos contrapuntos con la vice. “Resulta vergonzoso que utilice a Nahuel Gallo para juntar likes”, sin remilgos la ministra de Seguridad cruzó a Villaruel cuando la vice hizo saber vía X que ella nunca hubiera autorizado un gendarme a ir a Venezuela. Nahuel Gallo permanece detenido bajo el régimen de Nicolás Maduro. Más virulento fue el cruce cuando Bullrich la instó a no ser “cómplice del kirchnerismo” validando con su presencia un debate en la Cámara alta. Vilaruel no se achicó. Fiel a su estilo le recordó su supuesto paso por “orgas terroristas”. Dos chicas que no se callan. La relación reconoce un antecedente perturbador: Villarruel esperaba retener para sí las áreas de Seguridad y Defensa, ministerios que Milei confió desde el vamos a los integrantes de la fórmula presidencial de Cambiemos, un durísimo golpe para Villaruel. Ahora tendrán que encontrar la manera de entenderse. En otra escala, la situación de Mauricio Macri es mucho más desafiante. Macri necesita gestionar su espacio para evitar más fugas y filtraciones de sus cuadros hacia el territorio libertario. Es urgente redefinir una identidad para el PRO que le permita diferenciarse sin perder relevancia ni boicotear las ideas que dice defender y acompañar. Un delicadísimo equilibrio. La declarada estrategia macrista de “apoyar con condiciones” las propuestas del oficialismo puede generar tensiones hacia el interior del propio espacio y supone el riesgo de quedar atrapado entre dos modelos para terminar confinado en la marginalidad opositora. Construir un liderazgo creíble para el 2027 demanda contener la acelerada fuga de legisladores y cuadros ejecutivos hacia un oficialismo que despliega todas sus fuerzas centrípetas en orden a succionar recursos del PRO. En “la última cena” Macri tomó amarga nota de lo que hasta ahora parece no haber querido ver. Milei no solo no hace lugar a ninguno de sus consejos, tampoco parece dispuesto a cederle ni una hilacha de poder. Nunca estuvo en sus planes. Mucho menos aún del fenomenal espaldarazo que recibió en las urnas. En lo inmediato Mauricio Macri hizo saber que busca presentar un candidato propio en 2027, que en ningún caso será él y que el bloque amarillo no se integrará en un interbloque con La Libertad Avanza. Mantienen el compromiso de acompañar la reforma laboral y tributaria pero con reservas. No parece sencillo. Ahora todo está en manos de Milei. Los planetas están alineados. Los cambios estructurales que nuestro país demanda deben apalancarse en acuerdos sólidos, trabajados en el debate abierto. Eso supone despojarse de pulsiones hegemónicas. Habilitar conversaciones, dar espacio a las diferencias, estar dispuesto a conceder sin imponer. Todo un desafío para la familia libertaria.
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