Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • ¿El espacio será el escenario de la Guerra Fría del siglo XXI?

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 15/11/2025 04:31

    En la Estación Espacial Internacional, ubicada a casi 400 kilómetros de la Tierra, se realizan todos los días experimentos científicos El Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre firmado en el año 1967 en Londres, Moscú y Washington, establece los principios básicos para su exploración y utilización, incluyendo la Luna y a otros cuerpos celestes. En los últimos años, dado el aumento en el número de actores espaciales, comenzó a plantearse la necesidad de revisar los postulados básicos de ese convenio sancionado durante la Guerra Fría y la contienda de Vietnam. En la actualidad no se ha logrado el consenso para su actualización en el seno de las Naciones Unidas. Hasta mediados de este año 117 países ratificaron ese Tratado equivalente a una Carta Magna Espacial. De acuerdo a su artículo II, “el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrán ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”. Al año siguiente de su aprobación se reguló la problemática vinculada al rescate de astronautas y a la devolución de objetos espaciales caídos en extrañas jurisdicciones. En 1972, durante la gestión del republicano Richard Nixon, se adoptó el Tratado sobre Responsabilidad Internacional por daños causados por actividades espaciales. Tres años más tarde se legisló sobre el registro de objetos lanzados al espacio; y finalmente en 1979, a finales de la presidencia de Jimmy Carter, se aprobó el Acuerdo de la Luna adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas. En 1998 se firmó el Acuerdo Intergubernamental sobre la Estación Espacial Internacional (AIG), un tratado internacional rubricado por los quince gobiernos involucrados en el proyecto de la Estación Espacial civil permanentemente, habitada con fines pacíficos y sujeta a la normativa del derecho internacional. En 2020 el gobierno de los Estados Unidos junto a otras siete naciones signatarias iniciales, establecieron los Acuerdos de Artemisa con el fin de mejorar la gobernanza de la exploración y el uso civil del espacio exterior. Los firmantes de los Acuerdos se comprometen a planificar la mitigación de la basura espacial, incluyendo la eliminación segura, oportuna y eficiente de las naves espaciales al final de sus misiones. Este objetivo, como veremos a continuación, no es de fácil cumplimiento en el corto plazo, y supone, además, una millonaria inversión pública y privada para llevarlo adelante. En este sentido, las investigadoras del Centro para la Seguridad y la Tecnología Emergente de Georgetown, Kathleen Curlee y Lauren Kahn, publicaron recientemente un estudio titulado, “Mapeando la basura espacial: una visualización interactiva de datos sobre la basura orbital y sus orígenes”. Examinaron 34.000 fragmentos de basura espacial que el gobierno de Estados Unidos ha venido rastreando desde 1958, los cuales estaban distribuidos en cuatro regiones orbitales clave: órbita terrestre baja (LEO), órbita terrestre media (MEO), órbita geoestacionaria (GEO) y órbita altamente elíptica (HEO). Las autoras del informe señalan que gran parte de las comunicaciones diarias dependen de satélites en órbita terrestre baja (LEO). Con más objetos orbitando las colisiones aumentan, incrementando aún más la cantidad de desechos. La mayoría de los fallos catastróficos que han generado una cantidad significativa de basura espacial ocurrieron en LEO. “Cuanto más congestionada esté la órbita, mayor será el riesgo de que incluso una sola fragmentación pueda tener efectos en cadena”, sostienen. Las investigadoras descubrieron que “Estados Unidos, Rusia (y la antigua Unión Soviética) y China son responsables de casi el 95 por ciento de los desechos catalogados que actualmente se encuentran en órbita”, y que “solo 20 satélites fragmentados y cuerpos de cohetes constituyen casi el 73 por ciento de todos los desechos rastreados que aún se encuentran en órbita”. De acuerdo a la Agencia Espacial Europea existen actualmente alrededor de un millón de desechos espaciales de un centímetro a 10 centímetros, y más de 36.500 objetos de más de 10 centímetros. Desde el comienzo de la