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    » Diario Cordoba

    Fecha: 14/11/2025 12:25

    Hay algo que un pueblo pequeño te da y que en una ciudad es difícil de encontrar. O al menos eso pienso yo. Las amigas de toda la vida. Esas que lo son porque vuestros padres también lo fueron. Las que conoces cuando tu abuela «toma el fresco» en las noches de verano. Hace un tiempo vi un vídeo que decía que habrá personas que entren y salgan de tu vida pero que a las amigas de toda la vida hay que mantenerlas siempre. Qué razón tenía. Y qué suerte tener ese privilegio. Las amigas de toda la vida son las únicas que han visto y aceptado todas las versiones de ti: las que has ido construyendo con los años, las experiencias y las historias compartidas. Son esas que, un día de verano, sentadas en un escalón, soñaban con vivir un amor como el de Tres metros sobre el cielo, y que años después vuelven a ver la película y no pueden parar de reírse de lo ridículo que sonaba todo. Son las que han celebrado tus logros como si fueran suyos, y han sentido tus derrotas igual que tú. Con las amigas de toda la vida siempre tenías muchos armarios, porque su ropa también era la tuya. Las que llegaban a tu casa para pedirle permiso a tus padres o las que te seguían las mentiras que les echabas. Con mis amigas de toda la vida he escrito un mensaje de WhatsApp al que ellas le han dado a enviar porque yo no me atrevía. Nos hemos acompañado al baño tantas veces que sería imposible contarlas. Nos hemos enamorado, desenamorado, reído, llorado, hemos forjado nuestras personalidades, hemos tenido acuerdos y desacuerdos, hemos escuchado porque sabíamos que con eso simplemente era suficiente. Hemos respetado los tiempos de cada una. Hemos tomado decisiones, nos hemos abrazado y cuidado en la distancia y, sobre todo, siempre, siempre, hemos estado juntas. De una forma u otra, porque conforme nos vamos haciendo mayores la canción de «Marta, Sebas, Guille y los demás» de Amaral cobra más sentido. Y es que la vida pasa, y cada una va siguiendo su camino. Cambian las rutinas, los lugares y hasta las prioridades, pero cuando nos reencontramos, todo sigue igual. Entonces te das cuenta de que no hay amistad más pura que esa: la que sobrevive a la distancia, al tiempo y a las versiones en las que la vida nos ha ido convirtiendo. Uno de los significados de la palabra fe es confianza; buen concepto que se tiene de alguien o de algo. En otras palabras, aquello a lo que te agarras cuando todo se tambalea porque sabes que ahí estás segura. Yo la fe la siento terrenal, y la encuentro en ellas. En esa certeza de que, ante una noticia buena o una noticia mala, siempre pienso: «Quiero que esto lo sepan y lo vivan mis amigas, conmigo.» Esto lo escribo mientras pienso en ellas. Porque son mis amigas, por encima de todas las cosas. *Psicóloga

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