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  • Después de las elecciones, sólo más monetarismo

    Parana » 2 Florines

    Fecha: 14/11/2025 05:14

    Por Ubaldo Roberto Domingo, contador público nacional. La estrategia monetarista, entendida como la doctrina que es un desprendimiento de liberalismo económico, donde mediante la sola manipulación de las variables monetarias de la economía (tasa de interés, tipo de cambio, cantidad de dinero en circulación), se pretende influir sobre las variables reales (inversión, salario real, producción), es desde mi punto de vista, la única estrategia del gobierno. Sus esfuerzos por reducir los índices de inflación, han logrado resultados si los comparamos con los de dos años atrás, pero los costos han sido altísimos, considerando que se trata de “inflación reprimida”, esto es, falta de consumo por reducción de los ingresos. El monetarismo puro, no tiene vigencia un ningún lugar del mundo, con algunas excepciones donde países desarrollados restringen la cantidad de dinero disponible como método de control de precios tendientes al alza, pero siempre por cortos períodos. Debe finalmente comprender nuestro pueblo que, toda maniobra económica de estabilidad monetaria mediante ajuste y restricción nunca puede preceder a un programa de desarrollo, lanzado ese programa, que implica más producción, más empleo, más salario real, mas oferta de bienes y servicios, entonces sí se puede estabilizar la economía. El orden fiscal, el superávit del presupuesto, la reducción del sobredimensionamiento burocrático y del déficit de las empresas públicas, son medidas indispensables para acelerar la formación de ahorro nacional al reducirse la presión tributaria sobre la economía privada y para canalizar las inversiones públicas y privadas hacia los sectores productivos. Una política energética de inversiones supone una racionalización de tipo fiscal, pero nunca subordinar a una efímera estabilidad despreciando el crecimiento y el desarrollo de la economía, mucho menos la necesaria industrialización que incorpore mano de obra local y valor agregado a nuestras materias primas. No puede admitirse ni disimularse el orden monetaria a costa de una economía totalmente deprimida, que expulse mano de obra y envié sin pausas al quebranto a sectores enteros de la industria y el comercio. La aplicación de todos estos métodos que cuestiono no solamente va en contra de toda la experiencia mundial, sino que está científicamente demostrado que resulta negativo para la búsqueda del objetivo primordial que es el desarrollo económico. Lo paradójico es que, la meta buscada, terminar con la inflación, no puede ser nunca alcanzada, primero porque la inflación tiene otras causas estructurales más profundas que las que identifican las autoridades monetarias, la cantidad de dinero en exceso, como lo son nuestros términos de intercambio (materias primas versus productos industriales), la desintegrada estructura económica nacional, y otras secundarias como el elefantiásico Estado. El camino entonces es subordinar la política monetaria a la de un programa genuino de desarrollo económico, la estabilidad es el resultado, la consecuencia del crecimiento de las fuerzas productivas y la moneda entonces se sostiene y hace cada vez más fuerte con el aumento de la producción, con la mayor oferta de bienes. Una fugaz “estabilidad monetaria” obtenida con un freno al tipo de cambio y otras alquimias como tasas de interés tan altas que ahogan todo proyecto productivo por imposible acceso al crédito, no refleja en modo alguno solvencia, puede decirnos como estamos pero no hacia dónde vamos. Argentina debe, y puede hacerlo, lanzar definitivamente un programa de desarrollo y producción que libere las fuerzas del trabajo, provoque las inversiones reproductivas y entonces por fortalecimiento de las variables reales, sostenga una moneda fuerte, acumule reservas para usarlas en épocas de volatilidad, y finalmente ponga fin al endeudamiento.

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