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» Data Chaco
Fecha: 14/11/2025 12:42
El cansancio constante, la sed que parece nunca saciarse o la necesidad de ir al baño más veces de las habituales se explican para muchas personas con un discurso cómodo: "es el trabajo", "es la rutina", "no dormí bien". Pero detrás de esos síntomas podría esconderse un fenómeno mucho más serio: la diabetes. Y no es un dato menor: en Argentina, la prevalencia estimada de diabetes en adultos es de alrededor del 14 %, lo que representa unos 4,34 millones de personas. Esa cifra —alta según datos de la International Diabetes Federation (IDF)— no solo subraya la magnitud del problema, sino también la dificultad para detectarlo a tiempo. No es raro que muchas personas ignoren que tienen la enfermedad: estimaciones internacionales y regionales apuntan a que alrededor del 40 % de quienes viven con diabetes no han sido diagnosticados. En diálogo con DataChaco, el doctor Gustavo Solís, especializado en diabetes, explicó: "Esta patología es cada vez más prevalente, hay más pacientes con diabetes, y hay cada vez más personas jóvenes. Es ahí donde tenemos que hacer foco en la prevención". El diagnóstico se confirma con un análisis de sangre. "El azúcar en sangre se llama glucemia y es lo que tenemos que determinar en el laboratorio. Hasta valores de 100 en ayunas es lo esperable. A partir de 101, algo está pasando", detalló. El especialista recordó que existen dos grandes tipos de diabetes. La tipo uno, autoinmune, aparece principalmente en niños, adolescentes y adultos jóvenes. "Es aquella donde el paciente sí o sí va a requerir insulina", señaló. En cambio, la tipo dos —más frecuente— afecta mayormente a adultos con sobrepeso y tendencia al sedentarismo. Sin embargo, el panorama está cambiando: "Ahora estamos viendo este tipo de diabetes en adolescentes y adultos jóvenes, por la falta de actividad física y la mala alimentación". El cuerpo da pistas Algunos de los primeros signos de la diabetes son tan sutiles que se mimetizan con el acelerado ritmo de vida moderno. El agotamiento es uno de ellos. No se trata simplemente de estar cansado por una semana pesada: es un cansancio crónico, profundo, que no desaparece con un descanso decente o un fin de semana. Es como si, pese a dormir, no se recargara la energía. El mecanismo detrás es biológico: el cuerpo tiene "combustible" (glucosa), pero no lo usa bien, lo que genera una fatiga permanente. Otra señal frecuente es la sed, que muchas veces se atribuye al calor, a la calefacción o a no haber tomado suficiente agua. Pero cuando la sed se vuelve constante, sin una razón clara, puede ser una advertencia real: el organismo está intentando eliminar el exceso de azúcar por medio de la orina, y pide más agua para compensar. Esa eliminación frecuente de líquidos se traduce también en ganas de orinar más seguido, incluso durante la noche. Para muchas personas, es solo "un viejo mal hábito" o una consecuencia de beber mucho antes de acostarse. Sin embargo, la poliuria (micciones abundantes) es uno de los clásicos de la diabetes no controlada: más azúcar en la sangre genera una sobrecarga renal, y el cuerpo responde deshaciéndose de ella. Pequeños cambios con grandes señales La visión puede jugar una mala pasada. Los niveles elevados de glucosa afectan el cristalino de los ojos, produciendo una visión borrosa que va y viene. Muchos la asignan simplemente al uso prolongado de pantallas o al cansancio visual, pero para un endocrinólogo, esa intermitencia podría ser un síntoma más profundo. Otro síntoma engañoso es el hambre repentina. En un mundo donde los atracones de estrés no son extraños, la sensación de "tengo que comer algo ahora" no llama tanto la atención. Sin embargo —y aquí está el giro fisiológico— muchas veces no es una bajada de energía "normal": las células no pueden usar la glucosa, así que el organismo interpreta que la energía escasea, y pide más comida. Los altibajos glucémicos también afectan el estado de ánimo: irritabilidad, dificultad para concentrarse o apatía pueden parecer simples consecuencias del estrés laboral o familiar. Pero cuando se combinan con otros síntomas, el cuadro puede sugerir un desbalance metabólico más profundo. Por último, las heridas que tardan en cicatrizar o las infecciones recurrentes (por ejemplo, urinarias, cutáneas o respiratorias) pueden parecer simplemente "mala suerte" o "piel sensible", pero en el contexto de la diabetes indican que el sistema inmunológico y vascular están siendo afectados. Una cuestión de números y de urgencia Los datos refuerzan la necesidad de prestar atención a estas señales aparentemente inocuas. En 2022, según el Ministerio de Salud de Argentina, se registraron 9.586 muertes por diabetes, con una tasa de 20,9 por cada 100.000 habitantes. Eso convierte a la detección temprana no en una recomendación, sino en una urgencia de salud pública. La buena noticia es que detectar la diabetes no cuesta una fortuna ni inmensos recursos: basta un análisis de glucemia en ayunas o una medición de hemoglobina glicosilada (HbA1c) para aclarar si estamos frente a signos preocupantes o solo síntomas pasajeros. Hacerlo una vez al año, o antes si los síntomas persisten más de un mes, puede ser clave. Síntomas comunes que pueden confundirse con rutina Cansancio persistente que no mejora con descanso Sed excesiva (más de lo habitual) Ganas frecuentes de orinar, incluso por la noche Visión borrosa intermitente Hambre repentina o "picoteo" constante Irritabilidad, cambios de humor o dificultad para concentrarse Heridas que tardan en cicatrizar / infecciones recurrentes Notas Relacionadas
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