exploración espacial en 1957 fueron lanzadas 6.380 naves que pusieron en órbita más de 15 mil satélites, de los cuales solo funcionan cerca de 7 mil. En los últimos años varios países han destinado importantes inversiones para lograr contener el avance de los desechos espaciales. En julio de este año, por ejemplo, la Agencia Espacial del Reino Unido (UKSA) lanzó una licitación de 75,6 millones de libras esterlinas para una misión de eliminación activa de basura espacial destinada a retirar satélites fuera de servicio de la órbita. Un teatro de operaciones espacial Anthony Vinci fue el primer director de tecnología de la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial (NGA) de los Estados Unidos. Doctor en Relaciones Internacionales de la London School of Economics (LSE), acaba de publicar un monumental ensayo titulado, “La Cuarta Revolución de la Inteligencia. El futuro del espionaje y la batalla para salvar a Estados Unidos”. La Cuarta Revolución de la Inteligencia Aborda en el texto diversas hipótesis de conflictos surgidas en la última década a partir del avance tecnológico de China. En 2014 el Partido Comunista abrió el sector espacial al capital privado, y en 2019 se lanzó la Alianza Espacial Comercial de China para impulsar ese crecimiento comercial tanto dentro del país gobernado por Xi Jinping desde 2013, como a nivel mundial. Así lo explica: “La creciente competencia entre Estados Unidos y China, o entre Estados Unidos y Rusia, se extenderá eventualmente más allá de la Luna. El plan chino para dominar el espacio se asemeja mucho a la estrategia que utilizó para controlar los mercados de 5G o tierras raras”. El mercado de tecnología espacial chino está dominado principalmente por las empresas estatales Corporación de Ciencia e Industria Aeroespacial de China (CASIC) y Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China (CASTC). De acuerdo a la investigación de Vinci, de los más de diez mil satélites en órbita en 2024, alrededor de seis mil pertenecían a SpaceX, la mayor empresa espacial comercial del mundo dirigida por Elon Musk. El renombrado filósofo británico A.C. Grayling publicó el año pasado un desafiante ensayo titulado, “¿Quién es el dueño de la Luna?: En defensa de los intereses comunes de la humanidad en el espacio. El académico, que en 2010 fundó el New College of Humanities en Londres, muestra su escepticismo sobre la actual normativa espacial. Señala que “solo existe un marco regulatorio muy débil y obsoleto: el Tratado sobre el Espacio Profundo de las Naciones Unidas de 1967. Este tratado solo impide la militarización de la Luna, pero por lo demás la denomina Terra nullius, lo que permite actividades sin regulación, similar a un escenario del Lejano Oeste”. ¿Quién es dueño de la Luna?, de A. C. Grayling La colonización dará lugar a reivindicaciones de propiedad y soberanía, especialmente en la Luna y Marte, pero no existe una estructura sólida para regular estos desarrollos ni para resolver las disputas. La idea de una estación orbital lunar, combinada con el hecho de que el agua de la Luna puede convertirse en combustible para cohetes separando el hidrógeno y el oxígeno, convierte a la Luna en el primer paso en la exploración de Marte. Grayling, discípulo del destacado filósofo analítico Alfred J. Ayer, concluye que la gobernanza espacial se desarrollará a partir de estas ideas incipientes, en lugar de a partir de acuerdos internacionales racionales y consolidados. De acuerdo a un informe publicado por la consultora McKinsey a principios de este año, “la economía espacial mundial alcanzará un valor de 1,8 billones de dólares en 2035 (ajustado a la inflación), frente a los 630.000 millones de dólares de 2023”. Esta cifra incluye tanto las aplicaciones fundamentales (como las de satélites, lanzadores y servicios como la televisión o el GPS), como las que denominamos aplicaciones de alcance (aquellas en las que la tecnología espacial ayuda a empresas de diversos sectores a generar ingresos). Uno de los más destacados divulgadores científicos del siglo XX, Isaac Asimov (1920-1992) resumió mejor que nadie el futuro de la disputa espacial: “Sólo hay una guerra que puede permitirse el ser humano: la guerra contra su extinción”.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por