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Parana » El Once Digital
Fecha: 14/11/2025 02:30
Ezequiel, un hombre de Concordia, fue apadrinado por el presidente argentino, cumpliendo una tradición que data de la década de 1930, pero que se concretó recién 52 años después de su nacimiento. Un acontecimiento insólito sorprendió a la comunidad de Concordia, en Entre Ríos, cuando Ezequiel, un hombre de 52 años, fue reconocido por el presidente Javier Milei como su ahijado. Aunque la costumbre de apadrinar al séptimo hijo varón tiene una larga tradición en Argentina, lo que llama la atención de este caso es el tiempo transcurrido hasta que se concretó el padrinazgo presidencial. La gestión de este trámite comenzó en los años de la presidencia de Carlos Menem, pero recién en 2025, bajo el mandato de Milei, se formalizó. El testimonio de su hermano, Rafael, residente en Concordia, da cuenta de la sorpresa y el asombro de la familia al ver que finalmente se cumplía una tradición que había quedado suspendida durante más de cinco décadas. La historia detrás de este retraso tiene que ver con un trámite que comenzó en tiempos de Menem, pero por diversas razones, el reconocimiento presidencial no se concretó hasta ahora. Foto: Diario Río Uruguay. El origen de la tradición y su institucionalización La tradición del padrinazgo presidencial del séptimo hijo varón tiene profundas raíces en las creencias populares argentinas. Según la leyenda, el séptimo hijo varón está destinado a convertirse en lobizón, una figura mitológica que trae mala suerte. Para romper esta supuesta maldición, se estableció que el niño debía ser apadrinado por una persona de alta autoridad o poder, como un sacerdote o un líder político. Con el paso de los años, esta costumbre adquirió formalidad y fue adoptada por los presidentes argentinos como un acto simbólico. El primer presidente en apadrinar oficialmente a un séptimo hijo varón fue Agustín P. Justo, en 1930, pero fue con Juan Domingo Perón, en 1941, cuando la tradición cobró fuerza. El padrinazgo se convirtió en una distinción honorífica que se institucionalizó durante el mandato de Arturo Frondizi, a través del Decreto N° 3798/1958. Desde entonces, los presidentes de Argentina continúan con esta costumbre, entregando a los ahijados una medalla de oro y un diploma. La demora y los motivos detrás del largo trámite Foto: Diario Río Uruguay. Según contó Rafael, hermano de Ezequiel, el padrinazgo de su hermano comenzó a gestionarse durante la presidencia de Carlos Menem, pero los trámites burocráticos y las circunstancias de la época hicieron que el reconocimiento se retrasara significativamente. La historia de la familia coincide con una Argentina convulsionada, que atravesó el período de la dictadura militar (1976-1983) y luego se sumergió en las dificultades de la transición democrática. El padre de Ezequiel, Juan Blanco, fue quien inició el trámite cuando su hijo nació, pero por diversas razones, entre ellas el contexto político y social de aquellos años, el proceso quedó en el limbo. Finalmente, 52 años después, el presidente Javier Milei formalizó el padrinazgo y entregó a Ezequiel su medalla y diploma, cumpliendo con la tradición que había quedado pendiente. El acto simbólico, que se llevó a cabo en una ceremonia discreta, dejó una profunda huella en la familia Blanco, quienes no podían creer que el padrinazgo, tan esperado, finalmente se había concretado. En medio de la alegría, no pudieron evitar la emoción de saber que, a pesar del largo tiempo transcurrido, la historia de Ezequiel se cerró con este significativo acto. (Con información de Diario Río Uruguay)
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